Porque Agoniza El Cristianismo
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auténticos que cumplen el mandamiento del amor y que lo<br />
demuestran con sus vidas y con la preocupación por el bienestar<br />
de sus hermanos. Pero desgraciadamente son una pequeña<br />
minoría comparados con el ingente número de los bautizados.<br />
Los viejos tienen los sentidos embotados<br />
Debido a ello son lentos para caer en la cuenta de la realidad<br />
circundante. Y no sólo eso, sino que son tardos para reaccionar, una<br />
vez que caen en la cuenta. Él cristianismo que tan rápidamente<br />
captó en sus comienzos las circunstancias históricas (sicológicas,<br />
económicas, culturales y cultuales) en las que se hallaba cada uno de<br />
los pueblos que iba conquistando, en la actualidad, ante los<br />
profundísimos cambios por los que está pasando la humanidad y en<br />
particular el siquismo del hombre de finales del siglo XX,<br />
permanece estático y sin apenas dar señales de reacción, dando a<br />
entender que sus líderes no caen en la cuenta de lo que en la<br />
actualidad está pasando en el alma de sus «fieles». (Se puede objetar<br />
que todo el Concilio Vaticano II es una reacción y una toma de<br />
conciencia de todos estos cambios que están sucediendo. Sin<br />
embargo, una cosa es lo que una minoría de espíritus alertas dice en<br />
una reunión cerrada y otra lo que se practica en general por el<br />
pueblo cristiano y por esos mismos pastores fuera de la reunión.)<br />
Un ejemplo de este embotamiento de los sentidos para caer en<br />
la cuenta de lo que está pasando en el alma de los fieles, es el<br />
movimiento carismático. Este movimiento constituye en la actualidad<br />
un verdadero dolor de cabeza para la jerarquía católica. Por un lado<br />
ven en él muchas cosas positivas y por otro lado sospechan de él —<br />
con mucha razón— al ver ciertos aspectos nada claros; total, que la<br />
jerarquía católica, desde el Papa para abajo, están confusos y no<br />
comprenden qué es lo que hay detrás de todo ello.<br />
Para los Pentecostales, por ejemplo, no hay duda ninguna en<br />
todo esto; todas esas extrañas experiencias que se manifiestan en las<br />
almas y en los cuerpos de los fieles, son sencillamente obra del<br />
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