EL MUNDO INVISIBLE Y LA GUERRA - O Consolador
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<strong>EL</strong> <strong>MUNDO</strong> <strong>INVISIBLE</strong> Y <strong>LA</strong> <strong>GUERRA</strong> – LEÓN DENIS<br />
hemos debido sufrir las mentiras del extranjero, más pesadas y groseras.<br />
Han comprendido también que por haber buscado en exceso la vida fácil, la<br />
existencia dorada por la fortuna y los placeres, hemos tenido que soportar<br />
privaciones y miseria. Sienten, por último, que esa visión, esa comprensión<br />
de las cosas superiores debe penetrar en el pensamiento y la conciencia de<br />
todos si queremos detener a nuestro país en la pendiente fatal por donde<br />
está resbalando.<br />
Claro que esas almas generosas sólo constituyen una pequeña minoría<br />
dentro del conjunto de la nación, pero pueden ser como la levadura que<br />
hace leudar la masa. Numerosos son los adversarios de toda espiritualidad<br />
y querrán, por todos los medios a su alcance, conservar su imperio. Tras<br />
haber expulsado al invasor, habrá que luchar aún contra las influencias<br />
perniciosas, las oposiciones y las rutinas de dentro de nuestro país. Por<br />
encargarse de educar a la niñez se librarán, sobre todo, las más vivas<br />
luchas, porque el que dispone del niño se asegura el porvenir.<br />
¿Estará la educación oficial a la altura de su tarea? Nos permitimos<br />
dudarlo. No obstante, sus inspiradores deberían comprender que con<br />
negaciones o con ayuda de una moral nebulosa y desprovista de sanción no<br />
se logrará rechazar las tentativas del oscurantismo y rehacer la conciencia<br />
del pueblo.<br />
Justamente entonces podrá el Espiritismo intervenir y desempeñar su rol<br />
providencial. Viene a ofrecer, a la vez, a la educación popular el cimiento y<br />
la cúpula que le hacen falta, esto es, la prueba sobre la cual descansa todo<br />
el edificio ele nuestros conocimientos, y la doctrina moral que constituye<br />
su pináculo y asegura su armonía. Pero ¿no forma parte, acaso, del destino<br />
de los enviados divinos, el ser desdeñados y puestos en ridículo en grado<br />
sumo? Pues bien, no escapa el Espiritismo a esta regla. Con todo y eso el<br />
acúmulo de testimonios, la adhesión de hombres eminentes, que poco a<br />
poco le van haciendo lugar en la ciencia inglesa, terminarán sin duda por<br />
impresionar a nuestro país. Se llegará a admitir la sobrevivencia del Ser y<br />
su evolución mediante los renacimientos, no de otro modo que como se<br />
cree en todos los axiomas científicos; por ejemplo, en los movimientos de<br />
la Tierra, sin haberlos personalmente comprobado.<br />
En el ínterin, a todos nosotros, -y en especial a los padres, a los cabeza<br />
de familia- corresponde velar porque el intelecto y la conciencia de los<br />
niños no sean falseados por una enseñanza de tipo sectario o carente de<br />
principios elevados.<br />
Pero, después de la contienda armada, ¿seguirán siendo las cosas iguales<br />
a como eran en la preguerra? Bajo la acción irresistible de los sucesos un<br />
trabajo mental se habrá operado en gran número de individuos. Muchos<br />
prejuicios y falsos puntos de vista habrán sido barridos. Es prudente no<br />
desesperar de nada ni de nadie, En efecto, ¡cuántas mentes se encontrarán<br />
liberadas del yugo que hasta hace poco soportaban! ¡Cuántas conciencias,<br />
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