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nalgures • tomo iv • año 2007 1 - Asociación Cultural de Estudios ...

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Rafael Tobío Cendón<br />

sólido sillar pétreo, que a su vez <strong>de</strong>scansan en siete canecillos nacelados 3 resueltos <strong>de</strong>corat<strong>iv</strong>amente<br />

con hojas <strong>de</strong> acanto 4 vueltas ligeramente en su terminación. Siendo precisamente,<br />

en el receptáculo enmarcado por los elementos arquitectónicos <strong>de</strong>scritos con anterioridad, es<br />

<strong>de</strong>cir, contrafuertes y tejaroz, así como el pavimento, don<strong>de</strong> se ubica la portada, la cual<br />

<strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong> San Pedro <strong>de</strong> Vilanova Dozón, Lalín, 1983, p. 9-11; VALLE PÉREZ, J. C., Las cornisas sobre arquitos en<br />

la arquitectura románica <strong>de</strong>l noroeste <strong>de</strong> la Península Ibérica, Compostellanum, Vol. XXIX, Santiago <strong>de</strong> Compostela,<br />

1984, p. 291-326; YÁÑEZ NEIRA, D., Y GONZÁLEZ GARCÍA, M. A., El monasterio <strong>de</strong> Oseira, León, 1996, p. 37;<br />

YZQUIERDO PERRÍN, R., De arte et architectura. San Martín <strong>de</strong> Mondoñedo, Lugo, 1994, p. 32; YZQUIERDO PERRÍN,<br />

R., GONZÁLEZ GARCÍA, M. A., HERVELLA PAZOS, J., La Catedral <strong>de</strong> Orense, León, 1993, p. 11.<br />

3 Los arquitos voltean sobre los aludidos canecillos, salvo los <strong>de</strong> los extremos que lo hacen a<strong>de</strong>más en los estribos <strong>de</strong> encuadramiento<br />

<strong>de</strong> la portada. Mientras que la organización <strong>de</strong>l tejaroz se prolonga un poco más allá <strong>de</strong>l límite exterior <strong>de</strong> los<br />

contrafuertes, realizándose su apeo sobre un semi-arquillo <strong>de</strong> configuración semicircular. VALLE PÉREZ, J. C., o., c., p. 114.<br />

4 El acanto se manifiesta por primera vez en el arte clásico griego, pasando <strong>de</strong>spués al romano, como ornato, en ambos casos,<br />

<strong>de</strong> las cestas <strong>de</strong> los hermosos capiteles <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n corintio. Sin embargo, es bastante probable que sus ancestros provengan <strong>de</strong><br />

una lenta y paulatina transformación <strong>de</strong> algún tipo <strong>de</strong> hoja <strong>de</strong> palmeta, por cierto muy usada como elemento <strong>de</strong>corat<strong>iv</strong>o en<br />

las antiguas culturas orientales, cuya culminación se manifiesta en el arte arcaico griego, el cual lo anexionó, en un principio<br />

a su cerámica, <strong>de</strong> ahí que su presencia se constate en la cerámica rodia <strong>de</strong>l siglo VI a. C., para posteriormente pasar, en los<br />

<strong>año</strong>s medios <strong>de</strong>l siglo V a. C., a engalanar el capitel corintio.<br />

No se sabe a ciencia cierta el simbolismo que encerraba el acanto en el mundo griego, siendo para muchos investigadores<br />

punto <strong>de</strong> constantes disputas y controversias, aunque teniendo en cuenta que sus hojas eran usadas, como mot<strong>iv</strong>o <strong>de</strong> ornato<br />

y con frecuencia inusitada en las estelas funerarias <strong>de</strong> los mausoleos y tumbas griegas, se piensa que estuviera asociado<br />

simbólicamente a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> inmortalidad, aunque por sus espinas se la relaciona, las más <strong>de</strong> las veces, con la virginidad o la<br />

tierra no cult<strong>iv</strong>ada.<br />

El cristianismo adoptó el acanto espinoso como elemento <strong>de</strong>corat<strong>iv</strong>o, en <strong>de</strong>trimento <strong>de</strong>l cult<strong>iv</strong>ado, para dar a conocer<br />

alegóricamente a sus a<strong>de</strong>ptos el significado <strong>de</strong> los textos bíblicos, en don<strong>de</strong> aparecía esta planta, vinculada casi siempre con<br />

la maldición, asociándola con el sufrimiento que el hombre tiene que pa<strong>de</strong>cer por el pecado cometido y así tener conciencia<br />

<strong>de</strong>l mismo.<br />

Es precisamente en Egipto, durante los primeros <strong>año</strong>s <strong>de</strong>l cristianismo, don<strong>de</strong> se acumulan un conjunto <strong>de</strong> circunstancias <strong>de</strong><br />

