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Antimaquiavelo o refutación del príncipe - digital-csic Digital CSIC

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FEDERICO U DE PRUSIA I VOLTAIRE<br />

Los soberanos <strong>del</strong> segundo tipo se hallan como sumidos, por un<br />

defecto caracteriológico o una indolencia natural, en una indiferencia<br />

letárgica [y como se sabe los cuerpos desvanecidos vuelven a la vida<br />

merced a olores fuertes, espirituosos y balsámicos]. As! las cosas, un<br />

Estado sumido en el desfallecimiento por la debilidad <strong>del</strong> soberano<br />

tiene Que verse sostenido por la prudencia y la vivacidad de un ministro<br />

[capaz de suplir los defectos de su señor. En tal caso], el <strong>príncipe</strong> no<br />

es sino [el órgano de su ministro y a todo los más sólo sirve para<br />

representar ante los ojos <strong>del</strong> pueblo] el vano fantasma de la majestad<br />

real; y su persona es tan imlti! al Estado como necesaria para su<br />

ministro (403)*. [Entre los soberanos de la primera especie, la buena<br />

elección de sus ministros puede facilitar su trabajo, sin influir dema·<br />

siado en la felicidad <strong>del</strong> pueblo; entre los de la segunda especie, tanto<br />

la salvación <strong>del</strong> pueblo como la suya propia depende de la buena<br />

elección de los ministros.]<br />

A un soberano de bien no le resulta tan sencillo como se cree<br />

profundizar en el carácter de aquellos Que Quiere emplear para todo<br />

tipo de asuntos, pues los particulares tienen tanta facilidad para en·<br />

mascararse ante sus señores como muchos son los obstáculos con Que<br />

tropiezan los <strong>príncipe</strong>s para disimular su interior ante los ojos <strong>del</strong><br />

público (404)*.<br />

(403) X: ..... majestad real. pero un fantasma necesario, pOrque representa al<br />

Estado; todo cuanto cabe desear es que haga una elección afonunada".<br />

(404) S: "Los soberanos <strong>del</strong> segundo tipO se hallan como sumidos por un<br />

defecto caracteriológico, no habiendo recibido Jos mismos talentos que la providencia,<br />

pueden suplirlos con una elección afortunada. El rey Que iOza de una<br />

buena salud, y cuyo organismo es al mismo tiempO tan vigoroso como sutil para<br />

sobrellevar el penoso trabajo <strong>del</strong> gabinete, falta a su deber si se da un primer<br />

ministro; pero, a mi modo de ver. un prfncipe que no pOsea esos dones de la<br />

naturaleza, falta contra sr mismo y contra su pueblo, si no emplea todo cuanto<br />

tiene de razón para escoger a un hombre sabio que pOrte esa caraa cuyo peso<br />

resulta excesivo para su seftor. Los talentos no están en el haber de cualquiera;<br />

pero todo hombre, si quiere, contará con el suficiente discernimiento como para<br />

reconocerlos en otro y servirse de eUos. La ciencia más universal de los hombres<br />

es reconocer el aenio en los demás con toda rapidez; uno no se encuentra sino<br />

con dicretos anistas que juzgan muy bien a los más grandes maestros. Los soldados<br />

más insianificaotes conocen todo lo Que valen sus oficiales más notables; lo más<br />

arandes ministros son apreciados pOr sus cometidos. Un rey serfa, pOr lo tanto.<br />

cieao. si no distinguiera el genio de aqueUos a quienes emplea. Lo que no resulta<br />

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