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1 - Universidad de Sevilla

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CosrrtoiDolLs<br />

rendijas <strong>de</strong> la ventana hería el vidrio <strong>de</strong>l ojo como los frascos refulgentes<br />

rídnel dbeaefi i do i.<br />

daba nada ; reliquias colgadas por fuera, i<strong>de</strong>as arcaicas, relejes <strong>de</strong><br />

damente, tomó a Cár<strong>de</strong>nas por las axilas y en un<br />

único esfuerzo lo tendió en la cama.<br />

otras i<strong>de</strong>as más antiguas, principios, salveda<strong>de</strong>s, tradición `que se<br />

nos sale por todos los poros <strong>de</strong> la piel. Le harían la autopsia y yo<br />

—Está frío, señor ; no lo toque hasta que no llegue el forense. czegouíqsueepnoonelealenamcoonrtraarqíuaínla<br />

—Qué forense ni qué ga nada<br />

amistad,<br />

más que anaqueles con letreritos:<br />

rambainas. Pepín está tan vivo como<br />

tú y como yo. No era más que un ataque. El señorito Pepe sufre<br />

aquí la simpatía ; hay que ser<br />

cortés, hay que ser generoso, hay que ser valiente, hay que ser... es-<br />

<strong>de</strong> estos vértigos.<br />

pañoles.» Nada, todo eso es nada. Herramientas para per<strong>de</strong>r el tiem-<br />

—Pero si está frío, señor.<br />

po, que es el oficio, el sacerdocio mejor <strong>de</strong> los que son como Pepín.<br />

—De la mala noche, Serapio; <strong>de</strong> la mala noche y la mala fortuna. —¡Pobre Cár<strong>de</strong>nioasr!.<br />

No le ha visto usted. Llame, llame al 15.315 y dígale a Noguer que<br />

perf— —Sí, eso esta<br />

que es lo más inútil y lo que más estorba. Su-<br />

venga ahora mismo <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Pepe y mía y que es urgentísimo. teíSeís pulimentadas,<br />

brillantes, <strong>de</strong>corativas, pero inútiles, ne-<br />

Yo empezaré a acostarle.<br />

cesitamos ser ruedas <strong>de</strong>ntadas, hojas <strong>de</strong> sierra, con colmillos y con<br />

A fuerza <strong>de</strong> empujones sacó Marín al portero <strong>de</strong>l cuarto y cerró gana <strong>de</strong> hincarlos' para herirue nos hieran. Chico, yo he sido su-<br />

la puerta. Volvió a la alcoba, y arropó el cuerpo <strong>de</strong> 'Pepín con el tapi- perficie brillante • unos- af,ns'yy cl a poco me muero <strong>de</strong> hambre. Me<br />

jo * <strong>de</strong> la cama. Abrió las ventanas :<br />

resolví un día a afilarme el diente y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces gozo <strong>de</strong> la<br />

sol <strong>de</strong> verano; ruidos lejanos, voces<br />

osadíaAp<br />

adreeds aoc. ol em<br />

r tseg e udo i .<br />

y palabras cercanas, <strong>de</strong>l medio diá-<br />

ellamaremos—dijo<br />

logo que se sale por los balcones y<br />

por las puertas; palabras <strong>de</strong> pre-<br />

mlog ¿No parece?<br />

sagio y <strong>de</strong> cábalas con que nos<br />

habla el Destino <strong>de</strong> sus propósitos<br />

para<br />

el porvenir. Marín tomó una<br />

carta dirigida a Pepín, y la abrió.<br />

Letra picuda <strong>de</strong> mujer. Marín ojeó<br />

rápidamente : «Te he telegrafiado,<br />

Pepín, por tu cumpleaños ; cumples<br />

cuarenta. Es un día triste para<br />

mí; en mi vida ya no hay más que<br />

recuerdos ; los <strong>de</strong> todos y los tuyos.<br />

Tu padre murió a los cuarenta años,<br />

y dicen que tu abuelo también.<br />

Cuídate mucho.» Y más a<strong>de</strong>lante :<br />

«¿Trabajas? ¿Y tus planes? Cuéntame<br />

; siempre <strong>de</strong>seando saber algo,<br />

algo agradable <strong>de</strong> ti y <strong>de</strong> tu labor.<br />

Pronto viene la vejez y te dará pena<br />

<strong>de</strong> no haber sido un hombre <strong>de</strong><br />

provecho.»<br />

Mosconeo <strong>de</strong> los bordones <strong>de</strong>l<br />

ascensor. Marín fué a la puerta.<br />

Llegó Noguer con su cartera embrazada<br />

y un gesto <strong>de</strong> calma expectante.<br />

—Hola, Marín : ¿Qué le pasa a<br />

Pepe?<br />

—Ahí lo verás. Parece muerto.<br />

Debió <strong>de</strong> darle anoche un ataque.<br />

—¿Estaba solo?<br />

—Solo.<br />

—Vamos a ver.<br />

Descorrió Noguer las ropas <strong>de</strong><br />

la cama. Apartó las almohadas y<br />

entreabrió la camisa.<br />

—Pobre ; no hay nada que hacer.<br />

¿Y María Teresa?<br />

—En su casa estará.<br />

—¿Y la familia?<br />

—Toma—dijo Marín mostrando <strong>de</strong><br />

antes había leído—. Aquí, en esta carta,<br />

Noguer leyó la carta.<br />

—Bien. Yo tengo mucho que hacer<br />

con los ojos su sombrero.<br />

—El portero quiere avisar al forense.<br />

Noguer extrajo papeles <strong>de</strong> su cartera y comenzó a escribir. Marín,<br />

