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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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Permitan que <strong>Dios</strong> obre en ustedes, 16 de octubre<br />

Y el <strong>Dios</strong> de paz... os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su<br />

voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por<br />

Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Hebreos<br />

13:20-21.<br />

Estudiando la Palabra de <strong>Dios</strong> y practicando sus preceptos en todas sus<br />

transacciones comerciales, los hombres pueden discernir claramente el espíritu<br />

que controla las acciones. En lugar de seguir los impulsos huma<strong>nos</strong> y la inclinación<br />

natural, pueden aprender, mediante un estudio diligente, los principios que<br />

debieran controlar a los hijos e hijas de Adán.<br />

La Biblia es el Libro Guía que debe resolver los muchos problemas difíciles<br />

que aparecen en las mentes dominadas por el egoísmo. Es un reflejo de la<br />

sabiduría de <strong>Dios</strong>, y no solamente proporciona principios grandes e importantes,<br />

sino que también provee lecciones prácticas para la vida y la conducta del<br />

hombre en su relación con su prójimo. Da detalles precisos que determinan<br />

nuestra relación con <strong>Dios</strong> y del uno para con el otro. Es una revelación completa<br />

de los atributos y de la voluntad de <strong>Dios</strong> en la persona de Jesucristo, y en ella se<br />

especifica la obligación del instrumento humano de rendir a <strong>Dios</strong> un servicio de<br />

todo corazón, y de preguntarse a cada paso: “¿Es éste el camino del Señor?”...<br />

La voluntad de <strong>Dios</strong> expresada en su Palabra debe ser introducida hasta lo<br />

más recóndito del alma. Si así lo queremos, <strong>Dios</strong> identificará su voluntad con<br />

todos nuestros pensamientos y propósitos, armonizando de tal manera nuestros<br />

corazones y mentes con su Palabra, que cuando obedezcamos su voluntad<br />

estaremos tan sólo ejecutando nuestros propios impulsos. Los tales no poseerán<br />

una disposición no santificada y egoísta, lista para llevar a cabo sus propios<br />

deseos, sino que manifestarán un celo ferviente y decidido por la gloria de <strong>Dios</strong>.<br />

No querrán hacer nada con sus propias fuerzas, y se guardarán estrictamente<br />

contra el peligro de promover el yo.<br />

Todos los que quieran perfeccionar el carácter cristiano deberán llevar el<br />

yugo de Cristo. Si han de sentarse en los lugares celestiales con Cristo Jesús,<br />

deben aprender de él mientras estén sobre esta tierra. Nuestra naturaleza necesita<br />

disciplina. Debe conformarse a la naturaleza de Jesús, a fin de que él pueda<br />

cumplir el bien que quiere hacer por todos aquellos que se someten para ser<br />

modelados, mediante la entrega de su naturaleza a su autoridad. El gran Maestro<br />

se unirá en yugo con toda alma que esté dispuesta a llevar el yugo suyo. * [299]<br />

* Año bíblico: Marcos 7-9.<br />

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