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04 07 los amigos de jashua tomo ii maestra hilarion de monte nebo

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LOS AMIGOS DE JHASUA TOMO 2<br />

HILARION DE MONTE NEBO<br />

—Tú eres el árbol fuerte que nos <strong>de</strong>jó el Maestro —<strong>de</strong>cía Pedro a Judá, que a su vez<br />

encontraba en el<br />

anciano un suave reflejo <strong>de</strong> la dulzura nazarena <strong>de</strong>l divino amigo <strong>de</strong>saparecido.<br />

Para la familia Sallun <strong>de</strong> Lhohes fue la llegada <strong>de</strong> Pedro y sus compañeros como una feliz<br />

resurrección en<br />

la tristeza <strong>de</strong>l luto y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro en que se encontraba.<br />

Eneas, el hijo segundo, veía en el Apóstol al hombre único que había sido capaz <strong>de</strong> vencer la<br />

parálisis que<br />

durante seis años le había tenido postrado en cama.<br />

Y entre tantas y tan sinceras manifestaciones <strong>de</strong> amor, Pedro acabó por encontrarse<br />

culpable a sí mismo a<br />

causa <strong>de</strong> sus vacilaciones y temores <strong>de</strong>l largo viaje que significaba la travesía <strong>de</strong>l<br />

Mediterráneo, para posarse<br />

atrevido en la costa <strong>de</strong> la Italia Imperial.<br />

El velero Fi<strong>de</strong>lis que condujo a Judá y Nebai, esperaba en el puerto <strong>de</strong> Capua y pocos días<br />

<strong>de</strong>spués, el<strong>los</strong><br />

dos volvían a su Villa Astrea acompañados por <strong>los</strong> viajeros galileos que al fin se acercaban a<br />

las puertas <strong>de</strong><br />

Roma, esa pavorosa y hambrienta loba romana que <strong>de</strong>voraba pueb<strong>los</strong> y vidas, que echaba<br />

un dogal al cuello<br />

<strong>de</strong> países libres, esclavizaba a sus hijos y continuaba tendiendo sus legiones a <strong>los</strong><br />

continentes vecinos, como si<br />

nada fuera bastante a sus fauces insaciables.<br />

Los buenos hijos <strong>de</strong> Abraham la llamaban Babilonia, la po<strong>de</strong>rosa potencia que sig<strong>los</strong> atrás<br />

les había<br />

esclavizado tan cruelmente, matando a sus príncipes y reyes, <strong>de</strong>struyendo y robando su<br />

Templo; y la trágica<br />

visión <strong>de</strong> aquel Nabucodonosor con entrañas <strong>de</strong> tigre, les llenaba <strong>de</strong> espanto y <strong>de</strong> terror.<br />

Y el<strong>los</strong>, con su alma <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>ros, se acercaban a sus puertas abandonando sus tranqui<strong>los</strong><br />

huertos galileos,<br />

don<strong>de</strong> sólo llegaban <strong>los</strong> ecos lejanos <strong>de</strong> la lucha feroz que el dogmatismo <strong>de</strong> <strong>los</strong> magnates<br />

judíos promovía<br />

contra toda innovación i<strong>de</strong>alista.<br />

Y era la pequeña María, con esa interna luz que a momentos la convertía en una profetisa, la<br />

que calmaba<br />

las inquietu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> todos.<br />

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ESPIRITUAL<br />

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