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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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Un consolador semejante a Jesús, 16 de agosto<br />

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me<br />

fuere, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.<br />

Juan 16:7.<br />

El Consolador que Cristo prometió enviar después de su ascensión al cielo,<br />

es el Espíritu en toda la plenitud de la Divinidad, que pone de manifiesto el<br />

poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en él como<br />

Salvador personal.<br />

El Espíritu Santo mora con el obrero consagrado de <strong>Dios</strong> dondequiera que<br />

esté. Las palabras habladas a los discípulos son también para <strong>nos</strong>otros. El<br />

Consolador es tanto nuestro como de ellos.<br />

No hay consolador como Cristo, tan tierno y tan leal. Se conmueve con<br />

los sentimientos de nuestras debilidades. Su Espíritu habla al corazón. Las circunstancias<br />

pueden separar<strong>nos</strong> de nuestros amigos; el amplio e inquieto océano<br />

puede agitarse entre <strong>nos</strong>otros y ellos. Aunque exista su sincera amistad, quizá<br />

no puedan demostrarla haciendo para <strong>nos</strong>otros lo que recibiríamos con gratitud.<br />

Pero ninguna circunstancia ni distancia puede separar<strong>nos</strong> del Consolador<br />

celestial. Doquiera estemos, doquiera vayamos, siempre está allí. Alguien que<br />

está en el lugar de Cristo para actuar por él. Siempre está a nuestra diestra para<br />

dirigir<strong>nos</strong> palabras suaves y amables; para asistir<strong>nos</strong>, animar<strong>nos</strong>, apoyar<strong>nos</strong> y<br />

consolar<strong>nos</strong>. La influencia del Espíritu Santo es la vida de Cristo en el alma.<br />

Ese Espíritu obra en, y por medio de todo aquel que recibe a Cristo. Aquellos<br />

en quienes habita este Espíritu revelan sus frutos: amor, gozo, paz, paciencia,<br />

benignidad, bondad, fe.<br />

El Espíritu Santo siempre mora con los que buscan la perfección del carácter<br />

cristiano. El Espíritu Santo proporciona la pureza de motivos que sostiene<br />

al alma creyente, que lucha en toda emergencia y frente a toda tentación. El<br />

Espíritu Santo sostiene al creyente en medio del odio del mundo, la hostilidad<br />

de los parientes, el desengaño, el descubrimiento de la imperfección, y las<br />

equivocaciones de la vida. La victoria es segura para los que miran al Autor<br />

y Consumador de nuestra fe... El llevó nuestros pecados, para que por medio<br />

de él, pudiéramos tener excelencia moral y alcanzar la perfección del carácter<br />

cristiano. * [238]<br />

* Año bíblico: Jeremías 20-23.<br />

253

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