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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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La batalla final, 24 de septiembre<br />

He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus<br />

ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. Apocalipsis 16:15.<br />

Un terrible conflicto está delante de <strong>nos</strong>otros. Nos acercamos a la batalla<br />

del gran día del <strong>Dios</strong> todopoderoso. Lo que está bajo control ahora, entonces<br />

quedará suelto. El ángel de la misericordia está plegando sus alas, preparándose<br />

para retirarse del trono de oro, para dejar el mundo bajo el dominio de Satanás,<br />

el rey que éste se ha escogido, asesino y destructor desde el principio.<br />

Los principados y potestades de la tierra están en amarga revuelta contra el<br />

<strong>Dios</strong> del cielo. Están lle<strong>nos</strong> de odio contra todos los que sirven a <strong>Dios</strong>, y pronto,<br />

muy pronto, se librará la última gran batalla entre el bien y el mal. La tierra<br />

será el campo del combate: el escenario del final conflicto y de la victoria final.<br />

Aquí, donde por tanto tiempo Satanás ha dirigido a los hombres contra <strong>Dios</strong>, la<br />

rebelión será extirpada para siempre.<br />

Cristo vino a esta tierra en forma humana para poder ser el Capitán de<br />

nuestra salvación, de manera que no fuéramos vencidos por el poder de Satanás.<br />

Y cuando parecía que el enemigo estaba ganando victorias señaladas contra la<br />

justicia, <strong>Dios</strong> estaba obrando con misericordia y poder para contrarrestar sus<br />

designios.<br />

Decidido a borrar la imagen de <strong>Dios</strong> en el hombre, Satanás trabaja con<br />

intenso esfuerzo para ocultar al Señor. No obra abiertamente, sino en secreto,<br />

mezclando lo humano con lo divino, lo espurio con lo genuino, para tratar de<br />

introducir confusión y calamidades. Pero la misericordia divina se manifiesta<br />

con poder proporcional para contrarrestar esa obra impía, y para desenmascarar<br />

los ocultos propósitos del enemigo. El pueblo de <strong>Dios</strong> ha de dar un decidido<br />

testimonio en favor de la verdad, por medio de la pluma y la voz, para poner en<br />

evidencia los propósitos del Señor. Ha de proclamar de lugar en lugar el mensaje<br />

de la Palabra de <strong>Dios</strong>, para que los hombres y mujeres puedan comprender la<br />

verdad...<br />

Hay una consistencia innegable en la sana doctrina. No es un vapor que se<br />

disipa. La luz debe emanar de la Palabra de <strong>Dios</strong>. El Señor invita a su pueblo<br />

para que se acerque a él. Nadie debe interponerse entre él y su pueblo. Cristo<br />

está llamando a la puerta del corazón para solicitar entrada. ¿Lo dejarán entrar<br />

ustedes? * [277]<br />

* Año bíblico: Miqueas 5-7.<br />

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