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04 07 los amigos de jashua tomo ii maestra hilarion de monte nebo

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LOS AMIGOS DE JHASUA TOMO 2<br />

HILARION DE MONTE NEBO<br />

El anciano Tholemi, cargado <strong>de</strong> sueño al parecer, se <strong>de</strong>spertaba sólo a momentos cuando el<br />

enfermero le<br />

instaba a beber unos sorbos <strong>de</strong> leche o jugo <strong>de</strong> frutas.<br />

Y en tal estado pasaron ambos el día.<br />

El Apóstol Juan, que no estaba en el secreto <strong>de</strong>l gran acontecimiento, se <strong>de</strong>sconsolaba en<br />

extremo.<br />

Los Esenios, divididos en dos grupos, velaban <strong>los</strong> unos al Notario y <strong>los</strong> otros al anciano cuyo<br />

aspecto físico<br />

manifestaba <strong>los</strong> aspectos <strong>de</strong> la muerte.<br />

Juan que lo conocía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño se colocó a la cabecera <strong>de</strong>l lecho y le sostenía una <strong>de</strong> sus<br />

manos. Y<br />

pensaba:<br />

"¡Feliz <strong>de</strong> ti, querido anciano, que vas a unirte con nuestro amado Jhasua. Acuérdate <strong>de</strong> mí<br />

cuando estés a<br />

su lado!"<br />

El anciano contestó a su pensamiento con frases entrecortadas:<br />

—Iré contigo a Roma.<br />

— ¡Oh! —Exclamó Juan— sueña con ir a Roma. Y es al Reino suyo don<strong>de</strong> le lleva Jhasua.<br />

¿Qué serán las<br />

gran<strong>de</strong>zas <strong>de</strong> esa Babilonia infernal comparadas con el Reino divino <strong>de</strong>l Cristo Hijo <strong>de</strong> Dios?<br />

—Tales palabras<br />

las <strong>de</strong>cía Juan al oído <strong>de</strong>l anciano aletargado que no <strong>de</strong>mostró oírlo ni respondió nada.<br />

Cuando la luna en el cenit <strong>de</strong>jó penetrar su azulado resplandor sobre las Tablas <strong>de</strong> la Ley<br />

don<strong>de</strong> velaba un<br />

Esenio, el cuerpo <strong>de</strong>l anciano se incorporó en el lecho y con <strong>los</strong> brazos levantados a lo alto<br />

exclamó con voz<br />

sonora:<br />

— ¡Voy, voy, hijo mío!...<br />

Y se <strong>de</strong>splomó sin vida sobre <strong>los</strong> almohadones que le habían sostenido.<br />

Juan dobló su cabeza sobre aquel pecho silencioso y tibio, y entre sollozos <strong>de</strong>cía:<br />

— ¡Acuérdate <strong>de</strong> mí cuando estés a su lado!<br />

Porque Juan creía que las últimas palabras <strong>de</strong>l anciano iban dirigidas a Jhasua glorioso en<br />

su cielo <strong>de</strong><br />

amor. Y esas palabras eran la contestación al llamado sin ruido <strong>de</strong>l alma ansiosa <strong>de</strong> libertad<br />

<strong>de</strong>l Notario, que se<br />

<strong>de</strong>sprendía <strong>de</strong> su materia.<br />

El Servidor con <strong>los</strong> hermanos Ismael, Daniel y Jaime que velaban a Marcio, tuvieron una<br />

clara visión <strong>de</strong>l<br />

hecho que se realizaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l marco austero y firme <strong>de</strong> las Leyes Divinas.<br />

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ESPIRITUAL<br />

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