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hacer sus necesida<strong>de</strong>s. Creo que esto es positivo. Esos <strong>de</strong>rrocamientos<br />
constituyen un gran <strong>de</strong>sperdicio <strong>de</strong> energía. El tipo <strong>de</strong> polémicas que<br />
encien<strong>de</strong>n produce más calor que c<strong>la</strong>ridad. No contribuyen a mejorar en lo<br />
más mínimo <strong>la</strong> competencia para <strong>la</strong> buena lectura. Lo mejor para corregir el<br />
gusto <strong>de</strong> una persona no es <strong>de</strong>nigrar a sus autores favoritos, sino enseñarle a<br />
disfrutar con otros mejores.<br />
Éstas son, en mi opinión, <strong>la</strong>s ventajas que podrían obtenerse si nuestros<br />
juicios sobre los libros se basaran en nuestros juicios sobre <strong>la</strong> forma en que<br />
son leídos. Pero hasta ahora hemos <strong>de</strong>scrito el funcionamiento i<strong>de</strong>al <strong>de</strong><br />
nuestro método, sin tomar en cuenta los escollos que surgen al querer<br />
aplicarlo. En <strong>la</strong> práctica, tendremos que contentarnos con algo menos<br />
perfecto.<br />
La objección más obvia que pue<strong>de</strong> formu<strong>la</strong>rse a nuestra propuesta se basa en<br />
el hecho <strong>de</strong> que un mismo libro pue<strong>de</strong> <strong>leer</strong>se <strong>de</strong> diferentes maneras. Como<br />
bien sabemos, algunos lectores, sobre todo algunos esco<strong>la</strong>res, hacen un uso<br />
pornográfico <strong>de</strong> ciertos pasajes pertenecientes a nove<strong>la</strong>s y poemas <strong>de</strong> excelente<br />
calidad; y ahora que <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> Lawrence se publican en ediciones <strong>de</strong><br />
bolsillo, <strong>la</strong>s ilustraciones <strong>de</strong> sus cubiertas y el tipo <strong>de</strong> libros que suelen<br />
hacerles compañía en los puestos <strong>de</strong> venta reve<strong>la</strong>n con toda c<strong>la</strong>ridad a qué<br />
c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> compradores, y, por tanto, a qué c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> lectores esperan satisfacer<br />
los libreros. Por consiguiente, <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>cir que lo que con<strong>de</strong>na un libro no<br />
es <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> ma<strong>la</strong>s lecturas, sino <strong>la</strong> ausencia <strong>de</strong> buenas. Des<strong>de</strong> el punto<br />
<strong>de</strong> vista i<strong>de</strong>al, nos gustaría po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>finir un buen libro como el que «permite,<br />
propone o impone» una buena lectura. Sin embargo, <strong>de</strong>beremos contentarnos<br />
con que «permita y proponga». De hecho, pue<strong>de</strong> haber libros que impongan<br />
una buena lectura, en el sentido <strong>de</strong> que los malos lectores probablemente sean<br />
incapaces <strong>de</strong> pasar <strong>de</strong> sus primeras páginas. Cualquier persona que coja<br />
Samson Agonistes, Rasse<strong>la</strong>s o Urn Burial sólo para matar el tiempo, buscar<br />
emociones o para alimentar sus fantasías egoístas, no tardará en <strong>de</strong>jarlos <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong>do. Sin embargo, los libros que, <strong>de</strong> este modo, no admi<br />
ten una ma<strong>la</strong> lectura, no son necesariamente mejores que los que sí pue<strong>de</strong>n<br />
sufrir<strong>la</strong>. Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista lógico, el hecho <strong>de</strong> que cierto tipo <strong>de</strong> belleza<br />
no admita ultrajes, y otro, en cambio, sí, tiene una significación meramente<br />
acci<strong>de</strong>ntal. En cuanto a «propone», es evi<strong>de</strong>nte que en esto pue<strong>de</strong> haber<br />
grados. Por tanto, nuestro último recurso radica en «permite». Des<strong>de</strong> el punto<br />
<strong>de</strong> vista i<strong>de</strong>al, el mal libro es el que necesariamente excluye toda buena<br />
lectura. Las pa<strong>la</strong>bras que lo componen no toleran un examen cuidadoso, y su<br />
contenido es totalmente inconsistente cuando lo que se busca no es sólo<br />
alimento para <strong>la</strong>s emociones o <strong>la</strong> mera fantasía egoísta. Sin embargo, nuestra<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo que es un buen libro entraña también <strong>la</strong> segunda nota mencionada<br />
en esa <strong>de</strong>finición: <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>be «proponer» una buena lectura. No basta con<br />
que exista cierta posibilidad <strong>de</strong> que, esforzándonos, consigamos realizar una<br />
lectura atenta y obediente. El autor no <strong>de</strong>be <strong>de</strong>jarlo todo en nuestras manos.<br />
Debe mostrar, lo más pronto posible, que su obra merece -porque tiene con<br />
qué recompensar<strong>la</strong>- una lectura cuidadosa y disciplinada.<br />
También se objetará que no tomar como criterio los libros sino el tipo <strong>de</strong><br />
lectura que se les aplica, supone alejarse <strong>de</strong> lo conocido para volverse hacia lo<br />
incognoscible. Al fin y al cabo, siempre po<strong>de</strong>mos acce<strong>de</strong>r a los libros e<br />
inspeccionarlos personalmente; pero ¿qué po<strong>de</strong>mos saber en realidad sobre <strong>la</strong><br />
forma en que son leídos por los <strong>de</strong>más? Sin embargo, esta objeción es mucho<br />
menos po<strong>de</strong>rosa <strong>de</strong> lo que parece.<br />
Como ya hemos dicho, el juicio sobre los tipos <strong>de</strong> lectura tiene dos etapas.<br />
Primero, excluimos a algunos lectores por consi<strong>de</strong>rarlos <strong>de</strong>sprovistos <strong>de</strong><br />
sensibilidad literaria. Después, observamos a los restantes y distinguimos