UNA HISTORIA DE LOS BAUTISTAS

Instituto Teológico de Newton, declara en forma muy concisa el argumento
cuando dice:
Debe observarse que la primera edición de la “Confesión de las Siete Iglesias”
fue publicada en 1643, afirmando que la inmersión era la forma original y
correcta del bautismo. Ahora Baillie, un celoso y sagaz testigo
contemporáneo, dice que esta Confesión expresa la fe ya madura de cuarenta
y seis iglesias, “según yo, tanto de Londres como de los alrededores”. Featley,
una figura importante en esta discusión, mencionó, según recuerdo, cincuenta
y dos, y Neal afirma que había en estas fechas “54 congregaciones de
Bautistas en Inglaterra que limitaban el bautismo estrictamente a la
inmersión”, y que sus iletrados predicadores iban por todo el país “haciendo
prosélitos de todos aquellos que estuvieran dispuestos a someterse a su
inmersión”. Estamos obligados a creer, entonces, o que de una congregación
de inmersionistas, establecida en 1641, había surgido este gran número de
congregaciones en dos años, o que en la misma fecha, cincuenta o más
congregaciones bautistas existentes habían simultáneamente repudiado una
costumbre a la cual habían estado ligados en forma tradicional y que era de
uso universal, para asumir otra costumbre que ninguna de ellos había
practicado o siquiera oído acerca de ella. Estos creyentes, sin tener un motivo
nuevo o inteligente, súbitamente habían dejado de hacer algo que siempre
habían hecho y a lo cual estaban acostumbrados, para comenzar a hacer, en
forma exclusiva, algo que nunca antes habían hecho. Es indudable que una
hipótesis como ésta necesita toneladas de apoyo.
Yo no estoy persuadido de que este apoyo haya sido ya provisto. Yo no
reconozco ninguna pieza importante de evidencia que no haya estado
accesible a Crosby en su día, y no veo una razón satisfactoria para abandonar
su opinión en el sentido de que la inmersión en Inglaterra era de mucho antes
de la fecha señalada por Neal, y que ahora (1643) es reafirmada (Western
Recorder, December 17, 1806).
La Confesión de Fe fue igualmente clara en cuanto al administrador idóneo del
bautismo. El punto de vista de Spilsbury prevaleció. Él sostenía que si se perdía
la cadena de bautismos, cualquier discípulo podía comenzar una nueva cadena, y
citaba el caso de Juan el Bautista como prueba de su aserto. Ellos declararon que
no era necesario enviar a persona alguna a otra parte en busca de un
administrador idóneo. El Artículo XLI dice como sigue:
Las Escrituras sostienen que la persona designada por Cristo para
administrar el bautismo debe ser un discípulo, o una persona enviada en
forma extraordinaria; la comisión que autoriza la administración del bautismo
fue dada a hombres que eran considerados discípulos, hombres capaces de
predicar el evangelio.
Los bautistas de 1643 no tenían “un agente enviado en forma extraordinaria” a
Holanda para recibir un bautismo autorizado. Ellos ni creían ni practicaban así.
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