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do frente a la esterilidad de la arena. Para este recinto se<br />
esculpieron muchas estatuas del rey, de su familia y de<br />
diversos dioses, algunas de las cuales aún se mantienen<br />
en pie en su lugar de eternidad. Zahi Hawass, Secretario<br />
general del Consejo supremo egipcio de antigüedades y<br />
uno de los más grandes egiptólogos, me contó que excavaciones<br />
recientes de Hourig Sourouzian han sacado a la<br />
luz nuevas piezas, incluido un hipopótamo pigmeo casi<br />
completo que probablemente representa al dios Set y<br />
otras varias estatuas de la diosa Saemis.<br />
Amanece lentamente y los débiles rayos del sol vuelven<br />
a iluminar los rostros informes de los dos colosos que<br />
penan indefinidamente exiliados en la tierra, rehenes de<br />
su gloria. ¿Son esos rostros perdidos los nuestros? En<br />
época romana un terremoto agrietó el coloso situado al<br />
norte y, como consecuencia, cada mañana la estatua producía<br />
un sonido agudo cuando el sol la calentaba. Los<br />
griegos creyeron oír, interpretaron este aullido, como la<br />
desesperada canción de Memnón, héroe de la guerra de<br />
troya. Memnón era hijo de titono y Eos, la Aurora, la<br />
hija del titán Hiperión y la titana tea, una hermosa<br />
mujer de piel de azafrán. Eos solicitó para su esposo la<br />
inmortalidad, pero olvidó también pedir la eterna juventud,<br />
de forma que este troyano, vástago de la casa real,<br />
envejecía y envejecía más que cualquier otro mortal. Su<br />
esposa desesperada al verlo sufrir, lo transformó en una<br />
cigarra. Eos y titono tuvieron dos hijos: Ematión y<br />
Memnón. Este último luchó como un troyano y cayó en<br />
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