EL MUNDO INVISIBLE Y LA GUERRA - O Consolador
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<strong>EL</strong> <strong>MUNDO</strong> <strong>INVISIBLE</strong> Y <strong>LA</strong> <strong>GUERRA</strong> – LEÓN DENIS<br />
Allá, mientras surgía ante ella la multitud innumerable de las víctimas de la<br />
guerra para acusarlo, agobiarlo y maldecirlo.<br />
En vano trata de retirarse sin ser notado, de huir. En vano busca los<br />
sitios oscuros y solitarios: esa muchedumbre lo persigue por doquier y sin<br />
cesar en sus amenazas y furores. Y si por excepción su miserable Espíritu<br />
descubre algún refugio tenebroso y desolado, se encuentra allí frente a<br />
frente con su propia conciencia, que el desprendimiento de la materia ha<br />
tornado más imperiosa. Entonces el remordimiento le atenaza y desgarra...<br />
Y voces obsesivas le repiten esta pregunta: "Caín, Caín, ¿qué has hecho<br />
con tus hermanos?".<br />
Después vendrá para él la sucesión de los renacimientos, la larga serie<br />
de las vidas planetarias donde su cuerpo deformado y su alma degradada<br />
habrán de sufrir todas las vergüenzas y escarnios, apurando hasta las heces<br />
el cáliz de la amargura, expiando sus culpas mediante existencias oscuras y<br />
atormentadas, a lo largo de los siglos. Redimirá su pasado por medio de la<br />
humillación, el sufrimiento y las lágrimas.<br />
Si de ese porvenir que aterra vuelve él su mirada hacia el momento<br />
actual, si calcula el apoyo y socorro que puede esperar del mundo oculto,<br />
¿qué verá?<br />
En vez de los Espíritus luminosos que protegen a Francia, y en lugar<br />
también, del vetusto dios imaginario que concibe su exaltado cerebro, verá<br />
cernirse por encima de sus ejércitos la negra legión de los Espíritus de las<br />
tinieblas, los reitres y los lansquenetes del medioevo, insuflando a sus<br />
soldados el odio y la perfidia, ingeniándose por descubrir con ellos todas<br />
las combinaciones de una química infernal y asesina. En el espectáculo de<br />
las atrocidades que provocan, todos esos agentes del mal hallan la<br />
satisfacción de sus violentos y crueles instintos.<br />
Pero, ante esas visiones de horror y de espanto, sintiendo el Kaiser<br />
temblar sus carnes y oprimírsele el corazón, hubiera arrojado bien lejos su<br />
pluma, a fin de no hacerse acreedor a los golpes del destino implacable. De<br />
esta manera, se habría ahorrado a la humanidad la más terrible de las<br />
catástrofes.<br />
Pero también Francia tiene su parte en las responsabilidades. Nuestras<br />
academias, universidades e iglesias no supieron apreciar las verdades y las<br />
fuerzas morales que la Doctrina de los Espíritus les traía. Han rechazado la<br />
mano que, desde lo Alto y desde hace cincuenta años, se les tendía para<br />
conducir a nuestra nación hacia el venero fecundo y regenerador.<br />
¿Cuáles han sido las consecuencias, sobre la vida contemporánea, de sus<br />
complejas y contradictorias enseñanzas? Antes de la guerra estábamos ante<br />
el panorama de una sociedad carente de ideal y elevación, de grandeza y<br />
hermosura moral. Las generaciones se atropellaban al azar, sin objetivo ni<br />
orientación definida, no sabiendo a qué atenerse. Pobres seres inquietos que<br />
recorrían el sombrío desfile de la existencia sin una llama en la frente, sin<br />
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