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poeta y procurador Asclepiodote. Da la sensación de<br />
que, entorno al Coloso, había una especie de justa poética.<br />
Los firmantes se preocupan, ante todo, por sacar de<br />
su experiencia con la estatua una lección moral a escala<br />
humana. Marius sólo recuerda el pasado prestigioso del<br />
rey de Oriente para extrañarse de verle exiliado y maltratado,<br />
«¿Pues cuál de entre los hijos del cielo te ha infligido<br />
tales ultrajes, sin razón, como si se hubiese tratado de<br />
quién sabe qué exiliado sin consideración? Emite un sonido,<br />
te lo suplico, y (borrado). Porque (borrado). Buena<br />
suerte a Marius Gemellus, centurión». En otro texto,<br />
el militar lo califica de «guardián de piedra» y dice haber<br />
sido acompañado a oírlo por su fiel esposa Rufilla y sus<br />
hijos. Asclepiodote, al evocar el recuerdo de Aquiles,<br />
subraya que la gloria militar es pasajera y se apaga. Un<br />
cierto escepticismo invade estos últimos textos. «De Asclepiodote,<br />
poeta, apoderado: Memnón vive, ¡Oh marina<br />
thetis! Y has de saber que eleva su gran voz cuando la<br />
antorcha materna le calienta, al pie de la cadena líbica de<br />
Egipto, de la que tebas, la de las hermosas puertas, está<br />
separada por el cauce del nilo; mientras que tú Aquiles,<br />
antaño insaciable de combates, ahora no dices nada, ni<br />
en la llanura de troya ni en la de tesalia».<br />
Con posterioridad al reinado de Adriano, los peregrinos<br />
dispusieron ya de muy poco espacio para escribir en<br />
las piernas. Como comentan André y Etienne, el ocho<br />
de mayo del año 150, Marius Gemellus, para poder grabar<br />
un epigrama un poco largo, tuvo que recurrir al pe-<br />
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