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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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Una receta divina, 26 de agosto<br />

El nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y<br />

vosotros en él, por la gracia de nuestro <strong>Dios</strong> y del Señor Jesucristo. 2<br />

Tesalonicenses 1:12.<br />

Muchos anhelan crecer en la gracia; oran al respecto, y se sorprenden de que<br />

sus oraciones no reciban respuesta. El Señor les ha encomendado una obra que<br />

los ayudará a crecer. ¿De qué vale orar cuando hay que efectuar cierta obra? Lo<br />

que interesa es lo siguiente: ¿Se afanan por salvar las almas por quienes Cristo<br />

murió? El crecimiento espiritual depende del hecho de que transmitamos a los<br />

demás la luz que <strong>Dios</strong> <strong>nos</strong> ha dado a <strong>nos</strong>otros. Tendréis que empeñar vuestros<br />

mejores pensamientos en labor activa para hacer el bien, y solamente el bien, en<br />

la familia, en la iglesia y el vecindario.<br />

En vez de afligiros con la idea de que no estáis creciendo en gracia, cumplid<br />

cada obligación que se os presente, llevad el peso de las almas en vuestro<br />

corazón, y tratad de salvar a los perdidos por todos los medios imaginables.<br />

Sed bondadosos, corteses y compasivos; hablad con humildad de la bendita<br />

esperanza; hablad del amor de Jesús; dad a conocer su bondad, su misericordia y<br />

justicia; dejad de preocuparos y pensar si crecéis o no. Las plantas no crecen nutridas<br />

por algún esfuerzo consciente... La planta no se angustia constantemente<br />

acerca de su crecimiento. No hace más que crecer bajo la vigilancia divina.<br />

Si consagráramos corazón y mente al servicio de <strong>Dios</strong>, e hiciéramos la obra<br />

que él <strong>nos</strong> encomendó y siguiéramos las huellas de Jesús, nuestros corazones<br />

se convertirían en arpas sagradas, y todas sus cuerdas vibrarían para elevar<br />

alabanzas y acciones de gracias en honor del Cordero enviado por <strong>Dios</strong> para<br />

quitar el pecado del mundo...<br />

El Señor Jesús es nuestra fortaleza y felicidad; es el gran depósito del cual<br />

los hombres pueden sacar fortaleza en cualquier ocasión. Al analizarlo, al hablar<br />

con él, <strong>nos</strong> ponemos cada vez en mejores condiciones de contemplarlo: al apropiar<strong>nos</strong><br />

de su gracia y recibir las bendiciones que <strong>nos</strong> prodiga, tenemos algo con<br />

lo que podemos ayudar a los demás. Lle<strong>nos</strong> de gratitud, comunicamos a otros<br />

las bendiciones que <strong>nos</strong> han sido dadas libremente. Recibiendo e impartiendo<br />

así, crecemos en gracia. * [248]<br />

* Año bíblico: Jeremías 51-52.<br />

263

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