24.02.2013 Views

El Constitucional avala el patronazgo de la Inmaculada - LA TOGA

El Constitucional avala el patronazgo de la Inmaculada - LA TOGA

El Constitucional avala el patronazgo de la Inmaculada - LA TOGA

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Enero - Marzo 2011<br />

“Estado <strong>de</strong> Juicio”<br />

José Antonio Agui<strong>la</strong>r Pa<strong>la</strong>cios, Abogado<br />

Dossier<br />

Aún no había amanecido. No necesitaba mirar <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj ni escrutar <strong>la</strong> calle a través <strong>de</strong> <strong>la</strong>s rendijas<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> persiana para saber que todavía era <strong>de</strong> madrugada. Otra noche en v<strong>el</strong>a. Mañana estaría<br />

fatigado, <strong>el</strong> estómago acusaría <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> sueño y un terrible malhumor se apo<strong>de</strong>raría <strong>de</strong> él, y lo<br />

convertiría en un ser irascible, irritado, ventisco. No pa<strong>de</strong>cía este tipo <strong>de</strong> insomnio, mezc<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>de</strong>sasosiego y<br />

soledad, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía mucho tiempo; los síntomas comenzaron con su primer <strong>de</strong>stino como Juez comarcal<br />

en aquél pueblo manchego, con apenas veintisiete años, cuando hasta una simple resolución <strong>de</strong> trámite le<br />

causaba <strong>de</strong>sv<strong>el</strong>o. Tal era <strong>la</strong> inseguridad que le atenazaba al principio <strong>de</strong> su carrera, motivada por <strong>la</strong> falta <strong>de</strong><br />

experiencia, que <strong>la</strong> más mínima duda respecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> corrección en <strong>el</strong> ejercicio <strong>de</strong> sus funciones le provocaba<br />

una zozobra que le tenía días sin dormir. Para esa faceta <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida no le habían preparado en ninguna<br />

Facultad ni extrajo lección alguna <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> Derecho.<br />

Varias décadas <strong>de</strong>spués, volvía a experimentar aquéllos sentimientos <strong>de</strong> duda insoportable que creía<br />

haber superado con los años <strong>de</strong> profesión y con los diversos <strong>de</strong>stinos, pero que <strong>de</strong> nuevo volvían como fantasmas<br />

<strong>de</strong> un pasado que consi<strong>de</strong>raba enterrado entre <strong>la</strong>s anécdotas <strong>de</strong> sus inicios como Juez. Y es que en<br />

realidad nada había cambiado, pues su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> no errar era tan intenso que se convertía en una obsesión<br />

difícil <strong>de</strong> remediar. Ante todo quería hacer Justicia, pues no otra cosa le había preocupado durante los últimos<br />

treinta y tres años, al punto <strong>de</strong> que su inquebrantable in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y su falta <strong>de</strong> ductilidad le habían<br />

impedido en alguna ocasión ascen<strong>de</strong>r en <strong>la</strong> carrera. Pero a él lo parieron así –solía <strong>de</strong>cir, no sin cierto aire <strong>de</strong><br />

solemnidad -, y no se íba a doblegar ante presiones <strong>de</strong> ningún tipo. O al menos eso creía.<br />

<strong>El</strong> precio por <strong>la</strong> rectitud profesional era <strong>el</strong> insomnio; y, <strong>de</strong> nuevo, aquél<strong>la</strong> inseguridad que tanto le torturaba;<br />

y <strong>la</strong> obsesión por acertar <strong>de</strong> manera inap<strong>el</strong>able.<br />

Conectar <strong>la</strong> radio para hacer una ronda por <strong>la</strong>s diferentes emisoras o leer <strong>la</strong>s primeras noticias <strong>de</strong> los periódicos<br />

en su edición digital, se había convertido para <strong>el</strong> Magistrado Higinio Salguero en un verda<strong>de</strong>ro suplicio<br />

que agravaba aún más su estado <strong>de</strong> duda y le añadía un toque adicional <strong>de</strong> inseguridad a <strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión que<br />

<strong>de</strong>bería tomar en pocos días. ¡Y <strong>la</strong> maldita t<strong>el</strong>evisión! con esa falta <strong>de</strong> veracidad informativa y <strong>la</strong> manipu<strong>la</strong>ción<br />

