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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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El divino sustituto, 18 de septiembre<br />

Al que no conoció pecado, por <strong>nos</strong>otros lo hizo pecado, para que <strong>nos</strong>otros<br />

fuésemos hechos justicia de <strong>Dios</strong> en él. 2 Corintios 5:21.<br />

“A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar”. Marcos 15:31. Precisamente<br />

porque Cristo no se quiso salvar, el pecador tiene esperanza del perdón y el<br />

favor de <strong>Dios</strong>. Si al tratar de salvar al pecador Cristo hubiera fallado o se hubiera<br />

desanimado, habría concluido la última esperanza de cada hijo e hija de Adán.<br />

Toda la vida de Cristo estuvo señalada por la abnegación y el sacrificio, y<br />

la razón por la cual hay tan pocos cristia<strong>nos</strong> a carta cabal se debe a que la<br />

complacencia propia ocupa el lugar de la abnegación y el sacrificio.<br />

¡Oh, qué ansias tenía Cristo de salvar a los perdidos! El cuerpo crucificado<br />

en la cruz no claudicó de su divinidad, de su poder de salvar por medio del<br />

sacrificio humano a todos los que aceptaran su justicia. Al morir en la cruz,<br />

transfirió la culpa de la persona del transgresor a la del divino Sustituto si<br />

aquél ejercía fe en él como su Redentor personal. Los pecados de un mundo<br />

culpable, que en figura se presentan de color carmesí, fueron imputados al divino<br />

Representante...<br />

La divinidad hacía su obra mientras la humanidad sufría el odio y la represalia<br />

de un pueblo que odiaba a <strong>Dios</strong> porque Cristo se había presentado como<br />

Hijo del Altísimo. Sólo él pudo responder al pobre y sufrido ladrón. Sólo él<br />

era libre para extender la garantía en favor del culpable criminal. El Redentor<br />

a punto de morir vio que el ladrón era mucho me<strong>nos</strong> culpable que los que lo<br />

habían condenado a muerte, mucho me<strong>nos</strong> culpable que los sacerdotes, escribas<br />

y dirigentes que habían tomado parte activa en reclamar la muerte del Hijo de<br />

<strong>Dios</strong>.<br />

¡Qué fe tenía aquel ladrón que estaba por morir en la cruz! Aceptó a Cristo<br />

cuando en apariencia era totalmente imposible que fuera el Hijo de <strong>Dios</strong>, el<br />

Redentor del mundo. En la oración del pobre ladrón se escuchaba una nota<br />

diferente de la que estaba resonando por todas partes: era una nota de fe que<br />

llegó hasta Cristo. La fe del condenado era dulce música para los oídos de Jesús.<br />

Escuchó la alegre nota de la redención y la salvación en medio de su agonía.<br />

<strong>Dios</strong> fue glorificado en su Hijo y por medio de él. * [271]<br />

* Año bíblico: Oseas 10-14.<br />

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