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que <strong>de</strong>scubrió el continente y el que le dotó <strong>de</strong> conciencia política<br />
ole Colombia ombi Lo a soy hijo . —pudo.<br />
<strong>de</strong>cir Bolívar—; pero <strong>de</strong> Bolivia soy<br />
p«113adre.<br />
;<br />
fué en unión <strong>de</strong> otro héroe: el ya citado Antonio José<br />
, guerrero, legislador, dipl<br />
impresionantes mezclas que son omático, tribuno, en una <strong>de</strong> esas<br />
características <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s pe-<br />
'Ine3sio Sorelisscirh:n isróiricos. Las épocas en que la atmósfera, cargada <strong>de</strong> flúido<br />
rd ppasional,<br />
electriza a los hombres, acumulándoles<br />
var ynasl, cre : «vidas paralelas» <strong>de</strong> un nuevo Plutarco.<br />
faculta<strong>de</strong>s... Boli-<br />
* * *<br />
Tres millones <strong>de</strong> habitantes es población muy escasa para cubrir<br />
el vasto territorio que se extien<strong>de</strong>, quiebra, alzarepliega entre<br />
el Perú, el Brasil, el Paraguay, la Argentina y Chil ye. Nótese que<br />
en esta enumeración <strong>de</strong> fronteras falta la significada por el mar;<br />
límite que rara vez falta a los pueblos; límite que apenas si lo es.<br />
El mar no separa: une. Por lo mismo, tienta a todos los Estado<br />
esta móvil valla fronteriza que señala con múltiples <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> es<br />
puma caminos diversos que traen y llevan, en cambio incesante, intereses<br />
e i<strong>de</strong>ales.<br />
Bolivia no tiene mar. He aquí su drama histórico. La llamada<br />
guerra <strong>de</strong>l Pacífico hizo pasar a Chile la faja <strong>de</strong> litoral que venía<br />
disfrutando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su nacimiento al concierto <strong>de</strong> los pueblos in<strong>de</strong>pendiente<br />
s. Comenzaba la costa boliviana en Antofagasta, para terminar<br />
al sur <strong>de</strong> Punta Falsa. Luego... La salida al mar <strong>de</strong> Bolivia<br />
quedó supeditada a las vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l vidrioso pleito Tacna y<br />
Arica. De Arica, precisamente, parte el ferrocarril que lleva hasta<br />
La Paz. De suerte que el boliviano tiene que pisar tierra extranjera<br />
para salir al mar, con sus legítimos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> viajero o traficante y<br />
exportador. Corrientes <strong>de</strong> plata y oro se embalsan en los valles <strong>de</strong><br />
Bolivia, espejeando al cielo impávido y solicitando impacientes la<br />
explotación y el beneficio.<br />
La riqueza legendaria <strong>de</strong> los «Perules», según expresión proverbial<br />
entre los españoles, está localizada en gran parte en Bolivia.<br />
Como también la <strong>de</strong> Potosí, materia asimismo <strong>de</strong> sueños que no tuvieron<br />
nada <strong>de</strong> quiméricos. El mítico y suspirado Eldorado, andaba<br />
por allá, indudablemente, para cebo y obsesión <strong>de</strong> conquistadores<br />
y aventureros. Tierra <strong>de</strong> ofuscantes riquezas inverosímiles...<br />
Quienes cuentan y recuentan estas cosas, aseguran que España obtuvo<br />
<strong>de</strong> las minas bolivianas <strong>de</strong> plata, cuando Dios y la Historia<br />
quisieron, más <strong>de</strong> tres mil millones <strong>de</strong> pesos, por <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> quinto.<br />
Las cifras cansan, y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, no dicen mucho, al que<br />
no sabe relacionar datos, valores, aspectos diversos <strong>de</strong> la vida social<br />
y económica. La Estadística, con todos sus humos <strong>de</strong> exactitud y<br />
precisión, es precaria flor <strong>de</strong> relativida<strong>de</strong>s, y sólo prospera en el inverna<strong>de</strong>ro<br />
<strong>de</strong> profusos y recargados cuadros comparativos. Al lector<br />
medio, la sola evocación <strong>de</strong>l cerro <strong>de</strong> Potosí dice más que todos<br />
los números movilizados en columnas <strong>de</strong> honor. Pero junto a la <strong>de</strong>slumbrante<br />
