José María Salcedo EL VUELO DE LA BALA - "CHEMA" Salcedo
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Pues bien, la "ocoñización" de nuestra economía es lo que ha venido abultando, a<br />
manera de un nacionalista huaico, nuestra pudorosa y correcta sección de "otros".<br />
Naturalmente, es un huaico que viene de la selva. Cinematográficamente<br />
hablando, Robles Godoy pudo decir que en la selva no hay estrellas. Económicamente<br />
podemos decir, sin embargo, que en la selva sí hay dólares, la moneda-estrella por<br />
excelencia en el Perú.<br />
Verde que te quiero verde<br />
Subdesarrollado destino el nuestro. Mientras en cualquier aeropuerto de Europa<br />
usted es mirado con desgano cuando se acerca a cambiar sus dólares (el dólar palidece<br />
ante el marco, el yen o el franco), aquí, en el Perú, eliminados los terratenientes, hemos<br />
instaurado los dólar-tenientes. Más que tenientes, verdaderos generales de la economía<br />
nacional. Si no la verdad, como dice el Evangelio, ya sabemos que el dólar os hará libres.<br />
¿Sabe usted, por ejemplo, que hay gente en este país que viaja semanalmente a<br />
Uchiza y regresa con un maletín de medio millón de dólares? Sí, dólares hay. Como es<br />
obvio, ese viajero va en una avioneta, acompañado por un oficial de la PIP y está<br />
debidamente conectado con ciertas autoridades locales. Por favor, no me pidan nombres.<br />
¿Sabía usted, por ejemplo, que varios bancos estuvieron haciendo lo mismo, es<br />
decir estableciendo esta suerte de agencias aéreas entre Uchiza y Lima?<br />
Lo estuvieron haciendo hasta que el Banco de Crédito, pre-estatización (y<br />
posterior "socialización"), estableció agencias en Tocache y Uchiza. Los mal pensados,<br />
como siempre, han tenido que decir que la estatización de la banca tuvo que ver con estos<br />
"chupones" dolarófagos de la selva, más que con otras consideraciones de orden formal o<br />
estructural.<br />
Como fuere, y valga otra digresión, lo cierto es que la realidad económica peruana<br />
—la economía real— se organiza con prescindencia del Estado. Si el Japón, por poner un<br />
caso, experimenta entre un setenta y un ochenta por ciento de intermediación financiera<br />
formal, es decir de dinero que circula a través del sistema bancario formalmente<br />
establecido, en el Perú la cifra no rebasa el quince por ciento, cifra que indudablemente<br />
podría variar si se modifican las tasas de interés y se adopta otras medidas<br />
complementarias. Cabe entonces preguntarse qué es realmente lo que se ha estatizado en<br />
el país.<br />
Cifras gruesas, recogidas por la revista Andean Report y la anterior edición de<br />
Quehacer, establecen que el monto de esta masa de dólares "informales" que circula en<br />
nuestro país, asciende a un tercio del total de nuestras exportaciones "formales". Estamos<br />
hablando de casi novecientos millones de dólares al año, nada menos.<br />
He ahí la cifra de los coca-dólares que quedan en el Perú. Quedan, decimos,<br />
porque no sabemos a, ciencia cierta, los que se van. Este dólar informal, no hace falta ya<br />
ni sospecharlo, es producto de la más rentable de las actividades de la economía informal<br />
que se realizan en el país. Estamos hablando de la coca y de la incidencia decisiva de la<br />
coca en nuestra economía. E incidencia decisiva para nuestros planes de desarrollo. Si en<br />
los primeros años de este régimen se optó por una definida política de crecimiento<br />
económico, nadie tenía que haberse graduado en Harvard para darse cuenta de que ello<br />
implicaba un consecuente crecimiento de las demandas nacionales de divisas. Y como el<br />
lema de exportar o morir tenía más de morir que de exportar —pregúntesele a los