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RevistaDigitalmiNatura117

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haría feliz. No podía aceptar eso,<br />

amo al pequeñín, de verdad. No creo<br />

ser capaz de vivir sin el. No puedo<br />

permitirme de ver un medico tras<br />

otro. No tengo tiempo ni dinero para<br />

eso. Entonces pensé en una mujer<br />

que vivía a unas cuadras de mí. Ella<br />

es una especia de adivinadora, pero<br />

no una ordinaria. He escuchado que<br />

usa plumas de pájaros y mariposas<br />

para decir el futuro y pétalos de<br />

flores para explicar sueños. No me<br />

pregunten cómo funciona, no tengo<br />

idea. Pero tras pasar tres noches en<br />

vela seguidas, y dos más de mal<br />

dormir por causa de la pesadilla,<br />

aceptaría ayuda de un demonio<br />

infernal en tanto no me dijera que yo<br />

quería herir a mi pequeño o librarme<br />

de él. Así que tome al pequeñín y<br />

nos fuimos a ver a la bruja floral.<br />

Nunca llegamos a su casa, sin<br />

embargo.<br />

A mitad de camino tres hombres<br />

me detuvieron. Eran altos, fornidos y<br />

se cubrían con máscaras de zorro.<br />

Me quede aterrorizada, sin apenas<br />

respirar. Qué mala suerte: los<br />

hombres eran de la Pandilla Zorro.<br />

Una de las peores pandillas de<br />

forajidos en el ghetto. Eran acusados<br />

de todas las actividades criminales<br />

imaginables, desde asesinatos y<br />

robos hasta trafico de infantes y<br />

órganos, e incluso de proveer niños y<br />

vírgenes para sacrificios humanos a<br />

sectas religiosas. Dos me impedían<br />

el paso, el tercero avanzó hacia mí<br />

pistola en mano.<br />

—Dame al niño<br />

—No –apreté al pequeñín contra mi<br />

seno mientras los miraba<br />

aterrorizada.<br />

—Vamos, señora. Dénos el niño y<br />

podrá irse tranquila. No le haremos<br />

daño.<br />

En ese punto, la discusión estaba<br />

terminada. No soy para nada una<br />

guerrera, soy pequeña y delgada, y<br />

tres inmisericordes zorros<br />

pandilleros me estaban amenazando.<br />

Cualquier intento de resistencia sería<br />

desastroso, dejando seriamente<br />

herida en el mejor de los casos,<br />

muerta en el peor, y de todas<br />

maneras se llevarían a mi niño.<br />

Debería estar en pánico, gritar,<br />

quedar paralizada y aturdida de<br />

terror. Pero nada de eso sucedió…<br />

De pronto, algo extraño me<br />

ocurrió; fue como si me…<br />

transformara. Me volví a la vez fiera<br />

y gigante. Los tres pandilleros<br />

zorrunos enmascarados me parecían<br />

personajes animados. No tenía más<br />

miedo que una pantera frente a un<br />

ratón.<br />

Pensé que todo eso solo sucedía en<br />

mi cabeza, solo una reacción al<br />

stress. Pero dos cosas pasaron: abrí<br />

mi boca, y un bestial, terrorífico<br />

rugido brotó de ella. El gangster que<br />

me apuntaba gritó de terror y los<br />

marzo- abril, 2012 # 117 Revista Digital miNatura 33

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