1 - Universidad de Sevilla

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Portada sur de la iglesia de Santa .paria, de Torreperogil
gunas calles de típico aspecto antañón y señorial. La plaza de
la Constitución, la calle Nueva y aquella Lonja de la Mise-
ricordia con sus cipreses hieráticos, erguidos como lanzas litúr-
gicas sobre el amplio paisaje que se desparrama, tapiz de bor-
daduras gigantescas, a los pies de la milagrosa Virgencita, pa-
trona de este pueblo de labriegos y señores.
Atravesando nuevos campos enguirnaldados de olivos, viñe-
dos y rastrojos, el turista puede saborear la emoción de una
nueva estampa en la villa de Sabiote, oculta en el regazo de
las tierras feraces que se asoman, por un lado a las amplitudes
olivíferas del Condado, y por el otro a la fresca garganta de la
fuente de la Corregidora.
Sabiote tiene más ambiente de pueblo señorial, habitado
también por hidalgos y labriegos. Parece un barrio artístico
de la Úbeda renacentista. El maestro de cantería Andrés de
Vandaelvira trabajó aquí al servicio de los Cobos, marqueses de
Camarasa.
La iglesia y el castillo y algunos palacios son estrofas líricas
en las que, con la melancolía de todas las ruinas nobles, canta
el ruiseñor de Italia sus más atrevidas endechas.
El castillo, sobre todo, es un montón de ruinas desoladoras.
La elegía de Rodrigo Caro alienta como un soplo fúnebre
bajo las deshechas naves, los paredones
carcomidos y los patios ya
sin arcadas ni columnas, sobre los
que aun se yerguen, desafiadores
Cosmo-polts
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11-; V II II, 11, A
de tanto abandono, los heráldicos timbres de los fundadores
egregios...
Pero Sabiote sabrá guardar las piedras venerables que aun
restan de sus antiguas murallas, arcos y puertas y cubos heroicos,
que testimonian el valor de un historial no bien conocido
todavía y que precisa de oportunas investigaciones por parte
de los eruditos de la región...
Y Úbeda otra vez. La regia filigrana de la orfebrería renacentista,
que ya hemos admirado en estas páginas, vuelve a
ofrecérsenos pletórica de magnificencias nobles.
El viajero ilusionado realizaría su deseo de contemplar con
toda eficacia los tesoros artísticos que Úbeda encierra si lograra
ser acompañado por un guía tan autorizado y experto, de tan
fino sentido artístico y de tan profunda elegancia espiritual,
como el cronista de la ciudad, D. Manuel Muro. Nadie como
este atildado caballero conoce los laberínticos itinerarios de la
ciudad vieja.
Romántico enamorado de las piedras doradas, de las maderas
trabajadas bellamente, de las ricas estofas, de los hierros
Los cipreses de la ermita de la Misericordia, en Torreperogil
(Fotos Raya)
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