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04 07 los amigos de jashua tomo ii maestra hilarion de monte nebo

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LOS AMIGOS DE JHASUA TOMO 2<br />

HILARION DE MONTE NEBO<br />

Gran<strong>de</strong>s peñascos azulados y blancos a la vera <strong>de</strong> un mar <strong>de</strong> azules oscuras ondas,<br />

ostentaban como<br />

ornamentación gigantesca grupos <strong>de</strong> cactus enormes, cuya floración semejaba copas <strong>de</strong><br />

marfil don<strong>de</strong> bebían<br />

las mariposas y las abejas doradas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sconocida región.<br />

Una anciana <strong>de</strong> blancos cabel<strong>los</strong> y amorosos ojos recogía con suavidad las abejas <strong>de</strong> oro y<br />

las escondía<br />

en una canastilla <strong>de</strong> fibra vegetal que cubría cuidadosamente con una gasa blanca.<br />

Era sin duda una cultivadora <strong>de</strong> aquellas abejas, porque la visión les llevó a un jardín <strong>de</strong><br />

cactus cubierto <strong>de</strong><br />

fina rejilla <strong>de</strong> cobre don<strong>de</strong> millares <strong>de</strong> abejas <strong>de</strong> oro zumbaban incesantemente formando<br />

una melodía extraña,<br />

sin notas, sin veces, que podía calificarse <strong>de</strong> sonoro canto mudo. Y entre esas abejas había<br />

una que, al<br />

parecer, enamorada <strong>de</strong> su amorosa dueña, se posaba en su cabeza blanca, se escondía<br />

entre <strong>los</strong> bucles <strong>de</strong> su<br />

cabello, y por fin se prendía como un broche <strong>de</strong> oro en su pecho y allí quedaba quieta por<br />

largo tiempo.<br />

La anciana, sin inmutarse, continuaba hilando <strong>los</strong> velloncitos blancos que sostenía en sus<br />

rodillas.<br />

La visión continuaba cual si fuera pintada en una ancha cinta que manos invisibles<br />

<strong>de</strong>sarrollaban<br />

lentamente.<br />

Las nubes se agitaron sobre el mar azul, un huracán batió sus alas po<strong>de</strong>rosas y la fina rejilla<br />

<strong>de</strong> cobre se<br />

rompió en varias partes. Las gran<strong>de</strong>s abejas <strong>de</strong> oro se escapaban volando, el viento las<br />

arrastraba lejos y la<br />

anciana las seguía con la mirada entristecida, pero sin moverse <strong>de</strong> su sitio.<br />

Por fin se fueron todas y sólo quedó aquella que prendida en su pecho parecía dormir en<br />

suave quietud.<br />

El amor <strong>de</strong> la anciana se <strong>de</strong>sbordó sobre ella como un manantial incontenible y poniéndola<br />

en el hueco <strong>de</strong><br />

su mano le hablaba como pudiera hacerlo a una tierna criatura mimosa.<br />

''Tú eres mi hija y yo soy tu madre para toda la eternidad".<br />

Era aquella abeja <strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong> un colibrí, pero <strong>de</strong> la forma exacta <strong>de</strong> las abejas <strong>de</strong> esta<br />

Tierra.<br />

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ESPIRITUAL<br />

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