montaña argéntea brotan otros veneros <strong>de</strong> apariencia<br />
más mo<strong>de</strong>sta y que asimismo acarrean riqueza : caudales <strong>de</strong> estaño,<br />
cobre, antimonio, bismuto, sal, salitre...<br />
Los fértiles valles adon<strong>de</strong> llega el cultivo dan enorme y abigarrada<br />
variedad <strong>de</strong> frutos y productos: el maíz, el arroz, el café, la<br />
caña <strong>de</strong> azúcar, la yuca, el plátano, el mani... Los <strong>de</strong>nsos bosques<br />
<strong>de</strong>l Este, <strong>de</strong>sbordando resinas y esencias olorc,sas, cierran el abrupto<br />
paisaje <strong>de</strong> Bolivia, rico en colores y en calida<strong>de</strong>s: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo árido<br />
a lo tierno, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo paradisíaco a lo <strong>de</strong>sértico.<br />
Una pintoresca fauna anima los panoramas: la gana<strong>de</strong>ría, naturalmente,<br />
cubre los primeros términos. Vastos rebaños, sobre pra<strong>de</strong>ras<br />
inmensas, pregonan bíblica abundancia en los <strong>de</strong>partamentos<br />
<strong>de</strong> Beni, Santa Cruz, Chuquisaca, Cochabamba, Tarija, Arce,<br />
el Gran Chaco... Pero el animal salvaje acentúa <strong>de</strong> típico. inconfundible<br />
modo, la altiplanicie : asiento <strong>de</strong> la puma, la alpaca, la. vicuña,<br />
el guanaco, la chinchilla, la llama... Junto a la llama, el «llamera».<br />
Esta pareja <strong>de</strong> animal y amo, <strong>de</strong> fuerte sabor indígena, es buen<br />
emblema plástico <strong>de</strong> Bolivia. Dejemos que una pluma <strong>de</strong> allá lo<br />
<strong>de</strong>scriba: la pluma ágil <strong>de</strong> un excelente escritor, Alberto Ostria<br />
Gutiérrez, que en el Rosario <strong>de</strong> leyenda canta el pasado tradicional<br />
<strong>de</strong> su patria y en La casa <strong>de</strong> la abuela exalta el abolengo español:<br />
«La llama es la fiel compañera <strong>de</strong>l aymara, la <strong>de</strong> los andares <strong>de</strong> dama.<br />
Tiene la timi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la gacela y la arrogancia <strong>de</strong>scompasada <strong>de</strong>l<br />
camello. La llama no conoce rebeldías ni malos humores. Es toda<br />
mansedumbre, toda sumisión. A<strong>de</strong>más, toda bondad, toda feminidad.<br />
Al cruzar la altiplanicie, se <strong>de</strong>tiene a veces un instante, m a-<br />
Costno-nolt.s<br />
jestuo samente, estira el cuello largo y, mirando la inacabable llanura,<br />
muer<strong>de</strong> con brío la paja brava <strong>de</strong>l camino y sigue a<strong>de</strong>lante<br />
coqueteando al sol. La llama reconoce y compren<strong>de</strong> a su amo, al<br />
llanero. Acu<strong>de</strong> presurosa a la voz <strong>de</strong> éste, y cuando va <strong>de</strong> viaje obe<strong>de</strong>ce<br />
sus ór<strong>de</strong>nes como obe<strong>de</strong>cería un niño, porque para ella no se<br />
hicieron ni la rienda ni el bocado. En los días <strong>de</strong> tormenta, cuando<br />
ese viento maldito <strong>de</strong>l altiplano se arrastra <strong>de</strong>spavorido arrancando<br />
la queja <strong>de</strong> los pajonales, y vivos relámpagos <strong>de</strong>sgarran el cielo,<br />
y la lluvia va formando gran<strong>de</strong>s charcos en la llanura, las llamas<br />
—las llamas blancas, oy eras o negras— se <strong>de</strong>tienen, y acercando<br />
sus cuerpos se prestan calor y valor las unas a las otras. Y así esperan.<br />
A su lado, espera el indio. Espera. De cuclillas, inmóvil, limpia<br />
<strong>de</strong> arrugas la frente, clava sus ojos en el horizonte. Los ojos <strong>de</strong> la llama<br />
y los ojos <strong>de</strong>l indio miran <strong>de</strong> la misma manera, hacia el mismo<br />
sitio. Ni a la tierra ni al cielo. Miran al infinito.»<br />
El indio... Predomina en la República <strong>de</strong> Bolivia, constituyendo<br />
un problema <strong>de</strong> varias irradiaciones: política, social, económica,<br />
educativa. Los quichuas viven en la gran meseta: raza fuerte, <strong>de</strong><br />
cara a los vientos. Los yuracares moran en la penumbra fragante<br />
