Porque Agoniza El Cristianismo
Porque Agoniza El Cristianismo
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fácil descubrir a ese Dios escondido tras la infinidad de sus criaturas<br />
y en la profundidad insondable de su universo.<br />
De niño, inducido por mis maestros religiosos, miraba a los ateos<br />
como a seres desnaturalizados; ellos eran los «impíos» por<br />
excelencia; una especie de monstruos de maldad a quienes el<br />
infierno esperaba con sus eternas fauces abiertas. Hoy día los veo con<br />
mucha mayor comprensión; me inspiran hasta un poco de simpatía<br />
pues veo en ellos a gente que se preocupa de descifrar de alguna<br />
manera el misterio de la vida y de lo trascendente, frente a otros para<br />
quienes estos problemas del más allá son algo totalmente carente de<br />
importancia. Y también tengo que confesar que los veo con un poco<br />
de lástima pues su miopía para ver el más allá los priva de un cierto<br />
regusto que a los creyentes nos da la esperanza; aunque no sea la<br />
esperanza en un cielo inmediato, sí la esperanza de que el<br />
maravilloso espectáculo de la creación y de la vida va a continuar<br />
en alguna parte, de alguna manera.<br />
Y hecho este aparte a propósito de ateísmo y de los ateos, trataré<br />
de concretar cuál es mi idea de Dios.<br />
Mi dios no es un Dios «personal». No está aquí o allí. No «tiene»;<br />
no «quiere»; no «se enfada»; no «castiga»; no «perdona»... Todos<br />
estos son atributos de las personas humanas; y como ya dije, Dios ni<br />
es hombre ni es persona.<br />
Indudablemente al hombre-niño le da más seguridad la idea de<br />
un Dios-padre y en cierta manera se siente perdido y huérfano<br />
cuando le privan de ella. Por eso creo que esta idea de presentar a<br />
Dios como padre, haciendo mucho hincapié en ello, fue un gran logro<br />
del cristianismo y de Cristo.<br />
Pero desde los tiempos de la fundación del cristianismo hasta<br />
hoy, la psicología de los hombres (y más en concreto, la de ciertos<br />
hombres más evolucionados) ha cambiado mucho. Si bien es cierto<br />
que aún sigue habiendo mayoría de hombres-niños en este planeta,<br />
también lo es que la humanidad en general (y sobre todo ciertos<br />
pueblos y naciones en particular), han ido despertando de su estado<br />
de infantilidad y hoy día, aún sabiéndose débiles ante las fuerzas de<br />
la naturaleza e impotentes ante la dura realidad de<br />
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