mientras :<br />

—El forense es la autopsia y es también el escándalo. El escándalo<br />

no importa más que porque alarga las cosas y hace per<strong>de</strong>r<br />

tiempo ; el tiempo que necesitamos para hablar y para otras cosas<br />

útiles para vivir ; pero la autopsia, para qué, en este caso es inútil.<br />

— Sí, es <strong>de</strong>sagradable—rezó Noguer, releyendo lo que llevaba escrito.<br />

—Inútil <strong>de</strong> todo punto. ¿Se le ocurriría a nadie hacer la disección<br />

<strong>de</strong> un sombrero <strong>de</strong> copa? Pepín era el hombre más simpático y<br />

más bueno <strong>de</strong>l mundo. Era, a<strong>de</strong>más, lo que se llama un hombre correcto.<br />

Era como el burro <strong>de</strong>l santero <strong>de</strong> que habla el fabulista. ¿No<br />

fué el fabulista el que habló <strong>de</strong> eso? Cargado <strong>de</strong> reliquias, todo lo<br />

llevaba en la mano y a la vista y como en feria. Dentro no guar-<br />

éíd—aico,<br />

e<br />

firmando el oficio—la socio-<br />

Pepín,<br />

pobre Pepín; no era nada pardo.<br />

—Rutilante, querido Augusto,<br />

rutilante y a<strong>de</strong>más perfecto; un<br />

hombre <strong>de</strong> museo si hubiera museos<br />

<strong>de</strong> personas. ¿Pero qué? Estéril,<br />

inútil. Esta tar<strong>de</strong> lo enterraremos<br />

y luego nada. El santero<br />

<strong>de</strong>l fabulista buscará otro burro<br />

para transportar las reliquias. El<br />

sombrerero pondrá otro sombrero <strong>de</strong><br />

copa en su escaparate—cuando Pepín<br />

haya pasado <strong>de</strong> moda—con<br />

más reflejos, con lustre nuevo, con<br />

otras sedas.<br />

—Éste, realmente, estaba enfermo,<br />

era un enfermo.<br />

—Enfermo, sí; pero antes que<br />

otra enfermedad tenía esta otra que<br />

estamos diciendo: la locura <strong>de</strong> los<br />

principios. Su padre y su abuelo—<br />

ya lo has leído, se murieron a los<br />

cuarenta años. Pepín los cumplía<br />

hoy, y Pepín, hombre correcto, valiente<br />

y cortés, acompaña a unas<br />

damas, se viene a casa, se baña,<br />

se arregla, se viste un camisón que<br />

parece un sudario, se acerca a la<br />

cama, tuerce la boca, vuelve los<br />

ojos, se muer<strong>de</strong> la lengua—cosa que<br />

no había hecho jamás—y se <strong>de</strong>sploma<br />

<strong>de</strong> bruces, muerto, sobre una<br />

manta y unos almohadones proce<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong>l Águila.<br />

—Tenía talento—dijo Noguer,<br />

sonriente—. La llama divina ardió<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> Pepín.<br />

—Ardió la llama <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l celemín.<br />

La atisbamos algunos. Y<br />

muchos esperaban su resplandor.<br />

Pero" había que morirse hoy, hoy precisamente, el primer día<br />

que *tenía una cosa urgente que hacer.<br />

—No hables más, Manuel. Yo tengo que hacer.<br />

•<br />

—Oye, tú que eres médico, ¿tienes predilección por <strong>de</strong>terminada<br />

funeraria?<br />

—Amo por igual a todos mis compañeros y auxiliares—y fué<br />

hacia la puerta.<br />

—Salgo contigo.<br />

Tomó el oficio, y bajó con el médico. En la portería, el compadre<br />

Serapio les salió al encuentro:<br />

—¿Qué, éh, o cómo o re s; t áp.e..r?fzeitnam terernotgeó. cEosntáreylaativbaienv_d ehemi jo menciaa.ri<br />

'n—•<br />

hLaueeegro a, hdoernat reoo e ludnoae ht orr. a Si así,ntor aheer ve án nird o s gennec los s o que<br />

y I eo<br />

suban mea<br />

con<strong>de</strong><br />

esperen. Yo vuelvo en seguida. ¡Ah! y dígale por a don jo<br />

la carta los párrafos que<br />

se lo anuncian.<br />

—dijo el médico buscando<br />

teléfono alsé, laa señorita<br />

María Teresa que no esperen esta tar<strong>de</strong> a comer<br />

señorito Pepín no pue<strong>de</strong> ir hoy.<br />

ENRIQUE LÓPEZ ALARCÓN<br />

••mommai~90711!

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