III - CCA Monatsblatt

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El paceñísimo meson-pi
Gracias a la visión de futuro y férrea voluntad de investigación científica
del Prof. Ismael Escobar, en la década de los cuarenta se convirtió
la estación meteorológica de Chacaltaya en un verdadero centro de
investigación de Rayos Cósmicos. Ese sitio resultó ser estratégico por
su cercanía a la ciudad de La Paz y acceso por un infartante camino
por la ladera de la montaña hasta la cabaña del Club de Andinismo
donde se practicaba el deporte de esquí. La gran ventaja que ofrece
Chacaltaya para la experimentación en fisica cósmica consiste en
que permite efectuar observaciones a gran altura y dentro la franja
ecuatorial, ya que ahí las partículas cargadas eléctricamente que
bombardean el planeta a muy altas energías todavía no son totalmente
absorbidas por la atmósfera ni desviadas por el campo magnético de la
tierra. Estas partículas de origen cósmico colisionan con los átomos de
la atmósfera produciendo chubascos de nuevas partículas de carácter
elemental, algunas de cortísima vida (centésimas de microsegundo),
cuyas características son motivo de estudio en el llamado campo de
investigación de partículas elementales, de importancia fundamental
para la comprensión de la esencia misma de la materia.
En 1947, el equipo internacional de científicos: Lattes, Occhialioni
y Powell, publicaron el sorprendente resultado del análisis de las
placas de emulsión especial tomadas en Chacaltaya que demostraban
contundentemente que un mesón-mü (m) ya descubierto en 1937 por
Anderson, se originaba en el decaimiento de una partícula antes desconocida
que se la bautizó como mesón-pi (p). El descubrimiento del mesón-pi
en Chacaltaya era de doble importancia, pues no solamente se observó
una nueva partícula elemental, sino también el respectivo proceso de
decaimiento que ocasiona la aparición del mesón-mü. En 1950 se otorgó el
premio Nobel en Física a Powell por el desarrollo de su técnica de emulsión
y por la detección del mesón-pi. Este evento le dio renombre mundial al
Laboratorio de Rayos Cósmicos de Chacaltaya, bajo la administración de
la UMSA.
Los que éramos estudiantes de ingeniería en la década de los 50
fuimos enormemente motivados por la mística de trabajo científico que
irradiaba ese centro de investigaciones a partir de los experimentos con
rayos cósmicos en Chacaltaya. Podíamos trabajar como asistentes de los
equipos de investigación, ir a Chacaltaya para ayudar a instalar equipos,
soldar circuitos electrónicos y distribuir contadores Geiger por los sitios
de detección de chubascos. Algunos se dedicaron al tendido de una
línea de alta tensión desde La Paz trepando por la montaña para dotar de
energía eléctrica al laboratorio. Son inolvidables los momentos en que
desde la cima de la montaña, entonces cubierta por una gruesa capa de
nieve, podíamos ver hacia abajo cómo los aviones bimotores cruzaban
por el cañón del Huayna Potosí para aterrizar en el aeropuerto del Alto.
Después del trabajo, al atardecer, contemplábamos la magnífica vista del
Illimani, del Sajama y del Lago Titicaca que resplandecía a lo lejos de
modo tan impactante visto desde esas alturas. En las noches, bajo un cielo
nítidamente estrellado, conversábamos amigablemente con los científicos
que conducían los experimentos, haciendo conjeturas de toda clase sobre
una posible teoría que explique las masas de estas partículas y sus procesos
de decaimiento.
Los fines de semana también nos dedicabamos a pasear por los
alrededores de la montaña, un lugar favorito era la gruta de estalactitas
y estalagmitas. También teníamos la opción de participar o simplemente
mirar las competencias de esquí que organizaba el Club de Andinismo,
que contaba con un lift de más de dos kilómetros de largo por el que los
esquiadores se dejaban jalar hasta la plataforma de donde se lanzaban
por la amplia pista de esquí que terminaba en un precipicio que me daba
vértigo con tan sólo mirarlo de la distancia.
Quienes aprendimos a tomar cariño al cultivo de la ciencia pura
no podíamos comprender las actitudes de algunos políticos que en
las trifulcas por el control de la universidad actuaban con desprecio
y subestimación del trabajo que se realizaba en ese naciente centro
de investigación de gran nivel. Algunos hechos perjudicaron tanto
el desarrollo institucional del laboratorio de física cósmica que sus
impulsores principales quedaron tan desalentados, que terminaron
abandonando el país.
Hoy en día en todos los continentes del globo, en los grandes
laboratorios de partículas elementales se sigue con la misma
tarea de obtener mas datos experimentales sobre este fenómeno.
Mientras tanto se han observado centenares de partículas, pero
aún no se tiene una respuesta definitiva a la pregunta básica
sobre su naturaleza que explique su espectro de masas y otros
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