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CosrrtoiDolLs<br />
rendijas <strong>de</strong> la ventana hería el vidrio <strong>de</strong>l ojo como los frascos refulgentes<br />
rídnel dbeaefi i do i.<br />
daba nada ; reliquias colgadas por fuera, i<strong>de</strong>as arcaicas, relejes <strong>de</strong><br />
damente, tomó a Cár<strong>de</strong>nas por las axilas y en un<br />
único esfuerzo lo tendió en la cama.<br />
otras i<strong>de</strong>as más antiguas, principios, salveda<strong>de</strong>s, tradición `que se<br />
nos sale por todos los poros <strong>de</strong> la piel. Le harían la autopsia y yo<br />
—Está frío, señor ; no lo toque hasta que no llegue el forense. czegouíqsueepnoonelealenamcoonrtraarqíuaínla<br />
—Qué forense ni qué ga nada<br />
amistad,<br />
más que anaqueles con letreritos:<br />
rambainas. Pepín está tan vivo como<br />
tú y como yo. No era más que un ataque. El señorito Pepe sufre<br />
aquí la simpatía ; hay que ser<br />
cortés, hay que ser generoso, hay que ser valiente, hay que ser... es-<br />
<strong>de</strong> estos vértigos.<br />
pañoles.» Nada, todo eso es nada. Herramientas para per<strong>de</strong>r el tiem-<br />
—Pero si está frío, señor.<br />
po, que es el oficio, el sacerdocio mejor <strong>de</strong> los que son como Pepín.<br />
—De la mala noche, Serapio; <strong>de</strong> la mala noche y la mala fortuna. —¡Pobre Cár<strong>de</strong>nioasr!.<br />
No le ha visto usted. Llame, llame al 15.315 y dígale a Noguer que<br />
perf— —Sí, eso esta<br />
que es lo más inútil y lo que más estorba. Su-<br />
venga ahora mismo <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Pepe y mía y que es urgentísimo. teíSeís pulimentadas,<br />
brillantes, <strong>de</strong>corativas, pero inútiles, ne-<br />
Yo empezaré a acostarle.<br />
cesitamos ser ruedas <strong>de</strong>ntadas, hojas <strong>de</strong> sierra, con colmillos y con<br />
A fuerza <strong>de</strong> empujones sacó Marín al portero <strong>de</strong>l cuarto y cerró gana <strong>de</strong> hincarlos' para herirue nos hieran. Chico, yo he sido su-<br />
la puerta. Volvió a la alcoba, y arropó el cuerpo <strong>de</strong> 'Pepín con el tapi- perficie brillante • unos- af,ns'yy cl a poco me muero <strong>de</strong> hambre. Me<br />
jo * <strong>de</strong> la cama. Abrió las ventanas :<br />
resolví un día a afilarme el diente y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces gozo <strong>de</strong> la<br />
sol <strong>de</strong> verano; ruidos lejanos, voces<br />
osadíaAp<br />
adreeds aoc. ol em<br />
r tseg e udo i .<br />
y palabras cercanas, <strong>de</strong>l medio diá-<br />
ellamaremos—dijo<br />
logo que se sale por los balcones y<br />
por las puertas; palabras <strong>de</strong> pre-<br />
mlog ¿No parece?<br />
sagio y <strong>de</strong> cábalas con que nos<br />
habla el Destino <strong>de</strong> sus propósitos<br />
para<br />
el porvenir. Marín tomó una<br />
carta dirigida a Pepín, y la abrió.<br />
Letra picuda <strong>de</strong> mujer. Marín ojeó<br />
rápidamente : «Te he telegrafiado,<br />
Pepín, por tu cumpleaños ; cumples<br />
cuarenta. Es un día triste para<br />
mí; en mi vida ya no hay más que<br />
recuerdos ; los <strong>de</strong> todos y los tuyos.<br />
Tu padre murió a los cuarenta años,<br />
y dicen que tu abuelo también.<br />
Cuídate mucho.» Y más a<strong>de</strong>lante :<br />
«¿Trabajas? ¿Y tus planes? Cuéntame<br />
; siempre <strong>de</strong>seando saber algo,<br />
algo agradable <strong>de</strong> ti y <strong>de</strong> tu labor.<br />
Pronto viene la vejez y te dará pena<br />
<strong>de</strong> no haber sido un hombre <strong>de</strong><br />
provecho.»<br />
Mosconeo <strong>de</strong> los bordones <strong>de</strong>l<br />
ascensor. Marín fué a la puerta.<br />
Llegó Noguer con su cartera embrazada<br />
y un gesto <strong>de</strong> calma expectante.<br />
—Hola, Marín : ¿Qué le pasa a<br />
Pepe?<br />
—Ahí lo verás. Parece muerto.<br />
Debió <strong>de</strong> darle anoche un ataque.<br />
—¿Estaba solo?<br />
—Solo.<br />
—Vamos a ver.<br />
Descorrió Noguer las ropas <strong>de</strong><br />
la cama. Apartó las almohadas y<br />
entreabrió la camisa.<br />
—Pobre ; no hay nada que hacer.<br />
¿Y María Teresa?<br />
