de José Juan Tablada - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...
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Andrómaca,' pues ella es una figura<br />
literaria antes que el símbolo <strong>de</strong><br />
otra persona como tal. Pero la memoria<br />
<strong>de</strong> lo real, el reconocimiento<br />
<strong>de</strong> su verdad específica jamás cesa<br />
<strong>de</strong> crecer en Bau<strong>de</strong>laire , y la imagen<br />
(por supuesto, es aún sólo una<br />
imagen) <strong>de</strong> ese cisne <strong>de</strong>samparado<br />
y <strong>de</strong>sesperado, luego <strong>de</strong> la mujer<br />
negra viviendo en el exilio, resulta<br />
<strong>de</strong> hecho en que el texto, aunque<br />
pennanece idéntico, <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> sin<br />
embargo un resplandor: esa intuición,<br />
esas iluminaciones fortuitas,<br />
esa sabiduría religiosa, que trascien<strong>de</strong>n<br />
los sistemas <strong>de</strong> representación<br />
y mito, son en sí mismos una suerte<br />
<strong>de</strong> texto. La interrupción está ya<br />
presente en el acto <strong>de</strong> la creación.<br />
Ocurre en el momento en que el<br />
poema se libera a sí mismo <strong>de</strong>l sistema<br />
<strong>de</strong> sus significaciones, que no<br />
eran otra cosa que estructuras atemporales,<br />
ahora se ven a sí mismas<br />
confrontadas y <strong>de</strong>bido a eso adquiere<br />
sentido: hasta el grado que esas<br />
significaciones, que no eran otra cosa<br />
que estructuras efímeras, ahora<br />
• Andrómaca, esposa <strong>de</strong> Héctor (La<br />
flíada ). (T.).<br />
San Jer6nlmo, por Alberto Durero.<br />
se ven confrontadas a su finitud, expuestas<br />
al tiempo, reclamadas por<br />
otra clase <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s. Es en realidad<br />
como si las palabras estuvieran<br />
conectadas a la corriente eléctrica,<br />
y que por la gracia <strong>de</strong> esa<br />
energía se transfonnaran gradualm<br />
ente en miles <strong>de</strong> luces.<br />
En otras palabras, la interrupción<br />
es un punto <strong>de</strong> partida, el origen genuino<br />
<strong>de</strong> lo que hay en una obra <strong>de</strong><br />
propiamente poético, el intervalo<br />
don<strong>de</strong> , por otra parte, se inició <strong>de</strong><br />
una vez y para siempre la escritura,<br />
esa otra hechura <strong>de</strong> la actividad<br />
<strong>de</strong>l inconsciente. Y experimentada<br />
<strong>de</strong> nuevo por el lector, en algún mom<br />
ento <strong>de</strong> su encuentro con el poema,<br />
la interrupción es por tanto el<br />
acto que le permite al lector encontrar,<br />
poéticamente hablando, su propia<br />
relación con la poesía -y correspon<strong>de</strong>r,<br />
acentuémoslo <strong>de</strong> paso, a la<br />
esperanza que habita en el espíritu<br />
<strong>de</strong>l texto <strong>de</strong>l poema. Dado que cada<br />
poema es un acto lleno <strong>de</strong> esperanza<br />
en "mon semblable, mon frere" ,<br />
como <strong>de</strong>cía Bau<strong>de</strong>laire <strong>de</strong> su lector,<br />
¿no se convertirá este mismo lector<br />
a la verdad <strong>de</strong> la finitud? - ¿Por qué,<br />
podríamos preguntar, alguna metá-<br />
Biblioteca <strong>de</strong> México<br />
6<br />
fora resulta en ocasiones "oscura"?<br />
¿ y por qué se nos escapa, por completo<br />
o en parte, el vínculo que une<br />
