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de José Juan Tablada - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...

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do aquello que se encuentra en estado<br />

suelto, <strong>de</strong>svinculado, rayano a<br />

la abstracción. Don <strong>Juan</strong>, que sólo<br />

se atiene a lo evi<strong>de</strong>nte, es ciego ante<br />

los enlaces subterráneos, las maduraciones<br />

y las conjunciones <strong>de</strong>l<br />

tiempo. El tiempo trabaja en su contra,<br />

o cuando menos contra su manera<br />

<strong>de</strong> seducir, que consiste en<br />

abstraer al otro <strong>de</strong> toda <strong>de</strong>terminación<br />

para afirmar que es único e<br />

irrepetible, al grado <strong>de</strong> que el otro,<br />

o mejor dicho la otra, se toma irrepetible<br />

incluso frente a sí misma,<br />

frente a su pasado y su porvenir<br />

("sin <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> prosecución" dice<br />

Rousset), real sólo en el momento<br />

presente y estática como una figura<br />

geométrica. La seducción se resuelve<br />

así en una captura que, reafirmando<br />

la concreción <strong>de</strong> la presa,<br />

acaba por petrificarla:<br />

Don <strong>Juan</strong>: ¡Ay, Aminta <strong>de</strong> mis ojos'<br />

Mañana sobre virillas<br />

<strong>de</strong> tersa plata estrellada<br />

con clavos <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> Tíbar,<br />

pondrás los hermosos pies,<br />

y en prisión <strong>de</strong> gargantillas<br />

la alabastrina garganta,<br />

y los <strong>de</strong>dos en sortijas,<br />

en cuyo engaste parezcan<br />

transparentes perlas finas.<br />

(Tirso: 244)<br />

La frase característica <strong>de</strong> Don<br />

<strong>Juan</strong>, "¿tan largo me 10 fiáis?", es la<br />

frase característica <strong>de</strong> quien no pue<strong>de</strong><br />

concebir que algo tenga prosecución<br />

en el tiempo y <strong>de</strong> que puedan ,<br />

por 10 tanto, tar<strong>de</strong> o temprano, pedirle<br />

cuentas <strong>de</strong> sus actos. Por <strong>de</strong>sconocer<br />

el pasado y el porvenir, su<br />

único título <strong>de</strong> fe, que él mismo se<br />

encarga <strong>de</strong> revelarle a su criado, es<br />

harto simple: "dos y dos son cuatro<br />

y cuatro y cuatro son ocho" (Moliére:<br />

174). Esta creencia aritmética,<br />

más allá <strong>de</strong> su cinismo, presupone<br />

que el tiempo no existe, o que no<br />

altera nada esencial, que todo es superficial<br />

e impenetrable, pues todo<br />

es irreductible, y que el mundo es<br />

fijo , esto es, que recomienza a cada<br />

instante. Don <strong>Juan</strong> tiene el arte <strong>de</strong><br />

presentarse siempre como un recién<br />

llegado, <strong>de</strong> aparecer sin aviso<br />

y libre <strong>de</strong> cualquier lastre, redondo<br />

como un resultado aritmético:<br />

Bn'gida: La ha fascinado<br />

vuestra repentina entrada,<br />

y el pavor la ha trastornado.<br />

(Zorrilla: 75)<br />

Posee el arte, pues, <strong>de</strong> mostrarse<br />

como un ser empujado, eclosionado,<br />

un náufrago o un recién nacido.<br />

Como en el episodio con la<br />

pescadora Tisbea, en Tirso, don<strong>de</strong><br />

10 vemos <strong>de</strong>scansando su cabeza en<br />

el regazo <strong>de</strong> la mujer, o en ese otro,<br />

en Mozart, don<strong>de</strong> alaba a Elvira asomada<br />

al balcón, Don <strong>Juan</strong> seduce<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo; sabe siempre hallarse<br />