<strong>de</strong> los bosques. Los moros y los chiquitos, en las tierras <strong>de</strong>l Este.<br />
Hablan el quichua, el aymara, el mojó..: Nuestra lengua, para penetrar<br />
por entero, lucha, como todos los factores <strong>de</strong> la cultura, con las<br />
dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las comunicaciones y con el obstáculo geográfico.<br />
* * *<br />
Siempre la Geografía... La Geografía pesando sobre Bolivia como<br />
una fatalidad muy difícil <strong>de</strong> remover, entorpeciendo la expansión<br />
económica, estorbando la valoración <strong>de</strong> tesoros casi intactos...<br />
Los indios llaman al Potosí el cerro que llora plata: Kolque-guacaj.<br />
Pero la metáfora adquiere, sin duda, sentido más profundo y patético.<br />
Toda la Naturaleza boliviana llora su aislamiento... Mas no faltan<br />
al humano, sino raramente, las compensaciones. La geografía<br />
que perjudica la mise en valeur <strong>de</strong> las riquezas <strong>de</strong> Bolivia, la regala,<br />
en cambio, pródigamente singularida<strong>de</strong>s y encantos <strong>de</strong> tanta magnificencia<br />
como el lago <strong>de</strong> Titicaca, situado en el límite con el Perú,<br />
a una altura <strong>de</strong> 3.9oo metros sobre el nivel <strong>de</strong>l mar. Alivia con el espejo<br />
enormísimo <strong>de</strong> sus aguas la austera sequedad <strong>de</strong>l silencioso<br />
contorno. Todos los viajeros coinci<strong>de</strong>n en el encomio <strong>de</strong> este imponente<br />
cielo, líquido y caído. Cuenta doscientos kilómetros <strong>de</strong> longitud<br />
por ochenta <strong>de</strong> latitud. ¿Cuántas veces más que el <strong>de</strong> Ginebra,<br />
tan asombroso ya para el europeo...? Pero toda América<br />
—ello es sabido— está trazada a escala máxima. El Titicaca dibuja<br />
en los mapas un óvalo irregular, en el que se perfilan dos penínsulas:<br />
la <strong>de</strong> Tiquina y la <strong>de</strong> Copacabana. Costa <strong>de</strong>sigual: aguas<br />
que se enturbian, aves que levantan el vuelo hacia el azul, piraguas<br />
que bogan perezosas... Guarda el Titicaca, entre otras islas, la <strong>de</strong><br />
Coatí, que fué consagrada a la Luna por los aborígenes. Piedras milenarias<br />
parece que testimonian la presencia allá <strong>de</strong>l templo en que<br />
hacían sus ofrendas las vírgenes sacerdotisas... Pero la voz <strong>de</strong> la<br />
Historia no se percibe apenas en el inconmensurable escenario natural.<br />
Triunfa la Naturaleza, sin rival posible. «Barrés —recuerda<br />
oportunamente Costa du Rels— hubiera intentado, pero en vano,<br />
animar tan extraña naturaleza, que apenas el espectro <strong>de</strong> borrosas<br />
y pueriles leyendas hubiera respondido a su llama. Aquí nada está<br />
consagrado al amor ni al dolor, nada a lo efímero. Titicaca pertenece<br />
al Sol y a la Luna, inamovibles soberanos <strong>de</strong>l infinito...»<br />
* * *<br />
A unos kilómetros <strong>de</strong> Titicaca, La Paz agrupa su caserío. Ciudad<br />
importante, sirve <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ncia al Gobierno. La otra capital que<br />
interesa en primer lugar a Sucre, la vieja Chuquisaca, que asume la<br />
representación histórica y cultural <strong>de</strong>l país que es hoy Bolivia. Su<br />
<strong>Universidad</strong> fué durante mucho tiempo el foco más activo <strong>de</strong> la<br />
América <strong>de</strong>l Sur en cuanto a vida intelectual. Aproximado por mi<br />
anhelo y por mi amor, yo siento una extraordinari a simpatía por<br />
estas apartadas ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la altanera Bolivia, aplicadas con voluntad<br />
indomable a la tarea <strong>de</strong> fundir en el mol<strong>de</strong> <strong>de</strong> la espiritual i<br />
-dad mo<strong>de</strong>rna esta vieja «raza <strong>de</strong> bronce», como llama a la suya el<br />
gran escritor boliviano Alci<strong>de</strong>s Arguedas, representante, con Ricardo<br />
Jaimes Freire, <strong>de</strong> la más pura y <strong>de</strong>stacada espiritualidad <strong>de</strong><br />
Bolivia.<br />
FERNÁNDEZ ALMA GRO<br />
MELCHOR<br />
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