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o es extraño —todo en el mundo halla su<br />
explicación correspondiente— que sea Bolivia<br />
la República americana menos conocida <strong>de</strong><br />
España y los españoles. Su situación geográfica,<br />
que la confina en la meseta <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s, dificultando<br />
sobremanera toda clase <strong>de</strong> comunicaciones,<br />
es causa <strong>de</strong> que el emigrante <strong>de</strong> nuestra sangre<br />
y <strong>de</strong> nuestra lengua no llegue hasta allá. Y ya se sabe lo que el<br />
emigrante influye para mantener bien asentadas esas relaciones<br />
sentimentales que son, en primero y último término, razón <strong>de</strong> todos<br />
los conocimientos. El emigrante sueña con la España que abandonó;<br />
pero es indudable que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la nueva tierra don<strong>de</strong> asienta la<br />
planta inquieta y ávida lanza cables que tiran <strong>de</strong>l interés, <strong>de</strong> la curiosidad,<br />
<strong>de</strong> un amor, no por incipiente menos cierto, hacia la patria<br />
nueva, por parte <strong>de</strong> sus familiares y amigos, en el lejano pueblo<br />
natal. Por el gran arco que tien<strong>de</strong> la emigración sobre el mar,<br />
el español se interesa en la vida <strong>de</strong> la Argentina, <strong>de</strong>l Uruguay o <strong>de</strong><br />
Cuba. Bolivia, por el contrario, aislada y recóndita, más cerca <strong>de</strong>l<br />
cielo que <strong>de</strong>l viejo continente, permanece oculta para quienes no<br />
sepan ver y oír a distancia. Hacia el centro <strong>de</strong> la América <strong>de</strong>l Sur,<br />
es como un corazón que no se ve fácilmente, pero que <strong>de</strong>ja oír su<br />
hondo latido a los que aciertan a poner su mano extendida, con<br />
a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> auscultar, sobre la Geografía y la Historia <strong>de</strong>l Mundo<br />
Nuevo.<br />
* * *<br />
Un <strong>de</strong>creto —el memorable <strong>de</strong> 16 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1825— prejuzgó<br />
el nacimiento <strong>de</strong>l nuevo Estado. Libre <strong>de</strong> los virreinatos a que su-<br />
REPUBL/ c<br />
cesivamente había estado sometido en tiempos <strong>de</strong> la dominación<br />
española —el virreinato <strong>de</strong>l Perú y el <strong>de</strong> Buenos Aires—, el nuevo<br />
pueblo tuvo que reforzar su voluntad <strong>de</strong> emancipación, darse fronteras<br />
que no podía buscar en la antigua división colonial, y hasta<br />
inventarse un nombre. Otros países americanos se emancipaban <strong>de</strong><br />
España: el alto Perú, a poco Bolivia, tenía que lograr más: tenía<br />
que nacer. Y fué su fortuna encontrar en el general Sucre un formidable<br />
parteador. Los togados y universitarios <strong>de</strong> Chuquisaca, como<br />
los insurrectos <strong>de</strong> La Paz y <strong>de</strong> Cochabamba, no habrían logrado,<br />
en diez, doce, quince años <strong>de</strong> cruento esfuerzo, otra cosa que un<br />
cambio <strong>de</strong> tutela. De manos <strong>de</strong> España hubiese pasado el po<strong>de</strong>r<br />
sobre la meseta andina y su vertiente oriental, a las <strong>de</strong>l Perú probablemente.<br />
Mudanza <strong>de</strong> dueño, pues. Otro amo y señor, pura y simplemente.<br />
Pero Sucre recogió con ejemplar clarivi<strong>de</strong>ncia el ansia<br />
patriótica <strong>de</strong> los guerrilleros altoperuanos, que le salieron al encuentro,<br />
en famosa entrevista, ya consumada la victoria <strong>de</strong> Ayacucho.<br />
El <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> los pueblos a constituirse según los dictados<br />
<strong>de</strong> su voluntad era dogma que Sucre profesaba, como también Bolívar.<br />
Sólo que Bolívar se sentía inquieto ante una excesiva fragmentación<br />
<strong>de</strong> las flamantes nacionalida<strong>de</strong>s. Sucre venció los recelos<br />
<strong>de</strong>l Libertador, y éste convocó un Congreso que <strong>de</strong>liberase<br />
y resolviera. Reunióse la Asamblea, y el 6 <strong>de</strong> agosto bautizó<br />
la recién nacida República con el apellido <strong>de</strong> Simón Bolívar.<br />
Bolivia recuerda a Bolívar, como Colombia a Colón. Son los dos<br />
países que izan sus nombres a modo <strong>de</strong> perdurables recordatorios.<br />
Y en verdad que nadie merece memoria tan cierta como el hombre