EL MUNDO INVISIBLE Y LA GUERRA - O Consolador
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<strong>EL</strong> <strong>MUNDO</strong> <strong>INVISIBLE</strong> Y <strong>LA</strong> <strong>GUERRA</strong> – LEÓN DENIS<br />
poner término al conflicto potencial, a la "paz armada" que ha venido<br />
destruyendo a Europa desde hace alrededor de medio siglo; para concluir<br />
con el tonel de las Danaides, el barril sin fondo de los gastos estériles, que<br />
absorbe la mayor parte del producido del trabajo y el genio de los pueblos.<br />
Si esta guerra puede conducir a tales resultados, no se vacilará en reconocer<br />
que, al menos, nos habrá hecho dar un gran paso hacia un porvenir mejor. 31<br />
Las duras lecciones del presente habrán dado sus frutos. El prestigio de<br />
la gloria militar se habrá desvanecido como vano humo. Republicanos o<br />
monárquicos, todos querrán dilucidar las responsabilidades del gran drama<br />
y extraer de ellas las necesarias sanciones. Las instituciones sociales<br />
sufrirán profundos reordenamientos. Ya las ideas democráticas parecen<br />
imponerse a los más refractarios a ellas. La política oculta ha caído en<br />
desuso y los pueblos quieren tomar en sus manos su propio destino.<br />
Alemania misma, habituada a todas las servidumbres, pareciera<br />
estremecerse bajo un hálito liberador. Siente agitarse en sí -como todas las<br />
otras naciones, por lo demás- una necesidad intensa de renovación y de<br />
progreso.<br />
***<br />
¿Cómo definir el progreso? Es el objetivo esencial de la actividad<br />
humana, proseguido en sus diversas formas, a saber: material, intelectual y<br />
moral. Debe ser realizado en esos tres aspectos paralelamente, para dar al<br />
31 Cuando el autor escribía estas líneas, en agosto de 1917, ya la contienda estaba próxima a su<br />
fin. La Unión Norteamericana, que en los primeros años de hostilidades en Europa había<br />
permanecido neutral, el 17 de abril de 1917 -de resultas de la campaña submarina llevada a cabo<br />
por Alemania- resolvió intervenir en el conflicto. Gobernaba esa nación el historiador y<br />
catedrático THOMAS WOODROW WILSON (1856-1924), quien envió al Congreso, el 8 de<br />
enero de 1918, su célebre Declaración de los Catorce Puntos, que tendía a garantizar en el<br />
mundo una paz duradera. El 4 de octubre de ese mismo año, en horas de la noche, el canciller<br />
alemán escribió al presidente de los Estados Unidos, solicitándole iniciase las gestiones para<br />
negociar el armisticio. Las potencias centrales aceptaban los términos del programa de<br />
WILSON, pero el Tratado de Versailles -a causa de la presión que ejercieron los otros países,<br />
que se consideraban altamente damnificados- impuso a los vencidos condiciones más duras, que<br />
no respondían al espíritu de los Catorce Puntos. Ahora bien, el último de éstos proponía la<br />
creación de una Liga o Sociedad de Naciones cuya reglamentación se sancionó, en efecto, el 28<br />
de abril de 1919, año en que WILSON recibió el Premio Nobel de la Paz. La iniciativa era<br />
encomiable, pero, por desgracia, se vio frustrada, y la segunda guerra mundial sepultó<br />
definitivamente a la Sociedad de Naciones, la cual debe conceptuarse, sin embargo, como el<br />
primer intento amplio de instituir un organismo internacional idóneo para asegurar la paz en un<br />
mundo en el que no parecemos llegar nunca a "la guerra que terminará con las guerras". La<br />
segunda tentativa, como sabemos, la constituye la UN (United Nations), que es de esperar sea<br />
capaz de evitar el estallido de una tercera conflagración mundial, cuyas imprevisibles<br />
consecuencias superarían muchísimo a las de las dos anteriores, ya que resultarían catastróficas<br />
para el planeta entero, visto el poder devastador del armamento nuclear, cuya tenencia por parte<br />
de los posibles beligerantes establece en el mundo contemporáneo lo que se ha dado en llamar<br />
gráficamente "el equilibrio del terror". [N. del T.]<br />
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