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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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Un hogar que <strong>Dios</strong> pueda bendecir, 5 de julio<br />

Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que<br />

guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio. Génesis 18:19.<br />

Un hombre es a la vista de <strong>Dios</strong> lo que es en su familia. La vida de Abrahán,<br />

el amigo de <strong>Dios</strong>, estuvo señalada por el estricto cumplimiento de la palabra<br />

de Jehová. Cultivaba la religión del hogar. El temor de <strong>Dios</strong> llenaba su casa. El<br />

era el sacerdote de su hogar. Consideraba su familia como un depósito sagrado.<br />

Su casa constaba de más de mil miembros, y los dirigía a todos, padres e hijos,<br />

hacia el Soberano divino. No soportaba que hubiese opresión paterna por un<br />

lado, ni desobediencia filial por el otro. Mediante la influencia combinada del<br />

amor y la justicia, gobernó su casa en el temor de <strong>Dios</strong> y el Señor dio testimonio<br />

de su lealtad.<br />

El “mandará... a su casa”. No había descuido pecami<strong>nos</strong>o en poner freno a<br />

las malas propensiones de sus hijos, ni favoritismo indulgente, necio y débil, o<br />

renuncia a la convicción del deber a causa de un afecto mal entendido. Abrahán<br />

no sólo daba la instrucción apropiada, sino que mantenía la autoridad de las<br />

leyes justas y correctas.<br />

Cuán pocos hay en nuestros días que siguen este ejemplo. De parte de<br />

demasiados padres hay un sentimentalismo ciego y egoísta, que se manifiesta<br />

dejando a los hijos con sus juicios deformados y pasiones indisciplinadas, bajo<br />

el dominio de su propia voluntad. Esta es la peor crueldad que se le puede hacer<br />

a la juventud y un gran mal para el mundo. La indulgencia de los padres causa<br />

desorden en las familias y en la sociedad. Reafirma en la juventud el deseo de<br />

seguir las inclinaciones, en vez de someterse a los requerimientos divi<strong>nos</strong>.<br />

Padres e hijos por igual pertenecen a <strong>Dios</strong> y deben someterse a su gobierno.<br />

Abrahán gobernó su casa mediante el afecto y la autoridad combinadas. La<br />

palabra de <strong>Dios</strong> <strong>nos</strong> ha dado reglas para que <strong>nos</strong> sirvan de guía. Estas reglas<br />

forman la norma de la que no debemos desviar<strong>nos</strong> para seguir su camino. La<br />

voluntad del Señor debe ser suprema. La pregunta que debemos hacer no es:<br />

¿Qué han hecho otros? ¿Qué pensarán mis familiares? o, ¿Qué dirán si sigo este<br />

camino? sino, ¿Qué ha dicho <strong>Dios</strong>? Ni padres ni hijos pueden verdaderamente<br />

prosperar en camino alguno que no sea el camino del Señor. *<br />

* Año bíblico: Salmos 119.<br />

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