UNA HISTORIA DE LOS BAUTISTAS

Y así, como he dicho, en las purificadas y perfeccionadas iglesias occidentales,
por los quinientos o seiscientos años anteriores (creo que estoy más bien
dentro que fuera de mi compás), no ha habido una sola inmersión, no, no en
‘la forma original y antigua’ de los tiempos anteriores, en forma pública,
autoritaria y, me arriesgo a decir, en forma presuntuosa, hasta que esos
hombres africanos (no diré Monstruos), quienes fueron sus progenitores y
predecesores, los primeros inmersionistas en el occidente (ustedes surgieron
del mismísimo lugar de donde ellos son), es otro argumento para demostrar el
nuestro, en el sentido de que su (y vuestra) inmersión es una novedad, una
cosa nueva que viene originalmente del África. Y repito, no fue sino hasta que
esos hombres africanos, esos sapos egipcios, a quienes les encanta andar
chapoteando y sumergiéndose en ríos y estanques, comenzaron a propagarse
y a andar para arriba y para abajo buscando ríos y estanques (ya que de ellos
han sido producidos), trajeron a sus perversos conversos a los ríos y a los
estanques para bautizarlos (que comenzó la inmersión). Fue así que el
presuntuosos y descarado intento en contra de las costumbres constantes y
uniformes de la iglesia occidental, iniciado en 1524, por lo que no tiene más
de ciento dos y treinta años de haber comenzado, lo cual es lo bastante breve
como para considerarlo una novedad en comparación con la práctica antigua
(Watts, A Scribe…, 63).
Según Watts, los Bautistas en Inglaterra habían tenido la práctica de la
inmersión sólo durante los 132 años anteriores. John Goodwin tomó
precisamente la misma posición. Él dijo que la inmersión de los Bautistas era
algo nuevo. Dijo que esa práctica sólo había estado en existencia entre los
bautistas desde los días de Nicolás Storch. Sus palabras son:
Que aquel fue un caso de necesidad, en el que Nicolás Storch (con sus tres
camaradas) en Alemania, en 1521, o donde quiera que haya sido por primera
vez, siendo que él, estando en su sano juicio y en plena conciencia, se
consideraba a sí mismo como no bautizado, presumió haber bautizado a otros
siguiendo esa exótica moda en esta nación (Goodwin, Water Dipping no Firm
Footing for Church Comunión, 40. London, 1653).
La Confesión de Fe de 1643. La inmersión, la forma original y correcta
del bautismo. En 1643, los Bautistas Particulares prepararon una Confesión de
Fe que fue publicada al siguiente año. El Artículo XL de la Confesión de Fe de
esas iglesias que “son comúnmente (aunque falsamente) llamadas
‘anabautistas’, es como sigue:
Que la forma y manera de administrar el bautismo es sumergiendo el cuerpo
del candidato en agua; siendo esta ordenanza un símbolo, debe responder al
concepto simbolizado, que es el interés que los santos tienen en la muerte,
sepultura y resurrección de Cristo: y que tan ciertamente como el cuerpo es
sepultado bajo el agua, y se levanta nuevamente, con esa misma certidumbre
los cuerpos de los santos serán levantados por el poder de Cristo en el día de
la resurrección, para reinar con Cristo.
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