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tenía otra novia, una joven mulata de la que Max y Steven decían que estaba como<br />

un tren. A Yael le parecía que tenía el culo muy gordo pero como se sentía<br />

incapaz de entender a los hombres, prefería no opinar. Steven también tenía novia:<br />

Nabuko, una japonesa estudiante de literatura inglesa - minúscula y casi muda -<br />

que aunque a ella le parecía un coñazo tenerla siempre rondando por la casa tras<br />

Steven, no contaba con sacársela de encima porque había oído a éste decirle a<br />

Max que le hacía unas mamadas gloriosas. De Molly me contó que Max y sus<br />

amigos siempre la habían encontrado buenísima, lo que hacía que su hermano la<br />

considerara un trofeo. Molly era hija de unos vecinos de sus abuelos en Long<br />

Island y había empezado a salir aquel verano con Max. A Dinah no le gustaba<br />

pero la admitía porque creía que cuanto más Molly tuviera Max, antes se cansaría.<br />

La pareja dormía en dos sofácama que estaban en lo que llamábamos el cuarto de<br />

música: una pequeña leonera situada en el semisótano donde hasta ese verano<br />

Yael y yo nos solíamos instalar para escuchar nuestros compactos a todo trapo.<br />

Ahora sólo lo hacían ellos y, con frecuencia, sonaba el mismo una y otra vez<br />

durante horas. , me dijo Yael. No, no lo entendía,<br />

pero asentí. Vigilaría para intentar comprender de qué hablaba.<br />

Se acercaba la noche y el río brillaba oscuro cuando oímos la voz de Dinah<br />

en el vestíbulo. No sé por qué al oír su voz supe que era a ella a quien habían<br />

apresado los silencios. Aún y así pasaron tres semanas que recordaré como las<br />

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