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nos. Al llegar a Antium la dispusieron de igual modo en<br />
el santuario que ya Apolo compartía con Asclepio. Después<br />
de unos días de descanso, tras el largo viaje, reemprendieron<br />
la marcha por el tíber hasta que él mismo (el<br />
propio ofidio) eligió su residencia en la Isola tiberina.<br />
La isla, según la tradición romana, se había formado<br />
junto a los campos de Marte con un material muy especial,<br />
el grano de cereal vertido al río durante años. El vínculo<br />
entre Ceres y Marte establecía el contacto con la<br />
muerte y el inframundo. no en vano el Campus Martius<br />
era también un camposanto. Después de haberse creado,<br />
la isla se consagró a Fauno, una divinidad lobuna de la<br />
Italia antigua, el Pan griego, la naturaleza en toda su expresión<br />
salvaje. La isla no era el más saludable de los lugares<br />
de Roma, pero sí tenía un halo mágico y en ella se<br />
habían producido curaciones anteriormente.<br />
En el libro XV de las Metamorfosis de Ovidio, titulado<br />
«Aesculapius», el poeta nos narra su historia y visión<br />
de aquel suceso. Lo hace unos tres siglos después de haberse<br />
llevado a cabo, «por qué la isla que bañan las aguas<br />
del profundo tíber añadió/a los cultos de la ciudad de<br />
Rómulo el del hijo de Coronis». Ovidio no le quita protagonismo<br />
al viejo Apolo para dárselo a la otra joven divinidad.<br />
La idea de la curación había partido de él. Por<br />
lo tanto el poeta, de alguna manera, discrepa de la leyenda<br />
o de la verdad histórica referente a que fueron los<br />
libros sibilinos quienes idearon esta alternativa para salvar<br />
a la ciudad de uno de los momentos más complica-<br />
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