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176 ANTONIO MARINO
obra de los hombres, prevista y ''permitida'' en el designio divino para
que resplandeciera la grandeza de su amor redentor.
Los nn. 604-605 destacan respectivamente la iniciativa del amor
de Dios y el alcance universal de la salvación ofrecida: Cristo murió
por todos, según la enseñanza apostólica (Cf. 2 Co 5,15; 1 Jn 2,2), y "no
hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido
Cristo", como afirma el Concilio de Quiercy, del año 853 (605).
Luego de hablar del papel de los hombres y del designio divino, el
tercer acápite (606-618) presenta el papel de Cristo en la pasión
redentora. Sin dejar nunca de ser el lenguaje básico de la confesión de
la fe cristiana, descubrimos aquí un especial esmero en las frases,
redactadas y entrelazadas de modo que en su sencillez están como
preñadas de grandes virtualidades y densidad significativa. El desarrollo
analítico (y también admirado y contemplativo) de las mismas,
podría ocuparnos varias páginas.
Desde el mismo título podemos comprobar el neto predominio de
la terminología sacrificial que se prolonga a lo largo de todos los
números: se ofreció, oblación, ofrenda, sacrificio (por los pecados del
mundo entero, pascual, de la Nueva Alianza, único y definitivo, por
todos, redentor), hacer la voluntad del Padre, beber el cáliz, dar la
vida, la designación de Cordero de Dios, la interpretación como Siervo
doliente (sustitución, se dio a sí mismo en expiación), la Eucaristía
como memorial de su sacrificio, la mención de la sangre de la Alianza.
A lo cual debemos agregar las numerosas citas de la Carta a los
Hebreos.
Ya en el subtítulo inicial, y a lo largo de todos los números de este
acápite, la vida entera de Cristo, y no sólo su muerte, aparece
interpretada como sacrificio. "Desde el primer instante de su Encarnación
el Hijo acepta el designio divino de salvación en su misión
redentora: 'Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y
llevar a cabo su obra' (Jn 4,34)" (606). El hacer la voluntad del Padre
unifica profundamente su vida: "Este deseo de aceptar el designio de
amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús ( .. .) porque su
Pasión redentora es la razón de ser de su Enca.rnación" (607). La Cena
será el "memorial de su sacrificio" en el que incluye a los apóstoles y
a quienes manda perpetuarlo (610-611). Este sacrificio que se inició
en el primer instante de la Encarnación (Cf.la cita de Hb 10, 5-10 en
y la salvación. T. 1: Problemática y relectura doctrinal. Salamanca, Secretariado
trinitario, 1990.
TEOLOGIA 66 (1995)