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04 07 los amigos de jashua tomo ii maestra hilarion de monte nebo

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LOS AMIGOS DE JHASUA TOMO 2<br />

HILARION DE MONTE NEBO<br />

Aquí es más dura la vida que en nuestra dulce Galilea, y <strong>los</strong> corazones son también duros<br />

como estas<br />

rocas y estas montañas.<br />

¡Aquí no está Simóni<strong>de</strong>s, ni la Santa Alianza, ni el príncipe Judá, ni estás Tú Maestro mío<br />

que hacías brotar<br />

trigo y pan <strong>de</strong> las piedras!...<br />

Una suave dulzura le envolvió <strong>de</strong> pronto y en su alma dolorida por el dolor <strong>de</strong> sus semejantes<br />

le hizo oír<br />

estas palabras: "Estoy a tu lado Andrés para <strong>de</strong>cirte; sigue andando por la orilla <strong>de</strong>l mar y<br />

encontrarás la<br />

solución a toda cuanto aflige tu corazón".<br />

El apóstol cayó <strong>de</strong> rodillas en un espontáneo acto <strong>de</strong> adoración a esa voz, a ese algo divino<br />

e invisible que<br />

se le hacía sentir en su hora <strong>de</strong> incertidumbre y <strong>de</strong> angustia.<br />

Una po<strong>de</strong>rosa ola <strong>de</strong> energía le <strong>de</strong>cidió <strong>de</strong> pronto y continuó su marcha hacia oriente. El sol<br />

<strong>de</strong>l mediodía<br />

<strong>de</strong>rretía la nieve <strong>de</strong> <strong>los</strong> caminos y un aire tibio le acariciaba la frente.<br />

En un vallecito <strong>de</strong> suave verdor vio unos renos con crías que pastaban tranquilamente.<br />

Pensó que <strong>de</strong>bían pertenecer a una cabaña cercana y se acercó a ellas que huyeron por <strong>los</strong><br />

vericuetos <strong>de</strong><br />

la montaña que circundaba el valle.<br />

Al tropel que ellas hicieron, salió un anciano <strong>de</strong> larga túnica azul que hacia contraste con la<br />

blancura <strong>de</strong> su<br />

cabello y <strong>de</strong> su barba.<br />

—Yo no espanté tus renos, buen hombre —le dijo Andrés— pero ellas huyeron <strong>de</strong> mí. ¿Hay<br />

población por<br />

estos lugares?<br />

— ¿Tan extranjero eres que no lo sabes? —le contesto el anciano.<br />

—Soy <strong>de</strong> Siria y no hace mucho que habito aquí.<br />

—Hay un villorrio más al oriente, pero dista mucho y no creo que llegues antes <strong>de</strong>l<br />

anochecer. Si quieres<br />

venir a mi cabaña, te la ofrezco <strong>de</strong> buena voluntad.<br />

Andrés recordó la voz que le habló en el camino y unió ese recuerdo a la dulce voz <strong>de</strong>l<br />

anciano y a la<br />

bondadosa mirada que lo envolvía <strong>de</strong> suavidad y <strong>de</strong> ternura.<br />

—Descansaré unos momentos y tornaré a mi cabaña en <strong>los</strong> suburbios <strong>de</strong> Trapezonte —<br />

contestó el<br />

Apóstol.<br />

—Los hombres <strong>de</strong> <strong>los</strong> hie<strong>los</strong> —dijo el anciano— sólo tenemos para obsequiar a <strong>los</strong> viajeros<br />

la clásica<br />

www.gftaognosticaespiritual.org GRAN BIBLIOTECA VIRTUAL ESOTERICA<br />

ESPIRITUAL<br />

2<strong>04</strong>

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