<strong>de</strong>scarada que algunas ca<strong>de</strong>nas habían hecho <strong>de</strong> todos los aspectos d<strong>el</strong> juicio que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> varias<br />

sesiones, había finalizado <strong>la</strong> mañana anterior. ¡Qué falta <strong>de</strong> sensibilidad! ¡Cuánto morbo alimentado <strong>de</strong> forma<br />

irresponsable! ¡Qué ausencia <strong>de</strong> escrúpulos en algunos medios <strong>de</strong> comunicación que presumían <strong>de</strong> tener una<br />

audiencia s<strong>el</strong>ecta!.<br />

En verdad aquél<strong>la</strong> profesión no estaba bien pagada, mascul<strong>la</strong>ba con frecuencia <strong>el</strong> Magistrado, y bien<br />

sabía Dios que con <strong>el</strong>lo no estaba pensando en su retribución económica, sino en <strong>el</strong> reconocimiento público<br />

y social que <strong>de</strong>bía merecer <strong>la</strong> figura d<strong>el</strong> Juez, un reconocimiento que en los últimos tiempos se había visto<br />

minorado <strong>de</strong> forma notable <strong>de</strong>bido a muchas <strong>de</strong>cisiones judiciales extravagantes y a algún Juez con afán<br />

<strong>de</strong>smedido por acaparar portadas y protagonizar noticias. ¡Y para colmo aqu<strong>el</strong>los periodistas tan escasamente<br />

especializados que aparentaban conocer unos intríngulis procesales que incluso en ocasiones al más<br />

avezado jurista le costaba trabajo manejar!.<br />

¡Qué tiempos aquéllos en los que los Jueces tenían menos volumen <strong>de</strong> trabajo y, consiguientemente, más<br />

tiempo para estudiar y meditar sus <strong>de</strong>cisiones!. ¡Si hasta <strong>la</strong>s r<strong>el</strong>aciones con los abogados eran cordiales y, ni<br />

que <strong>de</strong>cir, mucho más respetuosas!, recordaba con añoranza <strong>el</strong> Magistrado.<br />

<strong>El</strong> trabajo, entonces, le parecía más pausado, los funcionarios más eficientes y los abogados más abogados.<br />

Y jamás se sintió tan in<strong>de</strong>pendiente como en aquéllos primeros años <strong>de</strong> profesión, quizás porque aún no<br />

había ascendido en <strong>la</strong> jerarquía y los asuntos que tenía que dilucidar carecían <strong>de</strong> <strong>la</strong> enjundia suficiente como<br />

para ver afectada su imparcialidad e in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Sin embargo, los <strong>de</strong> ahora eran otros tiempos, a los<br />

que le resultaba cada vez más difícil adaptarse <strong>de</strong>bido a sus escasas dotes para <strong>la</strong>s r<strong>el</strong>aciones humanas y por<br />

su falta <strong>de</strong> mano izquierda. Sostenía con sincero convencimiento que <strong>el</strong> Juez <strong>de</strong>bía permanecer ajeno a <strong>la</strong>s<br />

controversias extrajurídicas para no sentir <strong>la</strong> contaminación in<strong>de</strong>seable que aquél<strong>la</strong>s comportaban, pero esa<br />

actitud lo había alejado <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad social que lo ro<strong>de</strong>aba y ya era tar<strong>de</strong> para cambiar <strong>de</strong> perspectiva.<br />

No en vano rozaba los sesenta y antes <strong>de</strong> que se diera cuenta estaría disfrutando o sufriendo <strong>la</strong> jubi<strong>la</strong>ción.<br />

Decidió no permanecer más tiempo en <strong>la</strong> cama dando vu<strong>el</strong>tas a <strong>la</strong> cabeza y rememorando en <strong>el</strong> silencio<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> noche unos tiempos ya irrecuperables.<br />

A tientas cogió <strong>la</strong>s gafas y salió <strong>de</strong> <strong>la</strong> habitación sin hacer ruido para no <strong>de</strong>spertar a su esposa, Isab<strong>el</strong>,<br />

que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía treinta años era su confesor en los quehaceres <strong>de</strong> <strong>la</strong> profesión y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pocas personas que<br />

III

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!