José María Salcedo EL VUELO DE LA BALA - "CHEMA" Salcedo
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con otro de ellos encendido, roza el cuerpo del cigarro. El cigarro se ennegrece, ya está<br />
petroleado.<br />
Viene inmediatamente una profunda, ansiosa, desesperada aspiración.<br />
El Seco ha vuelto a sonreír, pero ya está empezando a mirar nerviosamente hacia<br />
todos lados. Estamos en una calle lateral y varios transeúntes han visto, con indiferencia,<br />
esa aspiración agónica, mientras se repiten las fotografías.<br />
"¿Que qué le diría a la juventud?", medita El Seco. "¡Qué le voy a decir, pues¡<br />
Que fumen a forro, antes de que llegue el año dos mil. ¿Por qué antes del año dos mil?<br />
Porque como están las cosas en el Perú, el año dos mil cada paco va a estar costando<br />
doscientos mil soles". Y se ha alejado pedaleando lentamente pero con la cabeza<br />
rapidísima, volteando, buscando en toda dirección.<br />
Media hora después, el paquetero del callejón sí acudió a la cita.<br />
"Por las puras no converso"<br />
"Más que por necesidad estoy en esto para ayudar a la mamá de un amigo", parece<br />
mentir el hombre frente a un café aguado y un plato de tallarines con pollo, en una<br />
cantina cercana al cine Balta.<br />
Insistirá durante toda nuestra conversación en que él es un mecánico tornero, de<br />
trabajo fijo, que entró a los pacos cuando cumplía servicio militar y más que nada para<br />
ayudar a una viuda, madre de un compañero. La viuda recibía las bolsas de plástico con<br />
la PBC y organizaba los pacos que entregaba a varios vendedores.<br />
Su récord —memorable récord— fue una tarde en que llegó a vender veinte<br />
millones de soles. ¿Problemas con la policía? Jamás. ¿La razón? "Los que tienen<br />
problemas son los bomberos, los que hacen bomba, los que agarran tiza, la disuelven y se<br />
la dan a un angustiado que está palteado y no se da cuenta. Ese arma laberinto y caen los<br />
tiras o la Guardia Civil. Entonces, si uno no lleva plata, va adentro. Pero en la mayoría de<br />
los casos se arregla por veinte o treinta locos en el mismo patrullero. De todas maneras,<br />
puede ser que la cosa sea grande y eso ya es cuestión de varios palos. Entonces ya hay<br />
que arreglar con el mismo comisario".<br />
La PBC que reparte este hombre proviene de los celebres Barracones del Callao.<br />
De ahí sale en bolsas de plástico hacia los distintos distribuidores que, como en el caso de<br />
su proveedora, la convierten en pacos de cinco mil soles cada uno. El obtiene mil soles de<br />
utilidad por cada paco o paquete vendido. "El noventa por ciento de los vendedores —<br />
señala— no son del barrio. Yo vengo por acá sólo tres veces por semana, para que no me<br />
manyen".<br />
"¿Qué me pasó la primera vez? Sentía un poco de temor. Mi familia no sabe nada,<br />
porque para ellos esto es algo bajo. Sí, a veces me jode pensar que lo que yo vendo le<br />
hace daño a la gente. Pero como está la vida, algunos están desesperados, y mal que bien<br />
se tienen que recursear.<br />
Y antes de levantarnos de la mesa, el hombre, casi con timidez, me pidió cinco<br />
mil soles. Cuando se los introdujo al bolsillo comentó: ―Así es maestro, porque uno, por<br />
las puras, no va a conversar‖.