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RevistaDigitalmiNatura117

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ejas. Es una niña de pelo negro, con<br />

un vestido verde, desalineada, que<br />

saca los brazos por entre los barrotes.<br />

Su madre abre el paquete. La niña<br />

come las entrañas de algo,<br />

manchándose la cara, los dedos.<br />

Lanza un gemido, que retumba en la<br />

sala, y sigue comiendo.<br />

Los policías invadieron la ciudad,<br />

se dieron cuenta... fue mucha gente,<br />

mi niña… yo no podemos cazar…<br />

hoy la luna está menguante, dios<br />

gracias.<br />

La pequeña, los ojos fijos en su<br />

madre. La mujer acaricia los brazos<br />

ennegrecidos por el encierro. Llora<br />

en silencio. Reza en voz baja. La<br />

niña observa su comida.<br />

Tenès que comer lo que traje. Ser<br />

obediente lo que se pueda… después<br />

no sè… ya vas a curarte… ¡¿qué<br />

haces?! Dejame el brazo... No…<br />

déjame… ¡El cuello no! ¡No!<br />

¡¡Basta, por favor!! ¡¡No!! ¡¡¡No!!!<br />

Se oye un cuerpo caer. Se escucha<br />

a una niña llorando. Una puerta de<br />

rejas se abre completamente y un<br />

monstruo de frágil figura y vestido<br />

verde desaparece en la noche.<br />

Majo López Tavani (Argentina)<br />

Lupus Est Homo<br />

Homini, Non Homo,<br />

Quim Qualis Sit Non<br />

Novit<br />

Rabiosamente Liberal<br />

–¿Quieres? Regalo de mi esposa –<br />

aclara el calvo mientras le ofrece su<br />

pitillera.<br />

A la vista del metal, tiembla. Sólo a<br />

la plata no es inmune: la misma<br />

materia que le dio la vida podría<br />

arrebatársela. Pero ni aun<br />

conociendo sus peligros, deja de<br />

brillar la avaricia en los gélidos ojos.<br />

El desconocido observa<br />

insistentemente su dura pelambrera,<br />

como si de verdad envidiase esa<br />

densa barba contra la que nada<br />

pueden las maquinillas de afeitar.<br />

Quizá sea gay. O quizá no.<br />

Cuando despierta, apenas nada le<br />

queda del anónimo benefactor, el<br />

sacrificado samaritano conocido en<br />

el bar, salvo una desagradable<br />

pelusilla entre los dientes. No es fácil<br />

encontrarlos totalmente imberbes.<br />

Su ropa está hecha jirones. Si sigue<br />

estallando camisas tan a menudo, se<br />

verá obligado a dejar de usarlas de<br />

marca. Eso por no hablar de los<br />

zapatos, que ahora lucen cinco tajos:<br />

cinco heridas abiertas por sus propias<br />

garras. Debería aprender a<br />

entusiasmarse menos, pero no logra<br />

contener su instinto animal.<br />

Se ha preguntado sobre el origen de<br />

su mal cientos de veces, Otras tantas,<br />

ha buscado respuestas entre las<br />

páginas de todo tipo de libros. “La<br />

explicación tradicional del fenómeno<br />

marzo- abril, 2012 # 117 Revista Digital miNatura 59

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