Porque Agoniza El Cristianismo
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acuerdo con el piadoso cavernarismo predicado por su «representante».<br />
(Ojalá no nos quedásemos en la mera condenación de<br />
estos fanatismos y nos atreviésemos a pensar cuánto de ello es<br />
aplicable a nosotros.)<br />
A poco que uno se enfrenta, libre de sentimentalismos y de<br />
miedos sacros, a este Dios que el cristianismo nos presenta en el<br />
Pentateuco, echará de ver en él tremendos defectos que lo incapacitan<br />
para ser el Dios Universal. Y no es que queramos andar<br />
rebuscando en la biblia con ojos maliciosos para coleccionar todos<br />
aquellos lugares en que los «autores sagrados» tuvieron algún<br />
lapsus o simplemente escribieron en un estilo que hoy ya no está de<br />
moda; nos damos perfectamente cuenta de que los «autores<br />
sagrados» escribían en unas circunstancias totalmente diferentes a<br />
las nuestras y lógicamente habían de expresar sus ideas de una<br />
forma que hoy ya nos resulta extraña; todo esto se lo perdonamos de<br />
muy buena gana y sin problema ninguno. Y no sólo estamos<br />
dispuestos a perdonar estos estilos viejos de «autores sagrados» sino<br />
que hasta estamos dispuestos a admitir —aunque sólo sea por un<br />
rato- que la biblia es la palabra de Dios, entendiendo esto como la<br />
Iglesia lo quiere entender. Vamos a escudriñar los textos sagrados<br />
para ver qué idea nos dan de Dios. Pero por otro lado, nos<br />
atendremos a lo que leamos y no a lo que los «expertos» nos digan<br />
que hay que entender; porque este doble juego de las autoridades<br />
eclesiásticas -el de atenerse al pie de la letra cuando el texto les<br />
favorece y el de «interpretarlo» cuando no les conviene— es un<br />
viejo truco con el que los.pastores de almas han tenido a su grey<br />
amarrada en corto.<br />
En una lectura atenta y simple del Pentateuco nos encontramos<br />
enseguida con que el Dios que allí se nos presenta -el Yahvé que se le<br />
manifestó a Abraham y a Moisés- es un individuo vengativo, cruel,<br />
encaprichado con un pueblo y feroz con los otros pueblos que<br />
supuestamente también eran hijos suyos, celosísimo de otros dioses<br />
(dioses que por otro lado no existían, a juzgar por las mismas<br />
enseñanzas de Yahvé), intolerante, impaciente, incumplidor de sus<br />
promesas, incansable demandador de sacrificios sangrientos (con los<br />
cuales no hacía más que imitar a los «falsos dioses» de los otros<br />
pueblos), extraño en su manera de mani-<br />
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