Antimaquiavelo o refutación del príncipe - digital-csic Digital CSIC
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FEDERICO JI DE PRUSIA I VOLTAIRE<br />
tarea de aniquilar la virtud, acaso para convertir a todos los habitantes<br />
de este continente en congéneres suyos.<br />
[MaQuiavelo, al hablar de la virtud, se expone al ridlcuJo de Quienes<br />
razonan sobre algo Que no entienden en absoluto y, por lo demás, cae<br />
en el exceso Que censura en los otros; pOrque, si bien es cierto Que<br />
algunos autores han descrito un mundo demasiado bueno, no lo es<br />
menos Que él exagera hasta el paroxismo los rasgos de su maldad;<br />
partiendo de un prfncipe arrebatado pOr su embriaguez, no puede<br />
extraer sino falsas consecuencias; resulta tan impOsible razonar de un<br />
modo justo sin Que el paradigma <strong>del</strong> prfncipe sea legitimo como dibujar<br />
un cIrculo sin un centro común.]<br />
[La moral polltica <strong>del</strong> autor se reduce a no tener otros vicios Que<br />
los aprovechables por el interés, sacrificando los otros a la ambición<br />
y conformándose a la maldad <strong>del</strong> mundo para evitar una pérdida Que<br />
de otro modo serfa infalible.]<br />
[El interés es la palabra clave <strong>del</strong> enigma de este sistema pOlftico;<br />
hace las veces <strong>del</strong> torbellino de Descartes o de la gravitación de Newton.<br />
Según MaQuiavelo, el interés es el alma de este mundo y a él<br />
debe plegarse todo, incluidas las propias pasiones. Suponer Que los<br />
hombres puedan darse o abolir sus pasiones es pecar gravemente<br />
contra el conocimiento <strong>del</strong> mundo. El mecanismo <strong>del</strong> cuerpo humano<br />
demuestra Que nuestra alegrfa, nuestra tristeza, nuestra dulzura, nuestra<br />
cólera nuestro amor, nuestra indiferencia, nuestra sobriedad o<br />
nuestra intemperancia, en una palabra, todas nuestras pasiones no<br />
dependen sino de la avenencia de ciertas partes de nuestro cuerpo,<br />
de la construcción más o menos sutil de algunas peQuefias fibras y de<br />
ciertas membranas, de la espesura o fluidez de nuestra sangre, de la<br />
facilidad o el embarazo de su circulación, de la fuerza de nuestro<br />
corazón, de la naturaleza de nuestra bilis, <strong>del</strong> tamafio de nuestro<br />
estómago, etc. Ahora bien, me pregunto si todas estas partes de nuestro<br />
cuerpo se mostrarán lo suficientemente dóciles como para conformarse<br />
a las leyes de nuestro interés o si no es más razonable pensar<br />
Que no harán nada en tal sentido. Por otra parte, MaQuiavelo se encontrarla<br />
con muchos heréticos Que prefirirfan el dios de Epicuro (271)<br />
al dios de César.]<br />
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(271) Epicuro (341-271 a.C.). Impresionado pOr la filosofla de Demócrito. el