John Barrymore y Mary Astor en la pelfcula<br />

Don <strong>Juan</strong>, 1926.<br />

en el sitio <strong>de</strong> más hondura, <strong>de</strong> menor<br />

relieve. Dos veces, en la obra <strong>de</strong><br />

Tirso, se le compara con una culebra<br />

que repta (172, 247). Se coloca<br />

así en la posición más ventajosa con<br />

respecto a la inercia <strong>de</strong> los otros, o<br />

<strong>de</strong> las otras; hacia él converge 10<br />

que cae, lo que se abandona; es como<br />

si al caer hacia los infiernos<br />

creara con su cuerpo una fuerza <strong>de</strong><br />

succión que arrastrara irresistiblemente<br />

a quienes lo tocan. Es una<br />

fuerza contagiante. ¡Es tan fácil <strong>de</strong>splomarse<br />

en sus brazos y tan difícil<br />

resistirse a bajar ese último escalón<br />

en el que él acaba <strong>de</strong> situarse':<br />

Doña Ana: ¿Y qué he <strong>de</strong> hacer, ¡ay<br />

[<strong>de</strong> mí',<br />

sino caer en vuestros brazos,<br />

si el corazón en pedazos<br />

m e vais robando <strong>de</strong> aquí?<br />

No , don <strong>Juan</strong>; en po<strong>de</strong>r mío<br />

resistirte no está ya;<br />

yo vaya ti , como va<br />

sorbido al mar ese no.<br />

(Zorrilla: 90)<br />

Don <strong>Juan</strong>, al sorber, <strong>de</strong>svincula;<br />

su fuerza <strong>de</strong> atracción es disgregadora.<br />

Don<strong>de</strong> ve conjunciones, ensambles,<br />

uniones, quiere <strong>de</strong>sarticular.<br />

No pue<strong>de</strong> tolerar la visión <strong>de</strong><br />

dos novios que se <strong>de</strong>muestran un<br />

gran amor: "Sí, no pu<strong>de</strong> soportar al<br />

principio verlos tan felices juntos<br />

( .. . ) imaginé un placer extremo en<br />

po<strong>de</strong>r turbar su buena armonía, en<br />

romper esas dulces ataduras" (Moliére:<br />

139). Justamente su carisma<br />

le viene <strong>de</strong> que al pasar por alto la<br />

inscripción <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más en ciertos<br />

pactos y conglomerados, su apelación<br />

a la individualidad ajena es tan<br />

radical e intensa que, bajo la angulación<br />

erótica, se vuelve irresistible.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

76<br />

En su caso la seducción es una consecuencia<br />

<strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> encontrarse<br />

siempre en colisión con los otros,<br />

colisión que es el resultado <strong>de</strong> que<br />

pasa por alto las franjas <strong>de</strong> protección<br />

que ro<strong>de</strong>an a las personas. Como<br />

un niño que ignora las sutiles<br />

trabas que impi<strong>de</strong>n a los individuos<br />

tener un contacto <strong>de</strong>masiado directo<br />

con sus semejantes, que ignora,<br />

pues, la privacidad y la estrechez,<br />

o al igual que los pastores bucólicos<br />

que "chocan" unos con otros en el<br />

paisaje resbaloso y enrarecido <strong>de</strong><br />

Arcadia, Don <strong>Juan</strong> se relaciona por<br />

catástrofes, no por atracción o por<br />

cálculo. No es capaz <strong>de</strong> integrar al<br />

otro en un horizonte, no sabe ver en<br />

profundidad, se enfrenta con una<br />

cosa a la vez, ignora los puntos <strong>de</strong><br />

contacto y las analogías ocultas <strong>de</strong>trás<br />

<strong>de</strong> las apariencias, es más, en<br />

cierto modo sabe que las apariencias<br />

son su salvación y que sólo es<br />

posible huir in<strong>de</strong>finidamente mientras<br />

no se <strong>de</strong>struyan; intuye, tal vez,<br />

que basta hallar una semejanza en<br />

el mundo para encontrar enseguida<br />

todas las otras, primero las más<br />

evi<strong>de</strong>ntes y luego las más sutiles,<br />

hasta que el círculo <strong>de</strong> las semejanzas<br />

se estrecha y nos ahoga. El diálogo<br />

que sostiene con dos campesinas<br />

(Moliere: 162) -a cada cual ha<br />

prometido su corazón- es un vertiginoso<br />

ping-pong verbal en el que<br />

consigue "ven<strong>de</strong>r" a cada una, frente<br />

a las narices <strong>de</strong> la otra, una distinta<br />

versión <strong>de</strong> los mismos hechos.<br />

Pues bien, en esos requiebros <strong>de</strong> la<br />

cintura con que maneja en un terreno<br />

reducido dos versiones verbales<br />

distintas, una para la mujer <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha<br />

y otra para la <strong>de</strong> la izquierda,<br />

se ve su talento para reducir lo simultáneo<br />

a 10 sucesivo, para suprimir<br />

rasgos comunes y <strong>de</strong>sintegrar<br />

grumos. Es un <strong>de</strong>shidratador, un<br />

partidario <strong>de</strong> los contornos fijos. ¡Cada<br />

cosa en su sitio!, le reclama continuamente<br />

al mundo. Su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

una noche que parezca día es un <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> visibilidad y objetividad, porque<br />

la noche, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ser la prim<br />

era estrechez, es el comienzo <strong>de</strong><br />

la confusión, <strong>de</strong> las analogías y las<br />

imbricaciones ocultas, es el reino <strong>de</strong><br />

los regresos y las conversiones. A<br />

través <strong>de</strong> la noche y las analogías,<br />

los muertos se hacen oír por los vivos.<br />

Clamar por un mundo totalmente<br />

diurno, don<strong>de</strong> nada se confunda<br />

ni se mezcle con nada, don<strong>de</strong><br />

cada cosa halle su sitio, es clamar<br />

por la supresión <strong>de</strong> los muertos, por<br />

un mundo sin vacilaciones ni miradas<br />

hacia atrás. No es extraño, así,<br />

que la venganza final <strong>de</strong> la sociedad<br />

la sufra Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> una<br />

estatua <strong>de</strong> piedra. ¿No es la estatua<br />

el regreso <strong>de</strong> esos cientos <strong>de</strong> personas,<br />

hombres y mujeres, que fueron<br />

petrificados por ese gesto absolutista<br />

<strong>de</strong>l seductor que reza: "así y <strong>de</strong><br />

ninguna otra manera"?

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