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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

Allí <strong>los</strong> <strong>de</strong>jaron <strong>los</strong> ángeles y se volvieron a Sodoma para cumplir su obra <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>strucción. Otro, Aquel a quien había implorado Abrahán, se acercó a Lot... {VAAn<br />

82.3}<br />

El Príncipe <strong>de</strong>l cielo estaba a su lado, y sin embargo rogaba por su vida como si el Dios<br />

que había manifestado tanto cuidado y amor hacia él no estuviera dispuesto a seguir<br />

protegiéndole. Debiera haber confiado plenamente en el mensajero divino, poniendo su<br />

voluntad y su vida en las manos <strong>de</strong>l Señor, sin duda ni protesta alguna. Pero como tantos<br />

otros, trató <strong>de</strong> hacer planes por sí mismo... {VAAn 82.4}<br />

Otra vez se le dio la solemne or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> apresurarse, pues la tempestad <strong>de</strong> fuego tardaría<br />

muy poco en llegar. Pero una <strong>de</strong> las personas fugitivas [la mujer <strong>de</strong> Lot] se atrevió a mirar<br />

hacia atrás, hacia la ciudad con<strong>de</strong>nada, y se convirtió en un monumento <strong>de</strong>l juicio <strong>de</strong><br />

Dios.—Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> Patriarcas y Profetas, 156-158. {VAAn 83.1}<br />

Abrahán probado<br />

Cuando Abrahán tenía casi cien años, se le repitió la promesa <strong>de</strong> un hijo, y se le aseguró<br />

que el futuro here<strong>de</strong>ro sería hijo <strong>de</strong> Sara... El nacimiento <strong>de</strong> Isaac, al traer, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una<br />

espera <strong>de</strong> toda la vida, el cumplimiento <strong>de</strong> las más caras esperanzas <strong>de</strong> Abrahán y Sara,<br />

llenó <strong>de</strong> felicidad su campamento... {VAAn 83.2}<br />

Sara vio en la inclinación turbulenta <strong>de</strong> Ismael una fuente perpetua <strong>de</strong> discordia, y le<br />

pidió a Abrahán que alejara <strong>de</strong>l campamento a Ismael y a Agar. El patriarca se llenó <strong>de</strong><br />

angustia. ¿Cómo podría <strong>de</strong>sterrar a Ismael, su hijo, a quien todavía amaba<br />

entrañablemente? En su perplejidad, Abrahán pidió la dirección divina. Mediante un santo<br />

ángel, el Señor le or<strong>de</strong>nó que accediera a la petición <strong>de</strong> Sara... Y el ángel le dio la promesa<br />

consoladora <strong>de</strong> que aunque estuviese separado <strong>de</strong>l hogar <strong>de</strong> su padre, Ismael no sería<br />

abandonado por Dios; su vida sería conservada, y llegaría a ser padre <strong>de</strong> una gran nación.<br />

Abrahán obe<strong>de</strong>ció la palabra <strong>de</strong>l ángel, aunque no sin sufrir gran pena.—Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

Patriarcas y Profetas, 142-143. {VAAn 83.3}<br />

Dios había llamado a Abrahán para que fuese el padre <strong>de</strong> <strong>los</strong> fieles, y su vida había <strong>de</strong><br />

servir como ejemplo <strong>de</strong> fe para las generaciones futuras. Pero su fe no había sido perfecta...<br />

Para que pudiera alcanzar la norma más alta, Dios le sometió a otra prueba, la mayor que<br />

se haya impuesto jamás a hombre alguno. En una visión nocturna se le or<strong>de</strong>nó ir a la tierra<br />

<strong>de</strong> Moria para ofrecer allí a su hijo en holocausto en un monte que se le indicaría... {VAAn<br />

84.1}<br />

La or<strong>de</strong>n fue expresada con palabras que <strong>de</strong>bieron torturar angustiosamente el corazón<br />

<strong>de</strong> aquel padre: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas,... y ofrécelo allí en<br />

holocausto”. Génesis 22:2. Isaac era la luz <strong>de</strong> su casa, el solaz <strong>de</strong> su vejez, y sobre todo<br />

era el here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la bendición prometida... {VAAn 84.2}<br />

Satanás estaba listo para sugerirle que se engañaba, pues la ley divina mandaba: “No<br />

matarás”, y Dios no habría <strong>de</strong> exigir lo que una vez había prohibido. Abrahán salió <strong>de</strong> su<br />

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