1 - Universidad de Sevilla

AATTE E8M8
ACE unos años, antes de que el nuevo arte cine-
matográfico revolucionase el mundo, de las es-
trellas no sabíamos más que aquella afirma-
ción del cantar popular de
«El mentir de las estrellas
es un curioso mentir,
puesto que nadie ha de ir
a preguntárselo a ellas.»
Pero, desde que la ola de celuloide—mucho más peligrosa que la
de frío, la de calor y tantas otras famosas; ¡ya hablaremos de eso !—
invadió los rincones todos del planeta, y el vocablo star se univer-
salizó en las esferas teatrales, y nacieron el galo etoile y el españolísimo
estrella aplicado a los artistas famosos, de las estrellas sabemos
cómo son, viven, comen, duermen, trabajan, descansan, aman...
¡ C uanto pudiera interesarnos conocer y cuanto les interesa a ellas
fíen
LAS
que conozcamos !... Segunda parte, ésta la más terrible y abrumadora,
que las agencias informativas, en esto del reclamo, no dan reposo a
las máquinas de escribir.
¿Me dejas, lector, que siga la racha?... Vamos, entonces, con la
risa de las mimadas por la popularidad. El clásico «rubí partido por
gala en dos» puede, con poco esfuerzo, darnos terna para una di-
vagación breve y, a ser posible, amena. En el peor de los casos, que-
dan a las deliciosas muecas femeninas el cuidado de distraer tus ojos
y tu mente si la prosa te aburre en demasía.
Empezaré, que el proemio fué excesivo. Y, para ganarme tu
confianza, de la mano de Clara Bow me adentro por los senderos de
la crónica. Recientemente, un gran magazine americano preguntó a
las primeras figuras de la pantalla cuál era, a su juicio, la condición
esencial para una artista de cine; y la creadora de Ello respondió,
sucintamente: «Que sepa reír».
GosmoiDo4s
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