EL MUNDO INVISIBLE Y LA GUERRA - O Consolador
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<strong>EL</strong> <strong>MUNDO</strong> <strong>INVISIBLE</strong> Y <strong>LA</strong> <strong>GUERRA</strong> – LEÓN DENIS<br />
Muchas veces, en medio del conflicto armado que asuela el mundo, nos<br />
sentimos agobiados por la pesadumbre. Nosotros, que afirmábamos hace<br />
poco la ley del progreso y soñábamos con el constante mejoramiento de<br />
todas las cosas por medio de ella, nos vemos ahora forzados a reconocer<br />
que las conquistas de la ciencia y los más hermosos descubrimientos del<br />
intelecto sirven para intensificar la obra de destrucción y de muerte cuyos<br />
testigos impotentes somos. La historia imparcial consignará las escenas de<br />
espanto y horror que se suceden tanto en las alturas de la atmósfera como<br />
en tierra y en el fondo de las aguas; 34 deslindará las responsabilidades de<br />
aquellos que han sido los primeros en inaugurar procedimientos bélicos que<br />
superan en salvajismo y ferocidad a cuanto la humanidad había conocido.<br />
En lo que respecta a nosotros, en presencia de semejante<br />
desencadenamiento de pasiones furiosas, ante tal desborde de odios,<br />
tenemos un deber que cumplir, una tarea que realizar. Consiste ésta en<br />
difundir, en nuestro entorno, el conocimiento de ese Más Allá en que la<br />
verdad y la justicia, a menudo olvidadas en la Tierra, encuentran un refugio<br />
seguro. Consiste en ir hacia los que están llorando a sus muertos amados<br />
para iniciarlos en esta comunión espiritual que les permitirá seguir viviendo<br />
con ellos por el Espíritu y por el corazón y les proporcionará inefables<br />
confortaciones. Consiste, por último, en recordar la memoria del Gran<br />
Iniciador cuya doctrina luminosa y serena trae apoyo y consuelo a los<br />
atribulados. En nuestros días de pruebas, una de las grandes satisfacciones<br />
34 Se refiere el autor a la intervención, en esa guerra, de los aviones y los submarinos que,<br />
gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnología, ampliaron grandemente el campo de acción de<br />
las matanzas, invadiendo áreas a las cuales el hombre no tenía acceso en las contiendas<br />
antiguas, que sólo se libraban en tierra -a lomo de caballo- y en el mar -sobre lentas y precarias<br />
embarcaciones de vela y remos-. En lo que va del siglo veinte, es un hecho comprobado con<br />
reiteración que los tipos de inventos y descubrimientos que pueden constituir un arma ofensiva<br />
o defensiva son los que se desarrollan con más celeridad, por cuanto los científicos y técnicos<br />
que se ocupan en ellos obtienen para sus proyectos el apoyo y la financiación de los Estados<br />
poderosos, que se hallan siempre muy interesados en acrecentar su fuerza y su seguridad. Esto<br />
no ocurre, en cambio, si el descubrimiento o el invento sólo puede ser destinado a usos<br />
pacíficos. La aviación, por ejemplo, era incipiente en 1914, pero obtuvo gran impulso con<br />
motivo de la guerra, y veinte años después otro impulso mayor, en la segunda conflagración<br />
mundial. También hubo de ser durante esta Última cuando Gran Bretaña perfeccionó el radar,<br />
que le era de importancia vital para contrarrestar las devastadoras incursiones del arma aérea<br />
alemana -la Luftwafe- sobre territorio inglés. Por eso el célebre aviador CHARLES<br />
LINBERGH, en un opúsculo titulado Of flight and life ("Del vuelo y de la vida"), tan poco<br />
difundido como merecedor de serlo más, por lo medular y sustancioso de su contenido, escribió<br />
en 1948 estas palabras: "Debería ya ser marcado a fuego en nuestra conciencia el hecho de que,<br />
a menos que la ciencia pase a ser controlada por una fuerza moral más pujante, podrá<br />
convertirse en el Anticristo que los primeros cristianos profetizaron. Si deseamos impedir que<br />
destruya ella lo que resta de nuestra civilización, si queremos que sea el gran beneficio que<br />
esperamos para la humanidad, tendremos que controlarla mediante una filosofía una vaya más<br />
allá del materialismo, de una filosofía con raíces en el carácter del hombre, nutrida por las<br />
eternas verdades de Dios". [N. del T.]<br />
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