—En su casa estará.<br />
—¿Y la familia?<br />
—Toma—dijo Marín mostrando <strong>de</strong><br />
antes había leído—. Aquí, en esta carta,<br />
Noguer leyó la carta.<br />
—Bien. Yo tengo mucho que hacer<br />
con los ojos su sombrero.<br />
—El portero quiere avisar al forense.<br />
Noguer extrajo papeles <strong>de</strong> su cartera y comenzó a escribir. Marín,<br />
mientras :<br />
—El forense es la autopsia y es también el escándalo. El escándalo<br />
no importa más que porque alarga las cosas y hace per<strong>de</strong>r<br />
tiempo ; el tiempo que necesitamos para hablar y para otras cosas<br />
útiles para vivir ; pero la autopsia, para qué, en este caso es inútil.<br />
— Sí, es <strong>de</strong>sagradable—rezó Noguer, releyendo lo que llevaba escrito.<br />
—Inútil <strong>de</strong> todo punto. ¿Se le ocurriría a nadie hacer la disección<br />
<strong>de</strong> un sombrero <strong>de</strong> copa? Pepín era el hombre más simpático y<br />
más bueno <strong>de</strong>l mundo. Era, a<strong>de</strong>más, lo que se llama un hombre correcto.<br />
Era como el burro <strong>de</strong>l santero <strong>de</strong> que habla el fabulista. ¿No<br />
fué el fabulista el que habló <strong>de</strong> eso? Cargado <strong>de</strong> reliquias, todo lo<br />
llevaba en la mano y a la vista y como en feria. Dentro no guar-<br />
éíd—aico,<br />
e<br />
firmando el oficio—la socio-<br />
Pepín,<br />
pobre Pepín; no era nada pardo.<br />
—Rutilante, querido Augusto,<br />
rutilante y a<strong>de</strong>más perfecto; un<br />
hombre <strong>de</strong> museo si hubiera museos<br />
<strong>de</strong> personas. ¿Pero qué? Estéril,<br />
inútil. Esta tar<strong>de</strong> lo enterraremos<br />
y luego nada. El santero<br />
<strong>de</strong>l fabulista buscará otro burro<br />
para transportar las reliquias. El<br />
sombrerero pondrá otro sombrero <strong>de</strong><br />
copa en su escaparate—cuando Pepín<br />
haya pasado <strong>de</strong> moda—con<br />
más reflejos, con lustre nuevo, con<br />
otras sedas.<br />
—Éste, realmente, estaba enfermo,<br />
era un enfermo.<br />
—Enfermo, sí; pero antes que<br />
otra enfermedad tenía esta otra que<br />
estamos diciendo: la locura <strong>de</strong> los<br />
principios. Su padre y su abuelo—<br />
ya lo has leído, se murieron a los<br />
cuarenta años. Pepín los cumplía<br />
hoy, y Pepín, hombre correcto, valiente<br />
y cortés, acompaña a unas<br />
damas, se viene a casa, se baña,<br />
se arregla, se viste un camisón que<br />
parece un sudario, se acerca a la<br />
cama, tuerce la boca, vuelve los<br />
ojos, se muer<strong>de</strong> la lengua—cosa que<br />
no había hecho jamás—y se <strong>de</strong>sploma<br />
<strong>de</strong> bruces, muerto, sobre una<br />
manta y unos almohadones proce<strong>de</strong>ntes<br />
<strong>de</strong>l Águila.<br />
—Tenía talento—dijo Noguer,<br />
sonriente—. La llama divina ardió<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> Pepín.<br />
—Ardió la llama <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l celemín.<br />
La atisbamos algunos. Y<br />
muchos esperaban su resplandor.<br />
Pero" había que morirse hoy, hoy precisamente, el primer día<br />
que *tenía una cosa urgente que hacer.<br />
—No hables más, Manuel. Yo tengo que hacer.<br />
•<br />
—Oye, tú que eres médico, ¿tienes predilección por <strong>de</strong>terminada<br />
funeraria?<br />
—Amo por igual a todos mis compañeros y auxiliares—y fué<br />
hacia la puerta.<br />
—Salgo contigo.<br />
Tomó el oficio, y bajó con el médico. En la portería, el compadre<br />
Serapio les salió al encuentro:<br />
—¿Qué, éh, o cómo o re s; t áp.e..r?fzeitnam terernotgeó. cEosntáreylaativbaienv_d ehemi jo menciaa.ri<br />
'n—•<br />
hLaueeegro a, hdoernat reoo e ludnoae ht orr. a Si así,ntor aheer ve án nird o s gennec los s o que<br />
y I eo<br />
suban mea<br />
con<strong>de</strong><br />
esperen. Yo vuelvo en seguida. ¡Ah! y dígale por a don jo<br />
la carta los párrafos que<br />
se lo anuncian.<br />
—dijo el médico buscando<br />
teléfono alsé, laa señorita<br />
María Teresa que no esperen esta tar<strong>de</strong> a comer<br />
señorito Pepín no pue<strong>de</strong> ir hoy.<br />
ENRIQUE LÓPEZ ALARCÓN<br />
••mommai~90711!