Porque Agoniza El Cristianismo
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errores pragmáticos, pero aparte de que nos llevaría demasiado<br />
espacio, que le restaríamos a otras cosas que están más en la raíz de<br />
la agonía del cristianismo, creemos que algunos de ellos irán saliendo<br />
diseminados a lo largo de este libro.<br />
Pondré, sin embargo, un solo ejemplo eminente de uno de estos<br />
desvarios fruto de la vejez de la Iglesia, que la impulsa a decir cosas<br />
que en este mundo de hoy ya no tienen sentido, y que provocan entre<br />
sus mismos fieles una gran confusión, pues se dan claramente cuenta<br />
de que la enseñanza o el mandato de la Iglesia es un error.<br />
(Antes de entrar a describir este «desvarío» quiero hacer<br />
constar que no todas las autoridades religiosas dentro del mundo<br />
cristiano lo sostienen. Si bien es cierto que dentro del catolicismo es<br />
doctrina oficial y que hay unas cuentas sectas protestantes que<br />
también lo defienden, sin embargo, hay que reconocer que la<br />
mayor parte de los líderes protestantes y ortodoxos lo rechazan.)<br />
Nos referimos al desvarío de pensar y enseñar que no se puede<br />
restringir la natalidad usando «medios artificiales»; nos referimos<br />
asimismo al desvarío de sostener que la procreación de los hijos es<br />
algo que no está directa y absolutamente bajo el control de los<br />
padres y de que tienen una gran connotación religiosa los métodos<br />
que éstos usen para limitar su prole; nos referimos al desvarío de<br />
pensar irresponsablemente que Dios «usará su santa providencia»<br />
con el mundo cuando éste tenga diez mil millones de habitantes<br />
(cosa que sucedería muy pronto si los hombres les hiciesen caso a<br />
estos líderes religiosos.) Nos referimos en general al juicio que el<br />
sexo les ha merecido a las autoridades cristianas, y a las doctrinas que<br />
en torno a él han elaborado a lo largo de los siglos.<br />
<strong>El</strong> punto de vista del Vaticano con respecto al control de la<br />
natalidad es algo de no creerse, en una Institución a la que pertenecen<br />
tantísimos hombres eminentes y en unos tiempos en los que ya es<br />
una necesidad apremiante la práctica diamentralmente opuesta de<br />
todo lo que la Iglesia dice en este particular.<br />
En los últimos tiempos hemos visto cómo la Iglesia, acosada por<br />
todas partes para que reconsidere su posición, ha hecho algunos<br />
pinitos para ponerse un poco más a tono con los tiempos;<br />
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