EL MUNDO INVISIBLE Y LA GUERRA - O Consolador
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<strong>EL</strong> <strong>MUNDO</strong> <strong>INVISIBLE</strong> Y <strong>LA</strong> <strong>GUERRA</strong> – LEÓN DENIS<br />
los Espíritus de aquellos que, en el curso de veinte meses, han venido<br />
siendo segados por la metralla alemana. Los encontraremos entre esa<br />
muchedumbre invisible cuyo inmenso oleaje se estrella sin cesar contra el<br />
enemigo. 20<br />
***<br />
Ahora, cuando la tormenta amaina y empiezan a aclarar el horizonte<br />
fulgores de esperanza, ha llegado la hora de recogerse, de entrar en uno<br />
mismo para hacer un examen de conciencia. En este drama terrible que<br />
trastorna al mundo ¿no cabe a cada cual algo de responsabilidad? ¿Hemos<br />
luchado con toda la energía precisa contra esa descomposición moral que<br />
ha sido la causa primera de todos nuestros males? ¿Tratamos de reaccionar<br />
contra ese culto del oro, de la fuerza y del éxito, que parecía haberse<br />
convertido en la única religión de la humanidad? ¿Hemos defendido<br />
siempre los principios superiores de la conciencia y de la vida contra la<br />
marea creciente del bajo materialismo?<br />
Muy pocos hay entre nosotros que, llegados a cierta edad y habiendo<br />
ocupado una posición social, ejerciendo cualquier tipo de influencia en su<br />
entorno, puedan responder en forma afirmativa a tales preguntas.<br />
Entonces, ¿cómo asombrarnos de que seamos heridos en nuestros<br />
afectos e intereses y que nos toque una parte del dolor común? Sobre todo<br />
para nosotros, los creyentes, es necesario que la gran lección sea<br />
provechosa y que el sufrimiento purifique nuestros corazones. El soplo del<br />
temporal que está pasando sobre el mundo debe reavivar en nosotros la<br />
firme resolución de trabajar por el restablecimiento moral de nuestro país,<br />
de hacer despertar en todas las almas la noción de las verdades elevadas, el<br />
sentimiento de la vida eterna y la idea de Dios.<br />
Es menester, en fin, que unamos nuestras voluntades y aspiraciones y<br />
que la ardiente plegaria que los hijos culpables dirigen a su Padre ascienda<br />
de la Tierra hacia el Espacio.<br />
Nos hundíamos cada vez más en la materia. Perdíamos de vista el<br />
sentido profundo y el verdadero objetivo de la existencia. Trágicos sucesos<br />
han venido a demostrarnos lo precario que es todo en este mundo y a<br />
invitarnos a levantar nuestra mirada hacia lo Alto. Esos acontecimientos<br />
nos dicen que en la Tierra no tenemos asegurado el porvenir, que los bienes<br />
y honores, así como todo aquello que nos seduce y hechiza, se esfuman<br />
cual una vana sombra.<br />
Hemos sido creados para la vida infinita y nuestro dominio es el<br />
Universo entero. La Tierra no constituye más que una de las etapas<br />
20 Sobre este tema puede consultarse AL<strong>LA</strong>N KARDEC, El Libro de los Espíritus, páginas 273<br />
a 275 (párrafo 541 y siguientes). Editora Argentina "18 de Abril", Buenos Aires, 1970. [N. del<br />
T.]<br />
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