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El árbitro Carlos Nai Foino<br />

contó los doce pasos como<br />

se hacía en aquella época,<br />

mientras La Bombonera se encontraba<br />

en máxima tensión,<br />

extendida a toda la Argentina<br />

por el sonido de la radio que no<br />

admitía distracciones. El 9 de diciembre<br />

de 1962, el superclásico<br />

era el preámbulo del título,<br />

cuando solamente se consagraba<br />

un campeón al final de cada<br />

año. Boca ganaba 1 a 0 y se acababa<br />

el partido, pero el disparo<br />

del brasileño Delem podía empatarlo<br />

para colocar a River en lo<br />

alto de la tabla. Antonio Roma<br />

dio dos pasos hacia adelante volcado<br />

a la derecha y detuvo el<br />

disparo. La gritería de la multitud<br />

conmovía casi tapando los relatos<br />

de José María Muñoz, Alfredo<br />

Curcu o Fioravanti, que recorrían<br />

el mapa. “Ataja Romaaa,<br />

gran atajada de Roma y el público<br />

invade la cancha”, describía la<br />

locura de la gente que saltó el<br />

alambrado para celebrar.<br />

El capitán Antonio Ubaldo<br />

Rattín evocó ese momento:<br />

“Del penal siempre recuerdo<br />

que todos los jugadores de River<br />

le reclamaban a Nai Foino y él<br />

me dijo ‘penal bien pateado es<br />

gol’. Pasamos a tener una ventaja<br />

de un punto y al domingo<br />

siguiente salimos campeones”.<br />

El gran arquero fue homenajeado<br />

en 2012 al cumplirse<br />

medio siglo de aquella jornada.<br />

A los 80 años se lo vio muy bien,<br />

feliz de fotografiarse en el arco de la proeza.<br />

“Aquel día salí de la cancha a las 9 de la noche<br />

en un camión, dentro de una caja abierta<br />

y tapado con una lona. La calle era una<br />

fiesta y todavía no habíamos salido campeones.<br />

Muchos dicen que me adelanté. Lo que<br />

pasa es que la pelota me había pasado, el<br />

cuerpo barrió, por la tirada, y las piernas llegaron<br />

a la puerta del área chica. Pero la pelota<br />

la agarré bien atrás”, recordó desafiando<br />

las viejas películas.<br />

El Tano Roma, o Tarzán, fue cinco veces<br />

campeón, cerró su arco en decenas de jornadas,<br />

pero esa atajada es la referencia obligada<br />

de su carrera, algo así como lo que le sucede<br />

a Juan Carlos Cárdenas con el gol que<br />

le dio a Racing la Intercontinental. Ese penal<br />

62●CSF<br />

DESPEDIDA A UN GRAN ÍDOLO DE BOCA JUNIORS<br />

FAREWELL TO BOCA JUNIORS GREAT IDOL<br />

ROMA, EL<br />

ARQUERO ETERNO<br />

Roma, the eternal goalkeeper<br />

marcó, además, a miles de hinchas.<br />

“Gracias, Tano” es el mensaje común<br />

de las evocaciones xeneizes. “Me diste la<br />

primera gran alegría del futbol”, recuerda<br />

Roberto, que tenía 10 años. “Lo escuchábamos<br />

por radio. Penal para River y mi hermano<br />

se escondió debajo de una cama. Yo<br />

quedé petrificado de miedo. Cuando escuché<br />

‘Ataja Roma’, grité como loco. Nos<br />

abrazamos y lloramos juntos de alegría”.<br />

Daniel, de la misma generación, reflexiona:<br />

“Roma está asociado a mis recuerdos más<br />

tempranos como hincha de Boca y los que,<br />

sin duda, me definieron como tal. Ese penal<br />

resume las características de la identidad xeneize:<br />

presencia de ánimo en momentos de<br />

alta tensión, agrandarse cuando la mano<br />

viene complicada, picardía para<br />

poder salir bien parado. Esa<br />

emoción que sentí a los 10<br />

años fue definitoria. ¿Se podía<br />

ser de otro cuadro? Con un arquero<br />

así, seguro que no”.<br />

Al periodista Raúl Lotitto<br />

esa tarde no le permitieron ir a<br />

la cancha. En su escrito “Con<br />

tu permiso, Tano” enaltece<br />

aquel momento: ”Ahora acaba<br />

de irse Antonio Roma, sin<br />

que ese accidente altere la historia<br />

ni agregue o quite nada<br />

a su leyenda. Lo que implica<br />

que la muerte -al menos para<br />

él- no existe. La dejó atrás para<br />

seguir eternamente vivo, tal<br />

como sigue latiendo -revivida<br />

hoy- la alegría que me dio su<br />

atajada magistral, aquel domingo<br />

de hace medio siglo,<br />

cuando el Tano me dio permiso<br />

para ser feliz”.<br />

Para los delanteros, Roma<br />

parecía ocupar todo el espacio.<br />

Comenzó en Ferro Carril Oeste<br />

en 1955 (“No tenía mucha técnica<br />

para el arco, pero sabía que<br />

la pelota no tenía que pasar y,<br />

por eso, la mordía, la apretaba,<br />

pero goles no me hacían y<br />

quedé”) hasta que en 1959 fue<br />

transferido a Boca junto a Silvio<br />

Marzolini. Cubrió la valla xeneize<br />

en 323 partidos. Ganó los<br />

torneos argentinos de 1962,<br />

1964, 1965 y el Campeonato<br />

Nacional en 1969 y 1970. También<br />

conquistó la primera Copa<br />

Argentina (1969). Ese año completó<br />

783 minutos sin recibir goles. Con 42<br />

partidos en la Selección, jugó los Mundiales<br />

de Chile e Inglaterra y las Copas América<br />

1957 y 1967. Había nacido en el barrio de Villa<br />

Lugano, Buenos Aires, el 13 de julio de<br />

1932.<br />

Marzolini lo recordó “Era el padrino de<br />

mi hija, una gran persona. Éramos una familia.<br />

Fue uno de los jugadores mas importantes<br />

del fútbol argentino. Teníamos muy buena<br />

defensa, pero siempre había una<br />

posibilidad y el Tano tapaba todo”.<br />

El 20 de febrero se despidió y la caravana<br />

que lo acompañó se detuvo en La Bombonera.<br />

Los que celebraron en 1962, sus hijos, sus<br />

nietos y la Mitad más Uno de la Argentina le<br />

dijeron a coro: “Gracias, Tano”.

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