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de José Juan Tablada - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...

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Convalecfente, <strong>de</strong>,,", <strong>de</strong> haber .Ido herido <strong>de</strong> bala por Paul VerlalM.<br />

letrato <strong>de</strong>l natural por Jef losman, 1873. (Detalle'<br />

Toda la asistencia estalló <strong>de</strong> risa: los señores se<br />

inclinaban uno hacia el otro haciendo groseras alusiones;<br />

pero 10 más horrible era la expresión <strong>de</strong> la<br />

sacristana, que, mirando al cielo, se hacía la mística<br />

y sonreía con sus horrorosos dientes. ¡Timotina, Timotina<br />

reventaba <strong>de</strong> risa! Y 10 que me taladró con<br />

golpe mortal, fue que ¡Timotina se sujetaba las costillas!<br />

. ..<br />

-¡Un dulce céfiro en el algodón, está bueno, está<br />

bueno! . .. <strong>de</strong>cía, sonándose, el tío Cesarino ..<br />

Creí percibir algo . . . Pero este estallido <strong>de</strong> risas<br />

duró apenas un segundo; todos trataban <strong>de</strong> recobrar<br />

la seriedad, pero, sin embargo, estallaban unos pedos<br />

<strong>de</strong> rato en rato ...<br />

-Continúe, joven, ¡está bien, está bien!<br />

Cuando el céfiro levanta el ala<br />

en su escondite <strong>de</strong> algodón,<br />

cuando corre don<strong>de</strong> la flor 10 llama<br />

su dulce aliento huele tan bien.<br />

Esta vez, una carcajada sacudió a mi auditorio; Timotina<br />

miraba mis zapatos: yo sentía calor, mis pies<br />

ardían bajo su mirada, y nadaban en el sudor; pues<br />

yo me <strong>de</strong>cía: esas medias que llevo hace un mes, son<br />

un donativo <strong>de</strong> su amor, esas miradas que echa a mis<br />

pies, son un testimonio <strong>de</strong> su amor: ¡me adora!<br />

y he aquí que no sé qué olorcito parecía salir <strong>de</strong><br />

mis zapatos: oh, yo comprendí las horribles risas <strong>de</strong><br />

la asamblea. Comprendí que, extraviada en esta malvada<br />

sociedad, Timotina Labinette, Timotina, Jamás<br />

podría dar libre curso a su pasión! Comprendí que,<br />

a mí también, me era preciso <strong>de</strong>vorar ese doloroso<br />

amor que surgió en mi corazón una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> mayo,<br />

en la cocina <strong>de</strong> los Labinette, ¡ante el balanceo posterior<br />

<strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong>l Tazón!<br />

Las cuatro -hora <strong>de</strong> volver- sonaban en el reloj<br />

<strong>de</strong> péndulo <strong>de</strong>l salón; trastornado, ardiendo <strong>de</strong> amor<br />

y loco <strong>de</strong> dolor, cogí mi sombrero, me escapé volcando<br />

una silla, atravesé el corredor murmurando:<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

adoro a Timotina, y huí hacia el seminario sin<br />

<strong>de</strong>tenerme ...<br />

Los pliegues <strong>de</strong> mi hábito volaban tras <strong>de</strong> mí, en<br />

el viento, como pájaros siniestros.<br />

30 <strong>de</strong> junio<br />

En a<strong>de</strong>lante, <strong>de</strong>jo a la musa divina la tarea <strong>de</strong> acunar<br />

mi dolor; mártir <strong>de</strong> amor a los dieciocho años,<br />

y en mi aflicción pensando en otro mártir <strong>de</strong>l sexo<br />

que causa nuestras alegrías y dichas, privado ya <strong>de</strong><br />

aquello a quien amo, ¡voy a amar la fe! Que Cristo<br />

y María me acojan en su seno; yo los sigo; no soy<br />

digno <strong>de</strong> <strong>de</strong>sanudar los cordones <strong>de</strong> las sandalias <strong>de</strong><br />

Jesús; pero mi dolor, mi suplicio. Yo también, a los<br />

18 años y siete meses, llevo una cruz, una corona<br />

<strong>de</strong> espinas, pero en mi mano, en vez <strong>de</strong> una caña,<br />

llevo una cítara. ¡Ése será el bálsamo <strong>de</strong> mi herida!<br />

Un año <strong>de</strong>spués, 10. <strong>de</strong> agosto<br />

Hoy me han puesto el hábito sagrado; voy a servir<br />

a Dios; tendré una parroquia y una mo<strong>de</strong>sta sirvienta<br />

en un rico poblado. Tengo la fe; ganaré la salud<br />

y, sin hacer dispendios, viviré como un buen servidor<br />

<strong>de</strong> Dios con su sirvienta. Mi Madre la Santa<br />

Iglesia me abrigará en su seno: ¡Bendita sea! ¡Bendito<br />

sea Dios!<br />

En cuanto a esta pasión cruelmente amada que<br />

guardo en el fondo <strong>de</strong> mi corazón, sabré soportarla<br />

con constancia: sin que ello signifique re vivirla, a<br />

veces podría recordarla; ¡son tan dulces esas cosas!<br />

- Por 10 <strong>de</strong>más, yo había nacido para el amor y para<br />

la fe- o Tal vez un día, cuando vuelva a esta ciudad,<br />

tendré la dicha <strong>de</strong> confesar a mi querida Timotina.<br />

A<strong>de</strong>más, conservo <strong>de</strong> ella un dulce recuerdo: hace<br />

un año que no me quito los calcetines que me dio ...<br />

¡Esas medias, Dios mío, las guardaré en mis pies<br />

hasta en vuestro santo Paraíso . .. !

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