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ORÍGENES Y DINÁMICA DE LOS SEMILLEROS DE ... - RedCOLSI

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El Semillero de Investigación… Un Espacio de Vida<br />

trico y racista porque considera al hombre (léase el hombre anglo-europeo) como<br />

medida de todas las cosas y parámetro de representación de la humanidad entera<br />

y sexista porque emplea distintos métodos para mantener en situación de inferioridad<br />

y subordinación al sexo dominado: el femenino (Keller,1989; Harding, 1996;<br />

Varela, 2005). Recordemos que en muchos países de Europa como en sus colonias,<br />

la academia estuvo vedada para las mujeres hasta bien entrado el siglo XX (Eynde,<br />

1994). De acuerdo con Keller, si bien la revolución científica no inició la dicotomía de<br />

lo masculino y lo femenino, sí respondió y apoyó la polarización cada vez mayor de<br />

mente y naturaleza, razón y sentimiento, objetivo y subjetivo, y una concepción de la<br />

naturaleza cada vez más alienada y mecanizada. A pesar de la pretensión de mostrar<br />

el pensamiento científico como neutral y objetivo, el androcentrismo sigue presente<br />

en el lenguaje y las metáforas que se usan para describir la ciencia. En palabras de<br />

Keller (1989: 85):<br />

70<br />

Cuando apodamos duras a las ciencias objetivas en tanto que opuestas a las ramas<br />

del conocimiento más blandas (es decir, más subjetivas), implícitamente estamos<br />

invocando una metáfora sexual en la que por supuesto ‘dura’ es masculino y ‘blanda’<br />

es femenino. De forma general, los hechos son duros, los sentimientos blandos.<br />

‘Feminización’ se ha convertido en sinónimo de sentimentalización. Una mujer que<br />

piensa científica u objetivamente está pensando ‘como un hombre’; a la inversa, el<br />

hombre que siga un razonamiento no racional, no científico, está argumentando<br />

‘como una mujer.<br />

Las distintas teorías feministas han impulsado a que investigadores e investigadoras<br />

se hagan preguntas que de otra manera no se habrían hecho. La invitación del pensamiento<br />

feminista no es, como ordinariamente se piensa, de dar un giro de poder de los<br />

hombres a las mujeres o de que se incluyan en igualdad de condiciones sus planteamientos,<br />

sino que, cuestionando el carácter opresor de las relaciones de género en la<br />

vida social y académica, avanzar de manera conjunta, hombres y mujeres, en la reconstrucción<br />

y transformación de estas relaciones, hacia un redimensionamiento diferente<br />

a lo que tradicionalmente hemos entendido por masculino y femenino.<br />

Las teorías feministas, al inquirir por qué se han privilegiado unas preguntas y unos saberes<br />

mientras se ignoran, niegan e invisibilizan otros, han llamado la atención sobre<br />

los supuestos aportes de la ciencia occidental al desarrollo de las sociedades humanas<br />

actuales, en especial en los países denominados del Tercer Mundo, al imponer prácticas<br />

en la construcción del conocimiento que no sólo han desfavorecido y desfavorecen<br />

a las mujeres sino a otros grupos subordinados y discriminados (Harding, 2000;<br />

Escobar, 1998).<br />

La crítica postcolonial y los estudios latinoamericanos sobre la colonialidad del<br />

saber retoman discusiones anteriores, contextualizándolas en el marco de las relacio-

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