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250 NOTAS BIBLIOGRAFICAS
que concluye afirmando que "la
historia es un conjunto de hechos
que no coexiste con la interpretación
que las personas hacen
del momento en que narran
los hechos, que son siempre irreconstruibles.
En tal sentido, los
evangelios evidencian que la
persona de Jesús no es legendaria,
ni puede ser disuelta o enviada
a la sola esfera de las hipótesis"
(p.llO).
Florencio Hubei'iáll
JEANIMBERT.IlprocessodiGesu
Brescia, Morcelliana, 1994,
182 pp.
La obra que nos ocupa es doblemente
interesante, no sólo por
la temática que analiza sino además
por la especial y adecuada
formación del autor para ello.
Imbert es profesor en la Universidad
de Derecho, Economía
y Ciencias Sociales de París y
conocido en su ambiente por
numerosos trabajos de investigaciónjurídica
en áreas tan disímiles
como el derecho civil, penal,
canónico e inclusive historia
de la economía. Ya en 1947
realizó un primer acercamiento
al tema de este libro, publicado
como Un point de droit: estoce
Pilate que a condamné N.S. Jésus-Christ?
Aunque esta obra debiera ser
incluida en la significativa co-
TEOLOGIA 66 (1995)
rriente de libros que se han publicado
en la última década sobre
cuestiones vinculadas a la
historicidad de Jesús -algunos
de los que hemos reseñado últimamente-y,
en cierta medida,
formaría parte de los reivindicadores
de la falta de culpa del
pueblo judío en eljuicio y condena
del Redentor, cabe destacar
como dato fundamental que el
autor realiza su investigación
exclusivamente desde el punto
de vista jurídico. Y ello es, en
nuestra opinión, su mayor aporte
y justifica su mención y lectura.
El mismo Imbert señala en la
introducción que su investigación
es un análisis de los aspectos
técnicos del proceso propiamente
dicho, haciendo omisión
de las cuestiones teológicas.
En el primer capítulo efectúa
un cuidadoso y meritorio análisis
crítico de las fuentes que disponemos:
el cada vez más reconocido
Flavio Josefo, Tácito, las
fuentes jurídicas romanas --especialmente
el Digesto- y hebreas
-la Mishnah-, los evangelios
-incluyendo los apócrifos,
últimamente muy estudiados
y sobredimensionados-.
Con referencia a los evangelistas
retoma las apreciaciones de
Bickerman, cuando en 1964,
aclarara que éstos no pretendían
explicar como juristas los
procedimientos del juicio. También
rescata la importancia -