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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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Cristo, ejemplo perfecto para todos, 2 de noviembre<br />

Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con <strong>Dios</strong> y los<br />

hombres. Lucas 2:52.<br />

El hombre ha caído. La imagen de <strong>Dios</strong> en él se ha distorsionado. Por la<br />

desobediencia sus inclinaciones se han depravado y sus poderes se han debilitado,<br />

y es incapaz, aparentemente, de esperar otra cosa que no sea tribulación<br />

e ira. Pero <strong>Dios</strong>, por medio de Cristo, ha provisto una vía de escape y dice a<br />

cada uno: “Sed, pues, vosotros perfectos”. Mateo 5:48. <strong>Dios</strong> se propone que el<br />

hombre vuelva a ser recto y noble, y él no será frustrado. Envió a su Hijo a este<br />

mundo para cargar con la penalidad del pecado y mostrar al hombre cómo vivir<br />

una vida sin pecado.<br />

Cristo es nuestro ideal. Ha dejado un ejemplo perfecto para la niñez, la<br />

juventud y la madurez... En su vida no se halló lugar para el pecado. Desde el<br />

comienzo hasta el fin de su vida terrenal conservó incólume su lealtad a <strong>Dios</strong>.<br />

La Palabra dice de él: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría;<br />

y la gracia de <strong>Dios</strong> era sobre él”. Lucas 2:40. “Crecía en sabiduría y en estatura,<br />

y en gracia para con <strong>Dios</strong> y los hombres”.<br />

El Salvador no vivió para agradarse... No tuvo un hogar en este mundo,<br />

sólo el que le proveyeron la bondad de sus amigos, y sin embargo, estar en su<br />

presencia era el cielo. Día tras día afrontó pruebas y tentaciones, pero no cayó<br />

ni se desanimó. Siempre era paciente y alegre, y los afligidos lo saludaban como<br />

un mensajero de vida y paz...<br />

La promesa de <strong>Dios</strong> dice: “Seréis santos, porque yo soy santo”. Levítico<br />

11:44. La santidad es el reflejo de la gloria de <strong>Dios</strong>. Pero para reflejar esta<br />

gloria debemos cooperar con <strong>Dios</strong>. El corazón y la mente deben vaciarse de<br />

todo lo que conduce al mal. Debemos leer y estudiar la Palabra de <strong>Dios</strong> con<br />

un sincero deseo de obtener fuerza espiritual. Esta Palabra es el pan del cielo.<br />

Los que la reciben y la hacen parte de su vida se fortalecerán con el poder de<br />

<strong>Dios</strong>. El objeto de todo lo que <strong>Dios</strong> hace por <strong>nos</strong>otros es nuestra santificación.<br />

El <strong>nos</strong> escogió desde la eternidad para que seamos santos. Cristo declara: “La<br />

voluntad de <strong>Dios</strong> es vuestra santificación”. 1 Tesalonicenses 4:3. ¿Es también<br />

la voluntad de ustedes que sus deseos e inclinaciones sean conformados a la<br />

voluntad divina?...<br />

Vivir la vida del Salvador, vencer cada deseo egoísta, cumplir valerosa y<br />

alegremente nuestro deber hacia <strong>Dios</strong> y los que <strong>nos</strong> rodean, <strong>nos</strong> hará más que<br />

vencedores, y <strong>nos</strong> preparará para estar ante el gran trono blanco sin mancha ni<br />

arruga, con las ropas lavadas en la sangre del Cordero. * [316]<br />

* Año bíblico: Juan 12-13.<br />

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