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la_experiencia_de_leer

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luego permitan extraer acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida humana.<br />

Cuando se trata <strong>de</strong> historias bien construidas, suelen permitirnos una<br />

reflexión ulterior sobre lo que l<strong>la</strong>maríamos «probabilidad hipotética», sobre lo<br />

que sería probable si se diera <strong>la</strong> situación inicial. Pero ésta se suele presentar<br />

como si fuese inmune a toda crítica. En épocas más ingenuas se <strong>la</strong> aceptaba<br />

porque venía respaldada por <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> una autoridad. Nuestros<br />

antepasados respondían <strong>de</strong> el<strong>la</strong> (myn auctour o thise ol<strong>de</strong> wisé). En caso <strong>de</strong><br />

que los poetas y los oyentes <strong>la</strong> pusieran en te<strong>la</strong> <strong>de</strong> juicio, <strong>la</strong> consi<strong>de</strong>raban<br />

como nosotros consi<strong>de</strong>ramos los hechos históricos: los hechos, a diferencia <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s invenciones literarias, cuando están bien probados, no necesitan ser<br />

probables. A menudo no suelen serlo. Tampoco es raro que el poeta nos avise<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> inconveniencia <strong>de</strong> extraer <strong>de</strong> su obra conclusiones sobre <strong>la</strong> vida en<br />

general. Cuando un héroe levanta una enorme piedra, Homero nos dice que<br />

dos hombres actuales, dos hombres <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> nuestra <strong>experiencia</strong>, serían<br />

incapaces <strong>de</strong> mover<strong>la</strong> 10. Píndaro nos dice que Hércules contempló el país <strong>de</strong><br />

los hiperbóreos, pero no pensemos que eso está a nuestro alcance 11. En<br />

épocas <strong>de</strong> mayor refinamiento <strong>la</strong> situación se acepta más bien como un<br />

postu<strong>la</strong>do. «Supongamos» que Lear dividió su reino; que el riche gnof <strong>de</strong>l<br />

Cuento <strong>de</strong>l molinero era infinitamente crédulo; que bastan unas ropas<br />

masculinas para que <strong>la</strong> muchacha se vuelva irreconocible a los ojos <strong>de</strong> todos,<br />

incluidos los <strong>de</strong> su enamorado; que <strong>la</strong>s calumnias acerca <strong>de</strong> los seres más<br />

próximos y más queridos siempre son aceptadas, aunque procedan <strong>de</strong>l<br />

personaje menos digno <strong>de</strong> fe. Pero ¿estamos seguros <strong>de</strong> que el autor no dice<br />

que «éstas son cosas que suce<strong>de</strong>n»? ¿Estamos seguros <strong>de</strong> que, si lo dice,<br />

miente? En realidad, no dice eso sino esto otro: «Supongamos que esto ha<br />

sucedido. ¡Qué consecuencias más interesantes y emocionantes se <strong>de</strong>rivarían!<br />

Escuchad. La historia sería ésta». Si pusiéramos en te<strong>la</strong> <strong>de</strong> juicio lo postu<strong>la</strong>do<br />

<strong>de</strong>mostraríamos no haber entendido; como si, en los juegos <strong>de</strong> cartas,<br />

preguntásemos por qué los triunfos son triunfos. Ésas son cosas que hace<br />

Mopsa. Cosas fuera <strong>de</strong> lugar. La raison d'etre <strong>de</strong> una historia no resi<strong>de</strong> en eso<br />

sino en el l<strong>la</strong>nto, el estremecimiento, <strong>la</strong> admiración o <strong>la</strong> risa que su <strong>de</strong>sarrollo<br />

es capaz <strong>de</strong> producir en nosotros.<br />

Me parecen ilícitos los esfuerzos por acomodar ese tipo <strong>de</strong> historias <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

marco <strong>de</strong> una teoría literaria basada en el realismo radical. No se trata -en<br />

ningún sentido pertinente-<strong>de</strong> representaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida tal como <strong>la</strong><br />

conocemos, y nunca se les atribuyó esa cualidad. No es que <strong>la</strong>s extrañas cosas<br />

que mencionan aparezcan investidas <strong>de</strong> probabilidad hipotética con el objeto<br />

<strong>de</strong> aumentar nuestro conocimiento <strong>de</strong>l mundo real mostrando cómo<br />

reaccionaría este último si se le sometiera a una prueba tan poco probable. Lo<br />

que suce<strong>de</strong> es todo lo contrario. La probabilidad hipotética se introduce para<br />

que podamos imaginar plenamente esas cosas extrañas. No es que Hamlet se<br />

encuentre con un fantasma para que sus reacciones nos permitan conocer<br />

mejor su naturaleza y, por en<strong>de</strong>, <strong>la</strong> naturaleza humana en general; Hamlet<br />

reacciona con naturalidad para que podamos aceptar al fantasma. La<br />

exigencia <strong>de</strong> que toda literatura se ajuste al realismo <strong>de</strong> contenido es<br />

insostenible. La mayoría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s gran<strong>de</strong>s obras <strong>de</strong> <strong>la</strong> literatura mundial no<br />

satisfacen ese requisito. Sin embargo, hay una exigencia muy distinta que sí<br />

pue<strong>de</strong> formu<strong>la</strong>rse: no se trata <strong>de</strong> que todos los libros <strong>de</strong>ban ajustarse al<br />

realismo <strong>de</strong> contenido, pero cada libro ha <strong>de</strong> tener <strong>la</strong> dosis <strong>de</strong> ese tipo <strong>de</strong><br />

realismo que pretenda<br />

tener.<br />

10 Iliada, V, 302 y ss.<br />

11 Olímpica III, 31; Piuca X, 29 y ss.

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