a las cosas comparadas? Nos suce<strong>de</strong><br />
porque en el texto quedó sin explicar<br />
algún aspecto <strong>de</strong>l conocimiento<br />
que tiene el poeta <strong>de</strong> las cosas<br />
que compara. A los lectores se<br />
nos rehúsan las asociaciones que teje<br />
el poeta, aunque esas asociaciones<br />
no añadan algo imprescindible<br />
sobre sí mismas. Con todo, ese encubrimiento<br />
no significa por añadidura<br />
que el poeta se autocomplazca<br />
en un soliloquio. Suce<strong>de</strong> justamente<br />
lo contrario. El poeta confía<br />
en que las palabras nos permitirán<br />
vislumbrar esa plenitud que no pue<strong>de</strong>n<br />
<strong>de</strong>scubrirnos ni la <strong>de</strong>scripción<br />
ni la fónnula; y por consiguiente, si<br />
el poeta escribe e incluso publica,<br />
es porque confía en que el lector<br />
<strong>de</strong>scubrirá en su propia experiencia<br />
las cosas que el poeta, a su vez, ha<br />
intuido que podía revelarnos sin<br />
nombrarlas: para acce<strong>de</strong>r a la más<br />
refinada riqueza para <strong>de</strong>signar, el<br />
poeta pi<strong>de</strong> ser comprendido a <strong>de</strong>mi<br />
mot, sutilmente. ¿Pero no significa<br />
esto en consecuencia pedirle también<br />
al lector que se aparte <strong>de</strong> ciertos<br />
aspectos <strong>de</strong>l texto -esos orígenes<br />
que tiene el texto en el linaje<br />
<strong>de</strong>l autor, parcialmente inteligibles-<br />
para beneficio <strong>de</strong> su propia<br />
experiencia vital? ¿No significa esto<br />
confiar en que los lectores volverán<br />
al texto con la perspectiva, y<br />
con el apremio, <strong>de</strong> esa dialéctica <strong>de</strong><br />
la ruptura?<br />
Es el propio poeta, entonces,<br />
quien confía en que el lector, en<br />
ciertos momentos, <strong>de</strong>je <strong>de</strong> leerlo. Y<br />
es por cierto esta expectativa, ca mpletamentejustificada,<br />
la que vuelve<br />
pausible la poesía que aspira a la<br />
celebración, es <strong>de</strong>cir, que certifica<br />
una calidad, un vigor -sin que pueda<br />
obviamente <strong>de</strong>mostrar nada- y<br />
habla por consiguiente <strong>de</strong> su objeto<br />
<strong>de</strong> un modo a un tiempo alusivo<br />
y apasionado. Es sólo porque está<br />
preparado para abandonar el texto<br />
que el lector experimenta <strong>de</strong> nuevo<br />
su proposición fundamental: admitir<br />
que ha surgido en la experiencia<br />
<strong>de</strong>l poeta algo completamente<br />
real. Pero por esa razón, el lector hace<br />
algo adicional puesto que ofrece<br />
al poeta un motivo más para confiar<br />
en que el lector <strong>de</strong>sertará <strong>de</strong>l libro.<br />
Celebración significa siempre, en<br />
efecto, sustituir alguna representación,<br />
encauzada y <strong>de</strong>limitada por la<br />
escritura, por la genuina experiencia<br />
<strong>de</strong>l Único. La Grecia <strong>de</strong> Hbl<strong>de</strong>r<br />
!in es sólo un mito romántico; la<br />
"tierra incomparablemente ver<strong>de</strong>,<br />
dulce y fúnebre" <strong>de</strong>l gran poema <strong>de</strong><br />
Jouve 2 es sólo una "puerta <strong>de</strong>l can-<br />
2. Alu<strong>de</strong> a una línea <strong>de</strong>l poema "La<br />
Femme naire" <strong>de</strong> Pierre Jean Jouve, <strong>de</strong><br />
su libro Sueur <strong>de</strong> sang, Oeuvre, ed. por<br />
Jean Starobinski, 2 vols. (París, 1987),<br />
1: 239. (T)