índole social, cultural y geográfica, entre las que <strong>de</strong>staca el ascetismo <strong>de</strong> la incipiente sociedad cristiana, lo que propiciará<br />

el que los eremitas tomen para <strong>de</strong>corar sus templos las hojas <strong>de</strong> acanto espinoso, ya que era el elemento apropiado para<br />

simbolizar sus pa<strong>de</strong>cimientos corporales y espirituales, siendo el arte copto un claro exponente <strong>de</strong> ello. De Egipto este<br />

elemento <strong>de</strong> adorno se difundió durante los siglos, III, IV y V, a Siria, Palestina y otros pueblos, alcanzando en el bajo<br />

Imperio Bizantino ser el tema vegetal más empleado en el embellecimiento <strong>de</strong> capiteles, estelas funerarias, etc. En la etapa<br />

prerrománica y románica, se seguirá utilizando este mot<strong>iv</strong>o vegetal en la ornamentación <strong>de</strong> capiteles, ábacos, sarcófagos y<br />

estelas funeraria, a veces asociado a otros símbolos como la cruz o el crismón, aunque en la estilística románica a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>corar los elementos arquitectónicos mentados, se aplica a otros como ornato: <strong>de</strong> arqu<strong>iv</strong>oltas, cimacios, tímpanos, etc., la<br />

mayoría <strong>de</strong> las veces incorporado a frutos.<br />

En la Edad Media el acanto fue investido <strong>de</strong> un doble significado, el primit<strong>iv</strong>o <strong>de</strong> inmortalidad, entendido como la perpetuidad<br />

<strong>de</strong>l alma, y el <strong>de</strong> la regeneración <strong>de</strong>l hombre, como consecuencia <strong>de</strong> su <strong>de</strong>bilidad ante el pecado. AGNELLO, G., «I<br />

capitelli bizantini <strong>de</strong>l Museo di Messina». Revista di Archeologia Cristiana, 1968, p. 9 y 20; BALTRUSÄITIS, J., Art<br />

Sumerien. Art Roman, París, 1934, p. 62 y 63; BEIGBEDER, O., Léxico <strong>de</strong> los Símbolos, Madrid, 1989, p. 24 y 27; BEHLING,<br />

L., Die Pflanzenwel <strong>de</strong>r mitelaltelichen Kathedralen, Alemania, 1964; BUTLER, C. H., Early Churches in Syria. Fourth to<br />

Seventh Centuries, Princeton Un<strong>iv</strong>ersity, 1929, p. 264; CHEVALIER, J., Y GHEERBRANT, A., Diccionnaire <strong>de</strong>s Symboles,<br />

Francia, 1969, p. 5; CHURRUCA, M., Influjo oriental en los temas iconográficos <strong>de</strong> la miniatura esp<strong>año</strong>la: siglos X-XIII,<br />

Madrid, 1939, p. 121; EBERSOLT, J., Orient et Occi<strong>de</strong>nt. Recherches sur les influences byzantines et orientales en France<br />

avant les croisa<strong>de</strong>s, París, 1928, p. 12 y 18; GRABAR, A., «La Edad <strong>de</strong> Oro <strong>de</strong> Justiniano», Un<strong>iv</strong>erso <strong>de</strong> las Formas,<br />

Madrid, 1966, p. 245 y 275; GRABAR, A., Recherches sur les sources jueves <strong>de</strong> l’art Paléochrétien, Cahiers Archeologiques,<br />

XI, 1960, p. 48 y 50; GUTIÉRREZ BEHEMERID, M. A., El capitel corintizante. Su difusión en la Península Ibérica,<br />

Valladolid, 1983, p. 73-104; HUBERT, J., L’Art Preroman, París, 1939; JACOBSTHAT, P., The Ornamentation of Greek<br />

Vases, The Burlington Magazine, nº 269, Vol., 47, 1925, p. 69-70; JALABERT, D., La flore sculptée <strong>de</strong>s monuments du<br />

Moyen Age en France, París, 1965, p. 14; MORALES Y MARÍN, J. L., Diccionario Iconográfico y Simbólico, Madrid,<br />

1984, p. 15; PÉREZ RIOJA, J. A., Diccionario <strong>de</strong> Símbolos y Mitos, Madrid, 1971, p. 40; PIJOAN, J., El Arte Cristiano<br />

Primit<strong>iv</strong>o. Arte Bizantino, Madrid, 1974, p. 140, 154 y 155; PINEDO, R., El simbolismo en la Escultura Medieval Esp<strong>año</strong>la,<br />

Madrid, 1930, p. 153; QUIÑONES, A, Mª., El simbolismo vegetal en el Arte Medieval, Madrid, 1995, p. 33-40; VOGÜÉ, Le<br />

Conte <strong>de</strong>., Syrie Centrale. Architecture c<strong>iv</strong>ile et religieuse du Iº au VIIº siècle, Tomos, I y II, París, 1865, 1877, II, p. 31 y 45;<br />

ZERNOV, N., Historia <strong>de</strong> las Religiones. El cristianismo Oriental, Madrid, 1962, p. 38-39.<br />

382 NALGURES <strong>•</strong> TOMO IV <strong>•</strong> AÑO <strong>2007</strong>

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